Calle de Pórtugos. Rafael Vílchez

La comarca granadina rodeada de historias, mitos y leyendas populares

El aislamiento de La Alpujarra en otros tiempos propició que a lo largo de los siglos se alimenten muchísimas leyendas que siguen cobrando vida en el sector popular habitantes la conocen con el nombre de la Dama Blanca.

Domingo, 9 de noviembre 2025, 13:58

Narraciones de fantasmas, experiencias misteriosas, apariciones, tesoros escondidos en moradas antiquísimas y parajes rurales. Casas encantadas. El aislamiento de La Alpujarra ha propiciado que a ... lo largo de los siglos se alimenten un gran número de ritos y leyendas que en muchos casos cobran vida en el sentir popular. Dice una leyenda que junto a varios castaños centenarios de Pórtugos y del Barranco de Poqueira existen enterrados pellejos con pepitas de oro procedentes de los yacimientos de Bérchules, Ugíjar y Alcolea.

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Hace muchos años apareció un gran tesoro en una casa que pasados los años albergó el cuartel de la Guardia Civil de Mecina Bombarón. Sus moradores se convirtieron en los más ricos del pueblo de la noche a la mañana. En otro lugar, en el Barrio Hondillo y en varios tajos de Lanjarón, en las ruinas del fuerte árabe de Juviles, en Bubión, en la zona del Tajo del Diablo de Capileira, en el camino de Cojáyar que va a Turón, en Mecina Bombarón, Montenegro, Yegen, El Golco, Válor, Mecina Alfahar, Ugíjar, Nevada, la Sierra de la Contraviesa, Alcázar de Venus, Tímar, Soportújar, Pórtugos, Trevélez, Torvizcón, Tímar, Almegíjar… muchos ancianos sostienen que se encuentran escondidos tesoros de oro y piedras preciosas que enterraron los moriscos antes de marchar a costas africanas o de ser asesinados por orden de Felipe II.

Dice la leyenda que la 'Pisada del Gigante' de Juviles, incrustada en la vertical de un enorme tajo, la hizo un gigante que residía en una cueva cercana de grandes proporciones. El gigante se alimentaba de lo que criaba en su finca y jamás quiso que nadie se acercara a su morada porque escondía en sus adentros un enorme tesoro. También, en plena Sierra Nevada, en la Laguna de la Caldera, son muchas las personas de Trevélez, Capileira, Busquístar, Bubión, Pampaneira… que recuerdan la leyenda de la sirenita. Dicen que esta se introduce por unos misteriosos huecos de las playas granadinas para llegar por un ojo de mar hasta la citada y altísima laguna donde se le puede ver en silencio y en las noches de luna llena contemplando las estrellas y el firmamento.

En Almegíjar algunos ancianos recuerdan la siguiente leyenda: antes, los agricultores del lugar tenían por costumbre almorzar en pleno campo para no perder tiempo en ir y venir. Las mujeres se encargaban de llevar las viandas en cestos. Pues bien, un día de muchísimo viento, una mujer delgada se dispuso a realizar la tarea de dar de comer a su esposo que recogía aceituna junto a un cerro, y cuentan que de repente se levantó un viento huracanado enorme que alzó a la mujer por los aires, y como si de una hoja seca se tratase, llegó a aterrizar sana y salva a unos 300 metros del punto de partida.

En Olías existe también una leyenda que narra como un pastor se acercó una vez con su rebaño al pié de la Sierra de Lújar y vio cómo de una oscura caverna salía un hombre que bien parecía un cura. Este le dijo al ganadero que le pidiese un deseo. El pastor le contestó asustado que lo único que quería era un recipiente para extraer agua de las pozas de las rocas para poder beber. La historia cuenta que aquella misteriosa persona, le entregó un cáliz de oro que fue depositado por el pastor en la iglesia y que poco después se lo llegó el párroco a otra parte.

