La procesión de los manteros
En estos días, ante la atenta vigilancia de la Policía Local, proliferan los intentos de vender mercancía falsa en la calle, aprovechando la alta afluencia de público
La capital bulle en estos días de gente. Y esa algarabía trae consigo la proliferación de vendedores ambulantes que intentan colocar mercancía falsa -imitaciones que ... no engañan a nadie, sólo a quienes las portan-, lo cual repercute negativamente en el comercio local. Existe una procesión de 'manteros' cuya carrera oficial comprende Plaza Nueva, Bib Rambla, Mesones, Puerta Real y la plaza del Humilladero. Y es una procesión en la que alternan la calma, cuando se coloca el material encima de las aceras, y la precipitación de regreso al 'templo', no porque llueva, sino porque los vendedores salen corriendo al ver las patrullas de la Policía Local, fundamentalmente.
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Como afirma Jacinto Sánchez, portavoz de la Policía Local de Granada, «la ciudad se ha convertido en un oasis para este tipo de vendedores, tanto en los fines de semana, como en puentes y fechas señaladas como estas. Y estamos notando un aumento en la presencia de este perfil de vendedor como consecuencia de la ralentización de la temporada de Sierra Nevada a causa de la climatología. Antes de que comience la temporada de Costa, muchos de los 'manteros' se van a concentrar en la capital».
La persistencia en la comisión de delitos -recordemos que vender falsificaciones lo es- es perseguida por la Policía Local, que incluso en estos días dedica una patrulla en exclusiva a la persecución de la venta ilegal. «Normalmente salen corriendo, pero en ocasiones se resisten, y nos desafían. Hace escasas fechas tuvimos que practicar una detención», destaca Sánchez.
¿Qué ocurre con el material incautado? «Dada la gran cantidad de referencias que recuperamos, tenemos que vaciar nuestros almacenes con cierta frecuencia. Llevamos el material textil a una empresa de Atarfe que se dedica a triturarlo», comenta el portavoz. Otro asunto son los vendedores que no intentan colocar falsificaciones, sino que venden bisutería de creación propia u otros objetos fuera de los espacios -mercadillos artesanales- especialmente acotados para ello. «A estos sí que se les devuelve la mercancía, después de que paguen la correspondiente tasa por haber infringido la ordenanza», afirma.
La liberalización de horarios y la persistencia de la venta ambulante arrojan un panorama comercial de la ciudad que para algunos profesionales de la venta se ha convertido en un auténtico Calvario, como aseguran algunos propietarios de negocios del centro. El tiempo dará y quitará razones en torno al mantenimiento de un tejido con personalidad propia.
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