El nuevo rebaño de Pedro Ruiz, uno de los ganaderos que tuvo que sacrificar a sus animales por la viruela y que ha comprado nuevas ovejas. Pepe Marín

El sector del cordero levanta cabeza con precios récord tras la sequía y la viruela

Dos años después de erradicar el virus, las comarcas de Baza y Huéscar arrastran una merma de 22.000 ovejas y cabras que no se han repuesto

Sábado, 7 de septiembre 2024

La pesadilla comenzaba un 19 de septiembre de 2022. La aparición en una explotación de Benamaurel de un brote de viruela ovina y caprina (VOC), ... una enfermedad viral que llevaba erradicada en España desde 1968, desencadenaba la paralización y una auténtica catástrofe económica para el sector ganadero de los pueblos de las comarcas de Baza y Huéscar, en el Norte de Granada y en el Almanzora de Almería.

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Las medidas para atajar los brotes obligaron a sacrificar 4.345 cabezas de ovino y caprino en quince explotaciones granadinas que lo perdieron todo. Además, en los perímetros de seguridad de cada brote, se prohibió salir a pastar a las ovejas, para evitar la propagación del virus, lo que supuso que otros 210 ganaderos de las comarcas de Baza y Huéscar se vieran afectados por los confinamientos y tuvieran que soportar los altos costes de la alimentación de las miles de ovejas encerradas. El sacrificio, la solidaridad y la disciplina de los ganaderos andaluces, que soportaron cuatro meses de duras restricciones, logró que se atajara el virus en tan solo cuatro meses, un tiempo récord si se compara con los focos en Castilla La Mancha –con explotaciones mucho más grandes– donde las restricciones se prolongaron nueve meses más con costes millonarios para la administración.

Hace ahora casi un año, en octubre de 2023, España recuperaba el estatus de país libre de viruela ovina y caprina. Los ganaderos de las comarcas del Norte de Granada han pasado página de la crisis desatada por el virus pero las secuelas siguen ahí. Casi la mitad de los ganaderos que tuvieron que sacrificar a todas sus ovejas han tirado la toalla y no han vuelto a reponer los rebaños y los que han seguido adelante lo han hecho con menos animales de los que perdieron.

182.120 cabezas

Es el censo de cabras y ovejas de las comarcas de Baza y Huéscar en septiembre de 2024.

-22.024 cabezas menos

Son las ovejas y cabras que se han perdido y no se han repuesto en los últimos dos años en las comarcas de Baza y Huéscar, con respecto a 2022.

15 vacíos sanitarios

De las ocho explotaciones que tuvieron que sacrificar sus animales por la viruela siete no siguen, uno va a presentar solicitud de repoblación y seis han dejado la actividad.

Esto sumado a los sacrificios generalizados que los ganaderos realizaron el año pasado, cuando empujados por la sequía llevaron ovejas y cabras al matadero, deja este septiembre de 2024 una foto muy diferente de la del septiembre de 2022. Antes de estallar la crisis de la viruela ovina, entre las dos comarcas de Huéscar y Baza sumaban 204.144 cabezas de ganado (168.715 ovejas y 35.429 cabras). A día de hoy se han perdido 22.024 cabezas (19.217 ovejas y 2.807 cabras), el 11% del censo, según los datos aportados por la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural.

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Los estrictos protocolos de seguridad no permitieron, hasta un año después de la desinfección de las explotaciones afectadas por los brotes, iniciar las pruebas para repoblar. De los quince 'vacíos sanitarios' como los llama la Junta –las explotaciones que tuvieron que sacrificar a todos sus animales– ocho han vuelto a empezar desde cero y han seguido con la actividad, otro ganadero prefirió esperar y va a presentar la solicitud de repoblación «en breve» y seis lo han dejado definitivamente.

Miedo

La mayoría de los que han decidido no continuar eran ganaderos mayores, que veían cercana la edad de jubilación. «Otros se han enfocado la agricultura y otros cogieron miedo y no han vuelto, lo pasaron fatal», recuerda la veterinaria de la Asociación Nacional de Criadores de Ovino Segureño, Elizabeth Martínez.

