Turistas con maletas por el Realejo. Ramón L. Pérez

La presión de los pisos turísticos crece en la capital y recupera niveles prepandemia

El mercado del alquiler turístico en Granada aumenta un 22% en un año y los hosteleros piden inspecciones, que la Junta lleva a cabo

Laura Ubago y Juanjo Cerero

Sábado, 6 de mayo 2023

Por las cuestas empedradas del Albaicín aparecen de vez en cuando ruedas desmembradas de maletas. Esta barrio, Patrimonio de la Humanidad, tiene cada vez menos ... vecinos y más turistas. Es una de las zonas de Granada capital que soporta la presión de los pisos turísticos, considerados una bendición para los que se benefician de ellos y una plaga, para sectores que chocan con estos apartamentos como el hotelero.

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Ha sido la Federación Provincial de Empresas de Hostelería y Turismo de Granada la que ha pedido a las instituciones que controlen estas viviendas de uso turístico, que suponen «una competencia desleal» cuando funcionan de manera ilegal o engrosan la economía sumergida. Los hosteleros piden tanto a la Junta de Andalucía como al Ayuntamiento de Granada que controle la proliferación de este tipo de alojamientos. «Nosotros somos los que mantenemos el empleo, pagamos los impuestos, soportamos las inspecciones y cuidamos los barrios y el centro histórico por eso desde la Federación pedimos que no miren para otro lado y que controlen las viviendas con fines turísticos que se disparan», piden los representantes de los hosteleros y hoteleros.

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El mercado de alquileres turísticos en Granada ha experimentado un incremento del 22% con respecto al año pasado (2022), con una creciente tendencia en la mayoría de los barrios de la ciudad, especialmente en el centro. En un año, en la capital, se ha pasado de 2.196 a 2.667, según los datos de AirDna, empresa de análisis de mercado de este sector. La ocupación se ha mantenido estable en barrios como Albaicín, mientras que ha experimentado un aumento en las zonas de Realejo-San Matías y Centro. Los apartamentos están bastante concentrados y estos barrios acogen el 80% de todos los pisos turísticos de la ciudad.

La rentabilidad en la mayoría de los sitios supera los 100 euros por oferta y noche. Hay excepciones en barrios que tienen más de 20 ofertas estimadas como el Zaidín (78,77 euros) y San Ildefonso (74,59 euros). El Realejo-San Matías es el gran barrio turístico de los pisos turísticos de Granada que más se encarece, además, con un aumento del 16% del coste en un año, según los datos de AirDna.

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Cuando en marzo de 2020 se impuso el confinamiento y el turismo desapareció de golpe, muchas viviendas de uso turístico cambiaron a ser primera residencia, alquiler a largo plazo, o incluso se vendieron. Sin embargo, una vez superada la pandemia, los pisos turísticos crecen en Granada y alcanzan ya niveles similares a los de 2019, según indican desde la Delegación de Turismo de Granada.

Según el registro oficial de la Junta de Andalucía, en Granada capital, hay 2.878 viviendas con 14.493 plazas y en la provincia, 6.653 que suman 35.523 camas.

Los propietarios de estas VFT (viviendas con fines turísticos)presentan en Turismo una declaración responsable que acaba con la inscripción de esa vivienda en el registro. «Actualmente, estamos en niveles medios parecidos a 2019, no tenemos picos tan altos (con más de 200 por mes) ni picos tan bajos (en torno a 60 bajas) como en 2019. Ahora el crecimiento es más estable, con entre 100 y 150 solicitudes nuevas por mes», apuntan.

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Controlar la ilegalidad

El delegado de Turismo, Fernando Egea, explica que mediante las inspecciones controlan la ilegalidad en el campo de los pisos turísticos. Los técnicos rastrean las diferentes plataformas online y comprueban que los pisos anunciados estén en el registro de apartamentos turísticos.

Cuando encuentran pisos sin regularizar o que no ofrecen las prestaciones que ofertaban se imponen las sanciones que acaban en el aumento de los apartamentos inscritos en el registro de la Junta. Ahora también cruzan los datos por la Policía Nacional, ya que los huéspedes se registran y así también descubren apartamentos que no están dados de alta.

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La Junta cuenta en Granada con seis inspectores que se encargan de controlar las viviendas turísticas. «En las zonas del ámbito rural es más fácil, en la capital algo más complejo», señala Fernando Egea. Por eso, el delegado de Turismo pide a los vecinos que denuncien de manera anónima. No una denuncia formal sino un aviso en la propia web de la Junta. Además de controlar la ilegalidad, Egea señala que también se debe controlar que las zonas no se masifiquen.

La Delegación de Turismo, Cultura y Deporte llevó a cabo, el pasado año, un total de 1.155 actuaciones inspectoras en turismo, «para luchar contra el fraude, la clandestinidad en materia turística y para velar por el respeto a los derechos de las personas usuarias de los servicios turísticos». Las actuaciones inspectoras se concentraron mayormente en el servicio turístico de alojamiento con un total de 834, la mayoría en las viviendas turísticas con 548 y el resto, 286, en establecimientos de alojamiento.

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El concejal de Participación Ciudadana, Turismo, Comercio y Recursos Humanos del Ayuntamiento de Granada, Eduardo Castillo, considera que la Junta «va tarde» a la hora de dar opciones a los municipios para poder controlar los pisos turísticos. «Nosotros los consideramos un complemento de la oferta pero se necesita una regulación. La Junta tiene que aprobar un decreto que será la herramienta para los ayuntamientos y llevamos esperando esta norma desde hace meses», apunta el concejal del Ayuntamiento granadino. Según Castillo, tanto consistorios como comunidades de vecinos podrán actuar con el decreto.

En los barrios granadinos no generan problemas de convivencia –todavía– las viviendas turísticas. «Ruidos son pocos. Lo que sí notamos es que ensucian porque sacan la basura los domingos y la dejan en las papeleras», cuenta Antonio López, presidente de los vecinos del Realejo, que indica que habría que aclarar a estos huéspedes que hacer con los desperdicios.

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En el Albaicín, desde la asociación de vecinos, Marga Marín, apunta que no hay problemas de convivencia porque la mayoría se alojan en viviendas unifamiliares. Sí dice que están las papeleras llenan los domingos porque sacan la basura y que el peligro de la expansión de estas viviendas es a futuro, «porque el barrio puede convertirse en un teatrillo lleno de turistas en vez de vecinos que cuiden de él», manifiesta.

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