Miguel Ángel, policía jubilado, enseña la técnica del lanzamiento a unos alumnos. Torcuato Fandila

Quince años de golf rústico en 'El Nacimiento'

Césped artificial, un lago simulado con piedras de tonos azules y una cabaña a modo de 'club' conforman los espacios de esta finca familiar

Sandra Martínez

Sábado, 25 de septiembre 2021, 23:32

Con un 'driver' en la mano derecha y unas cuantas pelotas de color blanco en la izquierda, Miguel Ángel, policía jubilado, indica a sus alumnos ... cómo han de hacer los golpes y dirigir sus cuerpos y su fuerza para hacer un buen 'swing'. Pero ni él es un profesor tradicional de este deporte, ni sus alumnos son solo niños o jóvenes que se inician en el mundillo, ni el terreno se asemeja al tradicional campo de golf al que todo el mundo está acostumbrado.

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Los jugadores, en este caso, son en su mayoría personas de entre 50 y 70 años, aunque también hay quienes rozan la treintena. El campo es una finca que Miguel Ángel heredó de su padre y que desde hace 15 años ha ido desarrollando para poder realizar en el lugar una especie de golf rural que permite a los interesados poder disfrutar de este deporte. «Esto permite que los pobres como nosotros podamos jugar y aprender sobre golf», afirma entre risas. «Aquí no viene solo gente a jugar. Muchos vienen a pasear con sus hijos o sus perros o a pasar un rato con nosotros... eso hace que seamos una gran familia. Lo mejor de todo esto es el ambiente que se ha creado», añade.

Historia de una afición

Hace 24 años, Miguel Ángel quedó realmente maravillado tras ver un partido de golf por la trayectoria de la bola al ser golpeada. En 2005, su afición aumentó y empezó a ver partidos y clases prácticas de este deporte hasta que llegó a convertirse en su verdadera pasión. «Entonces decidí comprar el hierro madre y empecé a dar palos por los cerros y barrancos que nos rodean. Al principio fue un desastre, no conseguía nada más que dar bandazos. Pero con el paso del tiempo y con la práctica fui mejorando hasta que un día me instalé en la finca familiar que hoy constituye el golf rústico 'El Nacimiento'», asegura. «Así comenzó mi historia».

En un principio, inició este proyecto como algo personal, para su propio disfrute, pero poco a poco empezó a interesarle a más gente, que acudía junto a él al 'green' que ya había reformado para que les enseñase algunas nociones de golf. «El boca a boca de la población de la comarca ha sido nuestra publicidad. Actualmente, más de 50 familias, que vienen de los pueblos de los alrededores o incluso de Granada o Almería, participan en este proyecto», añade.

Por su parte, Miguel Ángel siguió construyendo el campo, que actualmente cuenta con hasta seis 'greens' de tres hoyos cada uno distribuidos por el terreno. En total, suman 18 hoyos que se han ido desarrollando a lo largo de estos 15 años. Es esta la construcción de un campo de golf adaptada a terrenos rústicos de secano. Él mismo ha plantado árboles, colocado el césped artificial y ha adaptado la tierra a la forma necesaria que se necesita en el juego del golf.

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Situado en la población de Hernán Valle, el golf rústico 'El Nacimiento' es una alternativa a la hierba natural que tiene una extensión aproximada de 1,5 hectáreas. Para que sea posible su desarrollo se ha dibujado un circuito con 'greens' arriba y abajo, con nueve subidas y nueve bajadas. «Es un campo muy técnico, puesto que los 'greens' tienen mucha caída y dan mucho juego», indica Miguel Ángel.

«Si la construcción es dura, el mantenimiento lo es más. Influyen muchos fenómenos naturales. Los vientos fuertes dañan, las nubes deforman el terreno, las hierbas necesitan varios segados al año, hay que regar, barrer...», enumera. Asimismo, reconoce que estos cuidados, a los que se suma la organización deportiva, es un trabajo ingente para una sola persona. Sin embargo, afirma que la ilusión con la que lo viven él y quienes le rodean compensa todo lo demás.

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La puesta en marcha de esta iniciativa es un proyecto en el que ha empeñado años de su vida. Durante todo este tiempo esto le ha otorgado orgullo, ilusión y refugio: «Aquí, donde el golf se confunde a veces con el pueblo vecino de Gor», explica entre risas, «hemos creado una familia. Nos ayudamos y apoyamos entre todos. Nos reunimos los fines de semana o algún día laboral para venir a entrenar», aclara.

La mayoría de los que llegan no saben nada de golf, tienen que empezar por aprender primero a coger un palo y posteriormente a saber golpear la bola. Cerca de sesenta personas federadas en la actualidad han pasado por 'El Nacimiento'. «Aquí reciben las clases de iniciación y el conocimiento de las reglas. Además, contamos con la extraordinaria colaboración principalmente de Granada Golf», explica.

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Vida comunitaria

Con 'greens' de césped artificial y unas piedras de color azul turquesa que simulan un lago, los participantes que acompañan a Miguel Ángel hablan con orgullo de todo lo que han conseguido con el paso de los años. «Aquí cuidamos hasta el más mínimo detalle. Si no tenemos un lago con agua de verdad, construimos algo que se asemeje a ello. El golf es carísimo, pero este proyecto nos ofrece una alternativa para poder aprender y disfrutar», afirma Carmen, una de las mujeres que acude a jugar. «Lo que más nos gusta es la forma en la que se acoge a la gente», añade. «Es mucho más complicado de lo que parece, aunque cuando ya nos cansamos o terminamos de jugar vamos al hoyo 19, que es el bar», explica entre risas.

«Miguel Ángel nos transmite su pasión y su ilusión cada día. Tiene una energía constante, hay que agradecer lo que ha levantado de la nada», cuenta Rosario, otra de las vecinas que acude a las reuniones. «Cuando venimos aquí tenemos que estar tan concentradas, y así se nos olvidan los problemas o las preocupaciones que todos tenemos en nuestro día a día». Cada fin de semana quedan para jugar uno o dos partidos y otros muchos hacen reuniones y paellas en la zona del club, que en este caso de golf rústico está compuesto por una cabaña. Ellos mismos la construyeron simulando el golf rústico y primitivo de la vieja Escocia, donde este deporte ya era practicado en el siglo XV por pastores en los prados de las cimas de las montañas. Los techos están construidos de paja y las paredes de palos envejecidos y cañas entrelazadas. Los suelos, hechos de pizarra, y las puertas desarrolladas con cortinas de saco, generan un ambiente de lo más original en este campo atípico que domina la zona Norte de Granada.

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