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La falta de relevo generacional que ha hecho que en estos dos últimos años otras explotaciones también hayan cerrado o mermado sus cabezas de animales es otro de los factores, junto a los sacrificios por la sequía, que han reducido la producción de cordero, lo que ha tenido un efecto directo en los precios en origen. El cordero granadino cotiza en estos momentos a máximos históricos, para alivio de los ganaderos supervivientes de las crisis. Es la ley de la oferta y demanda.

El cordero experimenta así un efecto similar al del aceite de oliva por la merma de producción, lo que ha disparado los precios y supuesto un encarecimiento del 25% en los dos últimos años. «En líneas generales el sector vive un buen momento. El censo ha disminuido, bastante, pero cuando echas la vista atrás hay que estar orgullosos porque la crisis se atajó muy rápido. Aquello pudo ser catastrófico y sin embargo se apagó el fuego, se apagó el rescoldo y dentro de lo que cabe vamos bien, no ha dejado de subir el precio del cordero», resume el presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Ovino Segureño (ANCOS), José Antonio Puntas.

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«Hay mucha demanda del mercado interno y del externo, Marruecos que no nos compraba ahora es un gran importador»

Rafael Izquierdo

Propietario de Cebacor

El también presidente de la Asociación de Defensa Sanitaria Ganadera reivindica a los ganaderos del Norte de Granada como ejemplo nacional. «Nuestra imagen salió muy reforzada, en Castilla La Mancha les ha costado más de 30 millones en ayudas y aquí se atajó la crisis con cuatro pesetas como quien dice, gracias a la solidaridad y al esfuerzo de los ganaderos. El tiempo nos dice que se actuó bien», sentencia.

A 115 euros

Ahora, el sector tiene garantizados los límites de rentabilidad. El animal de 25 kilos se paga en origen a 115 euros más el IVA, unos 30 euros más que hace dos años. «Nunca habíamos visto estos precios», asegura Puntas. Y se espera un nuevo repunte de cara a la campaña de Navidad. La clave es que la demanda exterior es muy fuerte y la oferta se ha reducido. «La crisis quedó atrás y estamos viviendo un momento álgido porque hay gran demanda del mercado interno y externo. Antes Marruecos no compraba cordero español y ahora es el principal importador porque las sequías allí también han reducido su producción», analiza Rafael Izquierdo, de la empresa bastetana Cebacor. A su juicio, estos altos precios del cordero son positivos para incentivar el relevo y que los ganaderos actuales continúen y vean precios que compensen su esfuerzo.

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«Salimos reforzados porque los ganaderoslo hicieron muy bien, el fuego se apagó y el precio no ha dejado de subir»

José Antonio Puntas

Pte. Asociación Nacional Criadores de ovino segureño

También desde la consejería de Agricultura están orgullosos de cómo se atajó la crisis y ven con optimismo las perspectivas del sector. «Los ganaderos que se vieron afectados han recuperado la esperanza y miran con optimismo al futuro. También el resto del sector ovino en extensivo del norte de Granada transmite optimismo, ya que aunque la situación epidemiológica de la Lengua Azul ha introducido alguna dificultad inicial en la comercialización, debido a la obligación de la inmunización de las partidas, los buenos precios mantenidos por la exportación, unido a que esta primavera ha sido más benigna con respecto a la pluviometría y el estancamiento de los precios de los insumos, ha dado como resultado un ambiente de negocio más favorable, que mira con ánimo renovado a la campaña de navidad», concluyen.

Pedro Ruiz, uno de los ganaderos que tuvo que sacrificar a sus ovejas, con su nuevo rebaño. Pepe Marín

Más de 1,6 millones en ayudas de la Junta para volver a empezar

El Gobierno andaluz abrió distintas líneas de ayudas para indemnizar a las explotaciones afectadas por la viruela ovina y ayudarles a volver a empezar. Las primeras fueron para compensar los sacrificios, con un importe total de 284.254,03 euros. Las indemnizaciones por la limpieza y desinfección de las explotaciones granadinas sumaron 25.174,6 euros y por último se repartieron 1.300.000 euros entre las explotaciones de Granada y Almería que tuvieron que confinar al ganado como compensación de los gastos de alimentación que supuso la prohibición de salir a pastar.

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