«Promocionar la ciudad más bella del mundo no me cuesta»

–Por mucho que la profesión le haya hecho emigrar a Madrid, sus raíces están en Granada, en una familia trabajadora.

–Así es. La familia de mi padre se dedicó desde siempre a la carnicería, y tuvo un puesto en el Mercado de San Agustín. Trabajó desde los seis años ayudando a mi abuelo. Y sabía lo importante que era la cercanía en su trabajo. Era un gran profesional. Tuve una infancia feliz, estudié en las Jesuitinas, y sobre todo, tuve el aliento de mis padres en todo momento, ya que desde muy pequeña les dije que quería dedicarme al arte y la creatividad. Ellos solo me pidieron que estudiara, sin decirme nada sobre la profesión que había escogido. Y me siguen apoyando, mi padre desde arriba, y mi madre, María José, desde abajo.

–Es usted muy polifacética, nos dicen.

–Me encanta todo el trabajo manual. Diseño ropa, restauro muebles... ¡Si me da un mueble viejo, le hago una lámpara! (risas). He ido afinando el camino y dedicándome a la interpretación, pero sin dejar de lado en ningún momento todas esas actividades, que me encantan.

–Empezó usted muy pronto a estar bajo los focos, ya que con 15 años fue presentadora del programa infantil 'Club Megatrix' de Antena 3.

–Sí, aquello fue muy bonito, y surgió de repente. Vi un anuncio en la televisión donde se decía que buscaban presentadores, y me presenté al casting. Primero hubo una selección en Sevilla, a la que fui con mis padres. Tuvo mucha gracia, porque yo no había hecho nada de interpretación en la vida, e iba verde como una lechuga... (risas). Mi padre decía que aquello era una pantomima, y que no tenía nada claro que me fueran a llamar... Pero de repente, me llamaron.

–¿Le cambió mucho la vida?

–No, yo seguía teniendo los pies en el suelo. Grabábamos los fines de semana, y muchas veces me ponía el uniforme del colegio al bajarme del avión, en el coche, el lunes por la mañana temprano, camino a clase. Mi madre me decía que hiciera lo que quisiera, pero que al colegio no se faltaba. Lo pasé bomba, me trataron muy bien. Para mí eran casi unas vacaciones pagadas, y fue mi primer contacto con un medio que me gusta mucho. Recuerdo que mis compañeros me pedían que pusieran más episodios de 'Bola de dragón', y yo les decía que era presentadora, pero no decidía qué dibujos ponían... (risas).

–Está más que acostumbrada a trabajar duro, ya que fue una de las protagonistas de la recordada serie 'Arrayán'.

–Aquello fue una magnífica escuela; sí que fue duro, pero lo recuerdo como una de las mejores épocas de mi vida. Trabajé con profesionales que tenían muy claro lo que hacían, con una gran trayectoria, y fue una experiencia muy enriquecedora. Nos recogían a las cinco de la mañana, rodábamos hasta las cuatro o las cinco de la tarde, y nos daban, por ejemplo, 25 páginas de guion que había que aprender para el día siguiente, cuando volvían a recogerte a las cinco de la mañana para empezar otra jornada.

–Y durante todo el tiempo, encima, formándose.

–Siempre tuve claro que en mi profesión, como en todas, la formación es clave, pero en la mía es, además, imprescindible. Pasé por la Escuela de Radio y Televisión de Granada, donde aprendí todos los oficios televisivos: me encantaba llevar la cámara, realizar... Ahí toqué todos los palos, y conocí las profesiones de mi trabajo.

–Incluso fue paparazzi...

–Sí, la productora que seguía a los famosos en la Costa del Sol fue en busca de una redactora que diera la cara, y me pasé un verano entero contando los dimes y diretes de quienes ocupaban las portadas de la prensa del corazón por entonces... ¡Fue muy divertido! Comíamos en cualquier parte, teníamos jornadas larguísimas de trabajo, pero aprendí mucho de profesionales mucho más veteranos que yo. Tenga en cuenta que esto fue entre Megatrix y Arrayán, así que era una cría.

–Una cría con muchas ganas.

–¡Eso siempre! Sin pasión nada se puede hacer. Por eso, precisamente cuando estaba en Arrayán, pasaba mi tiempo libre asistiendo a seminarios y cursos en Escénica, un sitio estupendo donde iban primeras figuras a dar clase. Entre muchos otros, estuve con el director granadino Miguel Hermoso en un curso de interpretación para cine.

–Ha alternado usted entre la comedia y el drama a lo largo de su carrera. ¿En qué registro se siente más cómoda?

–Por comodidad física, tengo más acceso al drama. Sé llegar a mis sentimientos, no me cuesta emocionarme. La comedia es muy complicada para cualquier actor; nos transmite mucha más inseguridad en lo que hacemos. Me divierte mucho interpretar comedia, pero es donde más me exijo.

–Además, entró en la 'sit com' televisiva por la puerta grande, nada menos que en 'Aída'.

–Sí, es cierto. Hacer reír es muy complicado, y en aquella serie había muchos maestros en el arte de hacer reír.

–Luego estuvo en 'La verdad' o 'Vergüenza' otras series muy seguidas, y en registros diametralmente opuestos.

–Tengo muy buenos recuerdos de 'La verdad'. Las localizaciones en Santander eran espectaculares. Y 'Vergüenza' fue un trabajo igualmente muy gratificante.

–Trabajar en una serie diaria es casi como el teatro. ¿Comparte usted esa afirmación de que ningún actor lo es completamente hasta que no hace una función de teatro?

–Del todo. Se me pone la piel de gallina al pensar en la sensación que se tiene sobre un escenario. No es comparable a nada.

–Además, usted participó en el proyecto que introdujo el microteatro, además en un formato muy especial, en España.

–Sí, José Mastret, que fue mi profesor, tuvo la idea de convertir la casa de una portera en un teatro, cuando las salas 'off' no existían. Fue un 'boom' a nivel internacional, porque no había nada así. El público nos seguía por las habitaciones, se sentaba en las paredes y nos veía actuar. Allí montamos 'Ivanov' de Chejov, donde interpreté a Sara Leyva. Pero es que antes de interpretar, nos tocó arreglar la casa, pintarla... Fue una gran aventura.

–Y hablando de casa, ¿cómo se siente haciendo este spot para promocionar su ciudad?

–Feliz, porque promocionar la ciudad más bella del mundo no me cuesta. Granada tiene historia detrás, y un entorno geográfico inigualable. La playa de Calahonda es mi paraíso, y me encanta esquiar en Sierra Nevada. Y luego está su actividad cultural, también muy importante.

–¿Trabajaría más aquí si pudiera?

–Me encantaría. Granada tiene talento, hay muchas compañías de teatro muy buenas, tiene salas, pero necesita un esfuerzo de todos, las administraciones también, para no perder comba y seguir ostentando ese lugar de privilegio.