La pequeña gran feria del Zaidín
El barrio, que se queda sin sus tradicionales fiestas otro año, disfruta de las atracciones y las casetas en un ambiente familiar y de celebración
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Rojiblanca
PEPE MARÍN A las 19.20 horas, con la urgencia de un despertador, explota la música en el Zaidín. Explota tan fuerte que se cuela por las calles del barrio como un tsunami. La bocina de la feria, ese clásico «¡ninoninoninoní!», tiene el mismo efecto llamada que la sirena del colegio, cuando anuncia el recreo y los alumnos corren al patio. Javier y Shanti fueron de los primeros en llegar. Traían a Emma vestida para la ocasión, hermosa de lunares rojos y blancos, como los del Granada. «Claro, de fiesta a disfrutar del barrio», dice la madre.
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A la Luna
PEPE MARÍN Bea agita la mano cuando arranca el scalextric (por cierto, ¿cómo llaman a esta atracción? ¿Tiene algún nombre? ¿Es un tiovivo?) y se despide de Lucía, que sonríe como si se fuera a la Luna. «Va en el coche de Bob Esponja», indica. «¡Ahí viene otra vez!», grita y Lucía le regala la misma sonrisa. No faltó vuelta sin su sonrisa.
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Spider-Woman
PEPE MARÍN Conforme avanza la tarde, las atraciones se van llenando. Hay una veintena y no falta ningún clásico. También hay actividades de juego, como pistas de fúbol, juegos de puntería, piscinas de bolas y, por supuesto, las camas elásticas, uno de los favoritos, siempre con cola para entrar. Si saltan alto, los niños pueden ver un Spider-Man de frente. Y, cada vez que vuelven al suelo, una Spider-Woman de carne y hueso.
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Bob hambriento
PEPE MARÍN Como en toda buena feria, hay detalles llamativos. Como el tren de la bruja, ilustrado con una mezcla de personajes de 'Harry Potter' y de 'El Señor de los Anillos'. O ese Bob Esponja que, como si fuera uno de los gigantes de 'El ataque a los titanes', se zampa a los niños sin medias tintas. Ellos, los niños, se lo pasan en grande. Como José, el de la foto, que entra y sale sin parar mientras sus padres, José y Guada, le siguen la pista.
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Tres euros
PEPE MARÍN La feria del Zaidín estará hasta el próximo viernes 10 para no coincidir con la siguiente feria: la vuelta al cole. En la Ranita Feliz, los adolescentes procuran no pensar en lo poco que les queda para sentarse en el pupitre. «¡Esto es un clásico que nunca falta!», exclama Juan, de 15 años, al bajarse. Un clásico que, como el resto de atracciones, cuesta tres euros.
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Barco
PEPE MARÍN Antes de subir a la Barcaza, dos chavales discuten sobre qué jaula elegir. «Aquella es mejor -expone uno- porque no da el sol de frente». «A ver, pues nos damos la vuelta», responde el otro.
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'Fast & Furious'
PEPE MARÍN Entre los adolescentes hay una atracción con cierto magnetismo: los coches de choque. «¡Toma! ¡Como en la peli!», grita un joven, al golpear de lado el vehículo donde va una chica. «Ahora verás peli», responde ella, mientras gira el volante a toda velocidad. Fuera, un puñado de chavales observa con atención a un amigo que está a punto de golpear el 'punching ball'. La campana suena y los amigos ríen. «Estás flojo», bromean.
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Dulce
PEPE MARÍN La tía Rocío y las abuelas Pilar y Paqui se llevaron a la feria a los niños: Darío, Ale y Vicky. Tras pasar junto al puesto de chucherías, las niñas señalaron con el dedo la máquina de algodón de azúcar. Luego, divertidas, se dejaban bigotes rosas. ¿Está rico? «¡Riquísimo!», responde Vicky.
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Tradición
PEPE MARÍN Conchi, Ángeles, Juan y Pepe no querían que la covid, otra vez, les quitara su «sagrada tradición». «Es algo que hacemos todos los años, nuestra tradición: venir a tomar un buen vino del Maño de toda la vida», dice Conchi, sonriente. «¿Pero esto es del Maño?», pregunta Juan. «¡No lo sé!», responde la primera, provocando la carcajada de todos. «¡Es vino y está buenísimo!».
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