Vista de la puerta de entrada al cementerio de Santa Fe. IDEAL
Día de Todos los Santos

«Todavía no he podido ir al cementerio, aquello me traumatizó mucho»

Mónica López perdió a su madre el 17 de abril de 2020. Solo pudieron asistir al entierro tres de los cinco hermanos. Lo tuvieron que echar a suertes. Le han quedado secuelas: aún no ha sido capaz de pisar el camposanto; ha visto la lápida de su madre solo en foto.

Martes, 1 de noviembre 2022, 09:52

Mónica López, vecina de Churriana de la Vega, solo ha podido ver la lápida de su madre, María Teresa Gijón, en foto. Todavía no ha ... sido capaz de pisar el cementerio donde su progenitora fue enterrada casi en soledad el 17 de abril de 2020: el de Santa Fe. Es una especie de secuela del duelo sin consuelo que le tocó vivir en plena pandemia. Su madre no falleció en el hospital, por lo que al menos pudieron llorarla, tocarla y abrazarla antes de que la funeraria se la llevase inerte. «Gracias a Dios, por suerte o por desgracia, falleció en casa y tuvimos la oportunidad de estar con ella el tiempo que tardó la funeraria, que fue un par de horas. Se la llevaron y nadie pudimos ir al velatorio, ¡nadie!», rememora. La muerte sorprendió a María Teresa a las cuatro y veinte de la madrugada. A las once de la mañana de ese mismo día ya estaba siendo enterrada.

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Mónica y sus cuatro hermanos se tuvieron que «echar a suertes» quién entraba al camposanto para dar el último adiós a su mamá, que se marchó de esta vida a los 69 años. No por covid, sino por una patología respiratoria. El país estaba confinado. La psicosis era máxima. Las medidas para evitar los contagios, extremas. Solo pudieron estar presentes tres personas en el momento de la inhumación de María Teresa. Mónica tuvo la 'suerte' de poder presenciar cómo daban sepultura a quien le dio la vida.

«Es muy duro que no puedas ir al funeral de tu madre. Íbamos solo tres hijos y los tres estábamos muy mal, a cual peor. ¿Quién consolaba a quién? Nos agarramos al muchacho de la funeraria y tuvimos que compartir con un extraño un sentimiento muy grande». Desde entonces, Mónica no ha vuelto a visitar la tumba. No puede. Ni siquiera el Día de Todos los Santos. Son sus otros hermanos quienes adecentan el nicho y llevan flores a su progenitora. «Yo todavía, a día de hoy, no he podido ir al cementerio. Mi hermanos sí han ido. A mí me traumatizó aquello mucho: el sentirme tan sola en un momento tan duro. Fue horrible».

Mónica suele hablar con María Teresa todos los días en su mente y sigue celebrando cada 3 de octubre su cumpleaños, aunque ella ya no esté. Ese día se reúne toda la familia. Y le compran una tarta. Y soplan las velas en su memoria. Y ahora sí ya todos juntos.

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