Dos rescatadores rastrean la poza del río Trevélez guardia civil

La poza del río Trevélez «te atrapa y no te suelta, te hunde y te saca hasta que te ahogas»

Los expertos del Grupo de Rescate en Montaña de la Guardia Civil plantean señalizar la zona para evitar que crezca el número de fallecidos, que ya asciende a siete

Carlos Morán

Granada

Sábado, 25 de junio 2022, 00:52

La naturaleza y el paso del tiempo han diseñado una trampa mortal en el curso alto del río Trevélez de Granada, un paraje al que ... se llega a través del término municipal de Órgiva, en la Alpujarra. Si no se extreman las precauciones, adentrarse en ella es como jugar a la ruleta rusa. Los barranquistas que se atreven con la poza más letal de España en la última década, ya se ha cobrado la vida de siete deportistas (cuatro de los fallecimientos han ocurrido en 2019 y este 2022), tienen que caminar por una superficie que es más resbaladiza que un trozo de jabón. Es como andar sobre el lomo de una anguila. Un patinazo y el excursionista acaba con el agua al cuello, atrapado en un remolino turbio –el cauce arrastra hierro y barro– que difícilmente deja escapar a sus presas. «La 'lavadora' no te suelta. Te sumerge y te saca una y otra vez. Y, al final, la fatiga te vence. Yte ahogas. La pared no tiene asideros y las turbulencias te hunden y te sacan hasta que no puedes más», detalla la escalofriante mecánica de la poza maldita Rubén Santos, jefe de los Grupos de Rescate Especial de Intervención del Área de Montaña (Greim) de la Guardia Civil en Granada.

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Rutina asesina

Si no hay alguien experimentado cerca para rescatar a la víctima –y esa es una misión que está al alcance de muy pocos–, lo normal es que se imponga la rutina asesina del barranco. Lo habitual en esos casos es que la persona que intente salvar al caído corra la misma suerte. «Fue lo que ocurrió en 2019. Un joven que estaba haciendo barranquismo se precipitó a la poza y no podía salir. El padre se tiró para ayudarle y no sobrevivieron ninguno de los dos. Se entiende el impulso del padre, pero no debió hacerlo. Es fácil decirlo, porque hay que tener la sangre y la mente muy frías para ver cómo se muere tu hijo sin intentar algo...», medita el capitán Santos.

Este pasado domingo, la tragedia volvió a repetirse. Un veterinario murciano y una mujer de Alicante fueron engullidos por la profunda poza del río Trevélez. Al anochecer, se perdió su pista y los rescatadores del Greim iniciaron la búsqueda la mañana del lunes. Poco después, hallaban los cadáveres de los infortunados deportistas flotando en las oscuras aguas de un lugar que se ha convertido ya en una tumba colectiva.

Los únicos testigos de lo que sucedió fueron las propias víctimas, así que los expertos solo pueden hacer conjeturas a partir de lo que vieron en la escena del accidente. «Los dos estaban enredados en la cuerda que utilizaron para descender. Suponemos que uno de ellos resbaló y el otro trató de salvarlo, pero el remolino se los tragó a los dos», apunta el oficial Santos. Otra vez el mismo funesto guión. La piedra mojada y deslizante, la caída, el abrazo de la corriente salvaje y el callejón sin salida.

Aunque parezca un desatino o una frivolidad, la extrema peligrosidad de la poza del río Trevélez es un imán para los barranquistas más osados. Su historial de muertes atrae a los amantes de los retos más comprometidos.

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En este sentido, los especialistas de la Guardia Civil temen que la terrible lista de defunciones puede seguir creciendo en el futuro. «Hay quien se mueve por ese morbo que da hacerse un barranco tan arriesgado. Así que es altamente posible que vuelva a ocurrir», pronostica el mando del instituto armado.

«Además de los traspiés, hay personas que sobre estiman sus capacidades y creen que pueden saltar la poza, pero no lo consiguen y, cuando se dan cuenta, ya es demasiado tarde para corregir el error», refiere el jefe Santos otro de los fallos que ha alimentado la leyenda negra de la garganta del río Trevélez.

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Señalizar la zona

Para evitar nuevos percances, el responsable de los Greim del Área de Montaña de Granada dice que hay que plantearse la posibilidad (la necesidad, incluso) de señalizar la zona, sin descartar la alternativa de prohibir el acceso al paraje en determinadas épocas del año. En ello están. Aunque lo más efectivo sería seguir la recomendación del capitán Santos: «No es obligatorio pasar por esa poza, te la puedes saltar», concluye con un consejo inapelable.

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