Profesionales de una panadería elaboran los hornazos

Dúrcal conmemora la secular Fiesta de los Hornazos

Cientos de vecinos del municipio consumen en el campo los conocidos bollos de pan de aceite con uno o dos huevos de gallina en su interior

RAFAEL VÍLCHEZ

Lunes, 6 de abril 2015, 00:27

Dúrcal celebró ayer, Domingo de Resurrección, y lo hará también hoy, Lunes de Pascua, la Fiesta de los Hornazos, en la que sus vecinos y ... gentes de toda la comarca, consumen en el campo miles de bollos de pan de aceite con uno o dos huevos de gallina embutidos en el centro. Además, existe la costumbre de romper los huevos duros de los hornazos en las cabezas de las personas que se encuentran más a mano para, según la tradición, darles suerte, salud, dinero y amor.

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Desde los últimos lustros, esta fiesta se suele celebrar junto al río de Dúrcal. Hace años la Fiesta de los Hornazos se celebraba el primer día en la aldea de Marchena. La gente llegaba hasta este lugar en el célebre tranvía que pasaba por allí camino de Granada capital, andando, en vehículos o en carros y caballerías.

Allí, en zonas como Los Hinatares, el Trance Alto o El Huertezuelo, algunos grupos de jóvenes y mayores, entre bromas, chistes y chascarrillos, juegos deportivos, canciones y risas, degustaban choto al ajillo, chuletas de cerdo y cordero a la brasa, ensalada de pimientos, tomate y lechuga y remojón de naranja. Eso sí, todo regado con el mosto de la zona, cerveza y vinillo dulce de Málaga.

Cuando llegaba la tarde se empezaban las tripas de salchichón casero y para rellenar más el estómago se comenzaba a degustar el célebre hornazo, elaborado con harina, levadura, sal y uno o dos huevos, en las tahonas de Dúrcal, conocidas con los nombres de Virtudes, Dolores, María, Luisa, Pescado y Carlos. También era y sigue siendo costumbre, consumir en estos días uvas pasas, naranjas, plátanos y chocolate en porciones acompañado con bollos de aceite, esta vez sin huevo.

Al día siguiente, Lunes de Pascua, la fiesta continuaba pero en otro lugar, junto al río Dúrcal donde, y ahora también, durante dos días suele celebrarse esta fiesta. Antes, más que ahora, grandes y pequeños pasaban esta jornada especial entre olivares, en las eras morunas, en la Cuesta de la Fidea, la Poza de Pipa el Pastor, la Boca de las Presas, las Cuevas, el Barranco de los Lobos o Las Arenillas. Así, y aunque ya no era fiesta local, en el tercer día de Pascua los niños y niñas en pandilla acompañados de varios mayores solían acudir con su merendica hornacera a las eras de Balina, La Graja, Darrón y Almócita.

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Mecedor

Y si llovía en estos días, la fiesta se celebraba dentro de las casas. En las moradas que contaban con un pajar o patio se instalaba un mecedor con unas sogas gruesas. La chiquillería se lo pasaba bien, meciéndose mediante turnos. En aquellos días ya lejanos, el cine de Manuel Padial, en sesión continua, era frecuentado por centenares de personas para ver mayormente películas históricas y de 'romanos'.

Enamorados

También en Dúrcal, en la noche del Sábado de Gloria, existe todavía una tradición en la que los mozos manifiestan sus sentimientos hacia su amada o amiga colgándole ramitas en su ventana. Si le ponen azahar indica que el mozo se quiere casar con ella; si la rama es de cerezo es que quiere darle un beso; si es de laurel, que la quiere ver; si es de sarmiento que se arrepiente y si es de higuera le presagia que a ese paso se va a quedar mozuela.

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Este lenguaje de las ramas se lo toman la mayoría de los padres de las jóvenes con buen humor y cuando escuchan las serenatas que les dedican a sus hijas los invitan a dulces y licores. Asimismo, si alguna madre cuando se levanta temprano ve que en la puerta de su casa han colocado alguna rama de olivo, sarmiento o higuera la hacen desaparecer para que su hija no sufra y sea feliz.

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