El panteón de Mecina Bombarón está integrado en el paisaje y muy bien cuidado. Rafael Vílchez

El pueblo de Granada con un cementerio de arquitectura tradicional

Los camposantos de Mecina Bombarón y Yegen, pertenecientes al municipio de Alpujarra de la Sierra, poseen terraos de launa en vez de tejas morunas para salvaguardar la manera de construir en muchos lugares de La Alpujarra

Jueves, 30 de octubre 2025, 10:01

Los camposantos municipales de Mecina Bombarón y Yegen son un ejemplo de la arquitectura tradicional de La Alpujarra. En estos sagrados lugares se pueden apreciar ... elementos como muros encalados, arcos de medio punto, nichos y enterramientos en tierra y tejados a semejanza de terraos (tejados planos). El cementerio de Mecina Bombarón se construyó en 1901, hace 124 años. Anteriormente estuvo situado dentro y junto a la iglesia consagrada a San Miguel. El panteón de Mecina Bombarón está integrado en el paisaje y muy bien cuidado. Hace unos años, el Ayuntamiento, presidido por José Antonio Gómez, realizó unas obras para modificar los espacios con cubiertas planas para seguir el estilo típico alpujarreño.

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El cementerio de Mecina Bombarón está ubicado junto a la carretera, en un solar de forma trapezoidal, rodeado por un muro encalado y sencillo. La gente lo visita mucho. El interior está organizado en varios niveles para aprovechar el relieve. La entrada se accede a través de una verja de hierro, con una cruz y una calavera en la parte superior. Este camposanto, al igual que el de Yegen, combina sepulturas de tierra con cruces de forja y agrupaciones de nichos con diseños propios. El municipio de Alpujarra de la Sierra está formado por los pueblos de Mecina Bombarón, Yegen y El Golco y el caserío de Montenegro. El Golco posee también un pequeño panteón cercano a la iglesia. En este lugar no se prodigan mucho los enterramientos por tener poca población.

El cementerio de Mecina Bombarón, principalmente, llama mucho la atención por su singularidad. En Alpujarra de la Sierra se respeta la arquitectura tradicional de La Alpujarra hasta en los camposantos y claro, atrapa la mirada por su singularidad. En este lugar se suele seguir enterrando algunos féretros bajo tierra, La aldea de Montenegro carece de cementerio por ser muy pequeña. Antiguamente los enterramientos se llevaban a cabo dentro de las iglesias y después junto a ellas. Más adelante tuvieron que alejarse de los cascos urbanos. Antes, algunos vecinos se prestaban a realizar el hoyo para poder introducir el féretro. Cuentan algunos viejos de La Alpujarra que en sus tiempos jóvenes se dio el caso de aparecer personas que habían fallecido a algún familiar para pedirles que cumplieran con las promesas que no había podido realizar en vida al morir repentinamente.

Cuenta Pío Navarro Alcalá-Zamora en su libro 'La cambiante estructura social de un pueblo de la Alpujarra'(1979), que «una vez ocurrido el óbito de una persona en Mecina Bombarón, los familiares lo amortajaban inmediatamente, poniéndole siempre su mejor traje, y lo colocaban en el suelo hasta que llegase la caja, poniendo cirios y velas por todas partes; «encender luces pronto de la forma que sea» es una voz que se escucha siempre en estos casos, cuando se trata de evitar a toda costa la oscuridad. Las campanas de la iglesia empiezan a doblar a muerto y la noticia recorre todo el pueblo rápidamente, la gente se acerca a la casa del muerto en un ir y venir constante, pero durante la noche, para el velatorio, sólo se quedan los más allegados y algunos deudos varones de la familia, renteros y aparceros principalmente. Parientes, vecinos o amigos les llevan a los de la casa mortuoria alguna comida, porque allí no se guisa mientras permanece el cadáver, para la madrugada les llevan café y aguardiente».

«Antiguamente, el cura iba a la casa mortuoria para rezar un responso y comenzar el entierro, que no iba directamente al cementerio sino que pasaba antes por las casas de los hijos del muerto, donde cada uno le pagaba un responso, a modo de despedida simbólica de los miembros del grupo familiar… El cadáver se conducía a manos de los hombres del pueblo que se turnaban; para ello; pero nunca a hombros y, en algunos pueblos, con tres toallas especiales que se pasaban por debajo de la caja, que se sostenía sobre ellas, parece ser que en Mecina sólo se conducía a los ricos de esta forma. Los cementerios solían estar situados en el centro del pueblo, al lado de la iglesia, hasta que últimamente están siendo cambiados de lugar, fuera del pueblo y más amplios, porque las dimensiones de los viejos son minúsculas. Nunca había tumbas permanentes ni losas y sólo algunas cruces de madera; se seguía un turno riguroso para los enterramientos… Antes, el cortejo fúnebre iba detrás del féretro y de los familiares, aunque éstos no mantenían una presidencia muy formas», cuenta en su interesante libro, entre otras cosas, Pío Navarro Alcalá-Zamora.

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