La peluquera granadina que convierte mechas en likes
Any__k, suma más de 500.000 seguidores en TikTok y 126.000 en Instagram hablando de lo suyo: tintes, canas y rubios imposibles
La calle Maestro Cebrián, que desemboca discretamente en Camino de Ronda, podría pasar por otra más de Granada si no fuera porque en una de ... sus esquinas se concentra más tráfico que en el mismo Neptuno. Allí está Stylo XXI, la peluquería donde la abuela Mari Carmen lleva toda la vida pidiendo un cambio radical pero sin dejarse aconsejar, y donde ahora desfilan influencers como Nuria Adraos en busca de la última fantasía capilar. ¿La culpable? Ana Escudero, más conocida en internet como Any__k, una peluquera que ha convertido el color en su bandera y los secadores en altavoces para medio millón de seguidores.
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Su éxito, sin embargo, no se escribió «de la noche a la mañana». No nació con medio millón de seguidores, no es hija de nadie, es del barrio del Zaidín y creció como cualquier granadino. Escudero empezó en 2012, cuando Instagram era un lugar de fotos cuadradas y filtros tipo Valencia o Amaro que hoy nos darían vergüenza ajena. Ella subía lo que pillaba: selfies, su perro, algún trabajo del salón… «iba dando palos de ciego», reconoce. Lo que realmente la distinguía desde el principio era su curiosidad insaciable y su falta de miedo a experimentar. Mientras otros se conformaban con tonos convencionales, ella mezclaba colores, probaba técnicas poco vistas y transformaba cada mechón en un lienzo. Esa audacia no siempre fue comprendida por sus compañeras o clientas más tradicionales, pero Any__k tenía la intuición de que romper con lo esperado era la única manera de dejar huella.
«Al principio fue difícil, incluso tuve un accidente de moto que me obligó a cerrar cinco meses. Pensé en traspasar el local, pero volví con más ganas y salí adelante»
Mientras tanto, mantenía un blog con textos kilométricos sobre cuidados, coloraciones y transiciones de canas. Contra todo pronóstico, funcionó: mientras otras blogueaban sobre recetas de cupcakes, ella explicaba paso a paso cómo no acabar como Cruella de Vil (o sí).
Los comienzos
Lo curioso es que de joven su sueño no era ser peluquera, sino maquilladora. Pero en esa época, para maquillar, había que estudiar estética. Y como le recomendaron empezar por peluquería para tener más salidas, acabó descubriendo que entre tintes y reflejos había más juego creativo del que imaginaba. 'Fue una suerte', cuenta, porque en pocos meses estaba enganchada al mundo del color. Y lo suyo se nota: hoy su salón se ha especializado en rubios imposibles, fantasías cromáticas y, sobre todo, en las temidas transiciones de canas. Esos trabajos maratonianos que pueden durar nueve horas y en los que, si no fuera por el frigorífico lleno de snacks, más de una clienta saldría con tortícolis y hambre de lobo.
En Stylo XXI el tiempo corre distinto. Allí no solo te cambian el look, te reciben como si fueras de la familia, con café, dulces y un ambiente tan relajado que hasta la lista de espera de un mes se sobrelleva mejor. Porque sí, pedir cita para un sábado en esta peluquería es ya casi como conseguir entradas para un concierto de Bad Bunny, que la pides para el año que viene.
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La importancia de las redes
El salto digital tampoco se entiende sin su cabezonería. Autodidacta en marketing y comunicación, se pasó la pandemia a base de cursos online y abriéndose un perfil en TikTok, donde la naturalidad engancha más que los filtros de Instagram. Allí comparte contenidos más espontáneos, bromas de salón y hasta anécdotas como el día en que les robaron la hucha de la peluquería y acabaron tomándoselo con humor en forma de vídeo viral.
Eso sí, el camino no siempre fue liso. Un accidente de moto la obligó a cerrar cinco meses, y en ese tiempo pensó en traspasar el local. Pero volvió con más fuerza. Hoy confiesa que, si volviera a nacer, quizá se dedicaría a la comunicación o al periodismo, aunque por ahora tiene claro que lo suyo sigue siendo la peluquería. «La clave del éxito ha sido la constancia y la cabezonería», resume, con ese tono de quien sabe que no hay plan B cuando uno apuesta por lo que le gusta.
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Su clientela lo confirma: de adolescentes de 17 años que llegan con fotos de TikTok a mujeres que quieren reconciliarse con sus canas, pasando por chicos que también se apuntan aunque en menor medida. Ya no es la típica peluquería de barrio, sino un espacio al que acuden incluso desde fuera de Granada. Y cuando por fin te toca el turno, no te vas solo con otro color de pelo: sales con la sensación de que, durante unas horas, has estado en un lugar donde se mezclan autocuidado, risas y mucha, mucha paciencia.
Mientras tanto, Any__k sigue soñando con ampliar el local y formar un equipo más grande. Pero de momento, con medio millón de personas pendientes de sus vídeos y una agenda llena, parece que la historia de esta peluquera granadina aún tiene muchos capítulos que escribir. Y todos con final feliz… o al menos con un buen matiz de rubio.
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