Una piscina terapéutica en Granada para todo el verano

El grupo de esta mañana tiene dos horas por delante de chapuzones, fresquito y zambullidas varias, cosa que aprovechan al máximo. Se trata en este caso de un grupo de los talleres ocupacionales, pero no van a ser los únicos que este verano van a disfrutar de esta nueva oferta. Ni mucho menos.

Unas 250 personas de la residencia de mayores La Milagrosa, así como del centro psicopedagógico Reina Sofía y del centro ocupacional Reina Sofía se beneficiarán de las nuevas instalaciones. Aunque el objetivo del servicio es principalmente terapéutico, los centros sociales de la Diputación tienen previsto poner en marcha un programa de ocio acuático junto al programa para mejorar las capacidades físicas de los usuarios.

Es la clave de esta instalación. Ernesto Rosales Álvarez, director del centro psicopedagógico Reina Sofía, una residencia de gravementes afectados con discapacidad intelectual grave, explica que la piscina va a permitir continuar la trayectoria de esta residencia. «Buscamos que los residentes sean felices, y en esa felicidad, encontrar un enfoque terapéutico. Ahora mismo, estos primeros meses en verano, la actividad tiene un componente más de ocio. Pero está diseñada para que vayamos haciéndola terapéutico en el más amplio sentido de la palabra». Significa que si un residente se encuentra malhumorado, por ejemplo, y al llegar a la piscina y bañarse le cambia la cara a otra de felicidad, una actividad en principio de ocio se convierte en una actividad terapéutica. «Por ahí queremos trabajar, poco a poco», comparte.

«Estamos encantados, pero un poco nerviosos también porque hay que adaptar la normativa, y con esto de la 'sectorización', es decir, realizar todas las actividades en burbujas, todo es más complicado y delicado». El resultado tiene que ser un plan en burbuja normal y corriente como si fuera una pandilla o un grupo familiar. «Iremos a la piscina, se harán los juegos y luego almorzarán o se tomarán la merienda, que la ponemos también nosotros. Esta es la idea que tenemos en el campo del ocio».

Con la apertura a principios de julio, los centros sociales de la Diputación de Granada cuentan ya de esta manera con su piscina terapéutica. El nuevo equipamiento, en funcionamiento desde primero de julio, ha supuesto una inversión de 141.584 euros y beneficiará a todos los usuarios de los centros sociales situados en el complejo de Armilla de la Diputación.

El presidente de la Diputación de Granada, José Entrena, junto a la diputada de Centros Sociales, Adela Álvarez, asistieron esta semana al acto de inauguración de la piscina, cuyas obras se han ejecutado entre 2020 y 2021.

Durante el acto, al que también asistieron diputados del gobierno provincial, así como de los grupos políticos de la corporación y representantes de los municipios de Armilla y Ogíjares, el presidente de la Diputación destacó que con la puesta en funcionamiento de la piscina se amplían los servicios que la institución provincial ofrece a los usuarios de los centros sociales y mejora su calidad de vida.

Las obras realizadas han incluido la construcción de la piscina, con las instalaciones necesarias para su uso y depuración de aguas, se ha cubierto con una estructura retráctil, con pórticos plegables para permitir la prolongación de la temporada de baño y la preparación de la arqueta de la depuración de la piscina, con el fin de poder suministrar agua caliente para prolongar la temporada de baño y terapéutica.

Además, en el entorno de la piscina se han construido unos aseos para los usuarios, con dos unidades para personas con disfuncionalidad, y otro para monitores y personal de apoyo.

El director del centro psicopedagógico Reina Sofía explica que el objetivo primordial es intentar dar la prestación de un servicio a personas con discapacidad que sea lo más completo posible y moderno. «De la misma manera que nosotros buscamos alcanzar cuotas de felicidad en nuestra vida diaria, pues nosotros igual con nuestros residentes, y se lo ofertamos a ellos para que también puedan ser un poco más felices». «Hay que pensar, añade, que yo llevo 34 años trabajando en la residencia y que hay gente que ya estaba aquí cuando yo llegué. Y ahora tienen 85 años, 90 años. Así que lo que pensamos aquí es que sean felices», añade.

Y, desde luego, felices se les ve. Están en la piscina jugando y dándolo todo. Tienen su 'playa' para secarse y tumbarse en unas tumbonas que también tienen su historia. «Las hemos rescatado del antiguo hogar infantil. Tendrán más de cincuenta años». Pero son preciosas, con sus flores rojas y sus hojas verdes.

La piscina tiene buenas pintas. Corre entre la calima una brisa fresca en Armilla y el chapuzón es de lo más deseable. Tiene una rampa a nivel cero para que sea cien por cien accesible, y la profundidad máxima es de 1.20 metros. El agua es salada y se desinfecta con cloro, y tiene un techo, una cubierta mejor dicho, practicable para poder ser utilizada los doce meses del año.

La juerga en el agua continúa. Los monitores reparten los churros de colores para que el grupo juegue con ellos. Sacan los balones y juegan a pasársela. Cantan canciones. Gritan sus nombres y los de sus compañeros. Es, probablemente, el mejor momento del día.