El silo de un pueblo granadino ha ganado popularidad gracias a su Centro de Interpretación
El interior de este espacio situado en Padul desde hace 59 años acoge, entre otras interesantes cosas, una exposición de aperos de labranza y objetos típicos de antaño donados por vecinos del pueblo
El silo de Padul, de titularidad municipal, puesto ahora en valor, se ha convertido en uno de los lugares más visitados del pueblo. En este ... proyecto han tenido mucho que ver Julio Martín, Enrique Cordovilla y Cipriano Duarte. Su exposición permanente, según Julio Martín, «se desarrolla en el pasillo del silo, distribuidor de la planta baja y en el interior de dos celdas que se han abierto para este fin. La visita comienza con una colección de aperos de labranza relacionados con la agricultura y el trigo. Hay herramientas que se utilizaban para la preparación de la tierra y para la siembra: arados, gradas, azadas… Otras utilizadas para el herraje de mulos, caballos y burros, aparejos y todo el conjunto de vestimenta de animales, como montura, guarniciones, colleras, yugos… Se sigue con herramientas de siega, trilla, medidas de grano, envasado, pesado y trasporte. En una de las celdas, se ha recreado una antigua cocina, que representa lo que era vida cotidiana de una vivienda de pueblo. El horno representa el fin principal del trigo para nuestra alimentación: el pan», indicó.
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«Al final, está la selección relacionada con la industria del esparto, donde se pueden ver una máquina laminadora-majadora de esparto, una maza y manojos de esparto. Esta industria era de gran importancia para la fabricación de cordelería, pleita, serones, aparejos…, todo imprescindible para la agricultura. Antes de terminar la visita se pueden subir los 115 escalones que dan acceso a la sala superior de maniobras de llenado de celdas y a una terraza mirador, situada a 25 metros de altura, donde se contemplan espléndidas vistas de Padul y el Valle de Lecrín», manifestó.
Según Martín «el Silo de Padul se alzó en 1966, destinado al almacenaje de trigo. Desde entonces, su silueta se ha convertido en parte inseparable de nuestro horizonte. No es solo un edificio; es uno de los testimonios más representativos del patrimonio industrial agroalimentario de España, un vestigio vivo de un pasado que nos pertenece a todos. Su valor es múltiple: histórico, tecnológico, social, arquitectónico y científico… Dentro de sus muros aún late la esencia de lo que fue, pues custodió la cosecha de nuestro pueblo. Su función vital: proteger el grano frente a la humedad, las plagas y otros factores ambientales, garantizando así el abastecimiento y asegurando que el trigo pudiera llegar, en épocas de escasez, a las fábricas de harina y a nuestras panaderías», señaló.
«Padul fue, durante generaciones, un pueblo profundamente agrícola. En sus campos de secano se sembraba, se segaba y, tras largas jornadas de trabajo, el trigo se transportaba en carros tirados por mulos o en reatas cargadas de gavillas. Luego llegaba a las eras, donde se trillaba, se aventaba y se envasaba para finalmente depositarlo en este silo, que fue testigo del esfuerzo colectivo y de la vida campesina que nos dio sustento. El silo es un emblema de Padul. Su presencia vertical es visible desde cualquier punto del pueblo, Se yergue como un tótem, un faro varado en tierra firme. Con el paso del tiempo, dejó de ser centro de acopio para convertirse en un edificio simbólico, memoria de una época que se desvanecía al mismo ritmo con que nosotros crecíamos y la modernización transformaba nuestro entorno. Ahora este silo ha renacido como espacio de recreación etnológica, un lugar dedicado a preservar y mostrar las huellas materiales de un mundo rural que fue desapareciendo con la llegada de la industrialización», ha apuntado.
«El interior del silo, según Julio Martín, se ha llenado de contenido gracias al Ayuntamiento de Padul y a la generosidad de muchas personas. Su interior se ha convertido en arte: el cemento desnudo de sus muros, antaño estrictamente funcionales, es hoy un lienzo vertical donde dialogan el tiempo antiguo y el contemporáneo. El gran artista granadino conocido como 'El Niño de las Pinturas' ha cubierto su superficie con imágenes que entrelazan épocas y relatos: un mamut evoca el remoto pasado paleolítico de nuestra región, mientras escenas rurales, rostros anónimos, animales y paisajes perduran sobre la pared como ecos de una memoria que se resiste a desaparecer», ha expresado.
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«El Silo de Padul fue construido hace 59 años por el Servicio Nacional del Trigo para el almacenaje y distribución. El edificio tiene 264 metros cuadrados de superficie y una altura de 28 metros, Está compuesto por 15 celdas con capacidad para 2.500.000 kilos de trigo. Este edificio está equipado con la maquinaria original: báscula, elevador de grano, transportadores horizontales, motores, tubos de descarga, tornillo sinfín, ensacadora y piezas opcionales necesarias para el correcto funcionamiento del Silo. El pesaje del grano se realizaba en la báscula situada en el exterior del silo. 33 personas han colaborado donando útiles y piezas para la exposición. Los colaboradores voluntarios han sido: Carmela García, PARAVISA, Somos Europa, Pablo García, Enrique Cordovilla, Belén García, Guillermo Medina, Luis Morón, Salva de la Iglesia, y un servidor», terminó diciendo.
La historia de los silos de trigo en España se remonta a las necesidad de controlar el abastecimiento de cereales en la República y, posteriormente, a la consolidación de la Red Nacional de Silos durante el franquismo para regular el mercado y garantizar existencias. Construidos estratégicamente cerca de las vías de comunicación, evolucionaron desde diseños artesanales de ladrillo hasta sistemas más avanzados con hormigón y encofrados deslizantes. Hoy en día, muchos de estos silos en desuso están siendo reutilizados para otros fines, como centro culturales, almacenes o incluso hoteles. Es interesante visitar y conocer a fondo, sin prisa, los encantos e historia del silo de Padul.
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