José Ignacio Soto Roldán, el granadino fallecido en Islandia.

Abandonan el cadáver de un granadino durante 9 horas en Islandia: «Lo llevaron en un camión de verduras y lo dejaron tirado»

La tía de José Ignacio Soto Roldán, un joven de 33 años de La Malahá, narra la odisea para repatriar el cuerpo de su sobrino desde los 3.000 kilómetos que les separan

DIEGO CALLEJÓN

GRANADA

Miércoles, 24 de octubre 2018, 23:13

El granadino José Ignacio Soto Roldán falleció el pasado jueves 18 de octubre en Akureyri (Islandia) a los 33 años de edad. Este joven, natural ... de La Malahá, se había trasladado hacía pocas semanas a Akureyri (Islandia) para buscar trabajo junto a unos amigos. Sin embargo, a los pocos días de estar allí, un ataque cardíaco acabó con su vida y dio inicio a una odisea para la familia, que trata de repatriar el cuerpo de su sobrino desde los 3.000 kilómetos que les separan.

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El periódico IDEAL se ha puesto en contacto con su tía, Rosa María Roldán Martínez, de 57 años, para conocer la historia del joven granadino y las dificultades a las que está teniendo que hacer frente la familia. Tal y como narra su tía, tras el fallecimiento de José Ignacio el jueves pasado, sus amigos «avisaron a las autoridades islandesas para que se hicieran cargo del cuerpo». Tras realizar el levantamiento del cadáver, una ambulancia lo llevó a la morgue de la ciudad de Akureyri. Más tarde, las autoridades avisaron a los amigos de José Ignacio de que el cuerpo sería trasladado el lunes a Reikiavik, la capital del país.

«Trasladaron el cuerpo de mi sobrino en un camión de frutas y verduras. A mí me parece indignante, pero la compañía islandesa dice que lleva 30 años haciéndolo así»

Rosa María Roldán Martínez

Sin embargo, según narra Rosa María Roldán, el cuerpo «salió el viernes sin previo aviso» desde Akureyri a Reikiavik y, además, «lo trasladaron de una forma que no es normal». El testimonio de la tía de José Ignacio afirma que llevaron su cadáver en un camión frigorífico de la compañía Eimskip, encargada del transporte de alimentos. «Trasladaron el cuerpo de mi sobrino en un camión de frutas y verduras. A mí me parece indignante, pero la compañía islandesa dice que lleva 30 años haciéndolo así», explica Rosa María.

El abandono del cuerpo

Además de la indignación por el extraño movimiento del cuerpo, la familia de José Ignacio afirma que el traslado quedó incompleto, ya que la compañía «se confundió» y dejó el cadáver del joven «abandonado durante nueve horas a temperatura ambiente en el puerto».

«Hicieron un destrozo llevándoselo a Reikiavik. Se les olvidó al lado de las cajas de frutas y verduras y fue una conocida de los amigos de mi sobrino quien lo encontró», cuenta Rosa María. Al parecer, esta trabajadora de la compañía Eimskip supo del traslado del cuerpo y, al ver una caja extraña en el puerto junto a las frutas y verduras, indagó y encontró un ataúd de plástico con el nombre de José Ignacio y su cadáver. Tras dar el aviso a los amigos del fallecido y poner las respectivas quejas, el cuerpo fue llevado finalmente a Reikiavik, aunque afectado por las nueve horas que había pasado a temperatura ambiente.

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La situación a día de hoy

Tras finalizar el accidentado traslado del cadáver, la familia comenzó a pelear por repatriar el cuerpo, aunque se encontró con serias dificultades. «José Ignacio no tenía seguro de decesos, por lo que económicamente la repatriación es algo que no nos podemos permitir. Además, su madre y yo sufrimos problemas de corazón, por lo que nos es imposible hacer el viaje hasta Islandia», explica Rosa María.

Del mismo modo, la tía del fallecido denuncia que «la funeraria está tratando fatal a los amigos de mi sobrino, que son nuestras manos en Islandia, quienes están moviendo todo». Al parecer, según narra la afectada, «desde el primer momento han puesto problemas» a pesar de que la familia está «financiando todos los gastos que surgen allí» y dando «autorización para todo a sus amigos».

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«Al final hemos optado por incinerar el cuerpo en Reikiavik y que los amigos de José Ignacio traigan sus cenizas a La Malaha, donde viven sus padres», cuenta Rosa María. Del mismo modo, la tía del granadino explica que «la situación a día de hoy es de incertidumbre, hemos pagado la cremación pero la funeraria dice que está a la espera de una autorización de la policía para hacerlo. No sabemos qué pinta aquí la policía, cuando ha sido una muerte natural y ya tenemos autorización judicial para hacerlo».

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