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Relata también el gran periodista y escritor Eduardo Castro en su Guía General de la Alpujarra, que según la leyenda una de las lagunas más grandes de Sierra Nevada es la de Vacares, situada debajo de pico Puntal de Vacares y cuyas aguas se reúnen con otras para formar el Río Trevélez. Posee esta laguna un misterio especial, de acuerdo con una de las historias más hermosas que se hayan inventado nunca en las alturas penibéticas: la leyenda del pájaro blanco de Vacares.

Según la tradición popular, cuenta Eduardo Castro, en las proximidades de Vacares existe un antiguo y rico palacio construido por un generoso rey musulmán para morada de una bellísima princesa. El palacio fue un día cubierto por las aguas que formaron la laguna quedando atrapada en su interior la hermosa princesa, que sufre desde entonces un incansable deseo de atraer a los hombres para que la abracen y le den calor. Por esa causa, cada vez que algún varón se baña en Vacares es irremisiblemente arrastrado por la princesa a las profundidades del agua, donde permanecerá atrapado para toda la eternidad.

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También, en la Casa de la Pólvora de Pórtugos, hace algo más de un siglo apareció una persona en forma de luz para rogarle a un familiar que cumpliese con una manda que él no pudo satisfacer al Cristo de la Expiración de Órgiva por morir de repente cuando se despeñó por un tajo. Muchas cosas misteriosas pasan en este lugar que goza de excelentes energías positivas. Aseguran algunas personas que algo parecido pasó hace años en una casa de Ferreirola y a un vecino de Almegíjar.

En una finca de almendros de Murtas, en el paraje de 'El Cerrillo de Catalina', cuyo propietario fue hasta hace unos años el recordado músico y trovero Andrés Linares, se ha apreciado algo insólito: unos ruidos extraños que brotan de la misma tierra y humos blanquecinos que, y tal como pasaba en un paraje rural de Pórtugos, parecían venir del mismo infierno.

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Fernández y González en su libro Los monfíes de la Alpujarra, habla también de la existencia de un fantasma legendario en La Alpujarra, que no es otro que el de una señora de rara belleza que murió trágicamente durante la sublevación morisca. Esta se aparece, llorando, en las noches de plenilunio por campos de La Alpujarra oriental, cuyos habitantes la conocen con el nombre de la Dama Blanca. También, muchos vecinos de Fondales y lugares cercanos pudieron ver por la noche durante mucho tiempo el denominado 'rosario de las luces' en la cara de enfrente, una detrás de otra. Hace 30 años varios vecinos me aseguraron y la noticia fue publicada en IDEAL que daba escalofrío contemplar en la cara de enfrente de la sierra, en la zona de Panjuila, una especie de procesión de luces una detrás de otra. No fue el único lugar que esto sucedía.

La Alpujarra alberga también una amplia gama de relatos que han pasado de generación en generación, tejiendo un tapiz de narrativas que despiertan la imaginación y evocan un sentido de asombro y maravilla. La Alpujarra invita, entre otras cosas, a adentrarse en los misterios y leyendas. En este lugar parece que el tiempo se ha detenido y la magia de antaño aún se palpa en el aire. Hubo un tiempo en que se produjeron fenómenos paranormales en una vivienda de Ferreirola. Hay quien asegura que se aparecía la antigua dueña de la casa a pesar de haber fallecido tiempo atrás. En otros lugares se respira una atmósfera única y sobrecogedora. En la sierra de Lanjarón dicen que se escucha el latir de una campana cada cierto tiempo. Lanjarón y Soportújar en otros tiempos fueron tierra de brujas.

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La Alpujarra es también un destino imprescindible para los amantes de lo desconocido y lo paranormal. En 2008, dos investigadores: Rafael Reyes y Manuel Bolívar se adentraron en el Barranco de la Sangre, del municipio de La Taha, para desentrañar enigmas y misterios. Con su grabadora sensible, formularon preguntas cortas y obtuvieron repuestas en la mayoría de los casos. Estas personas colaboraron en el programa Cuarto Milenio, presentado por Iker Jiménez. Muchos de sus trabajos, entre ellos otro realizado en Pórtugos, en 'La Casa de la Pólvora', se hicieron famosos.

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