Pepe Marín

La historia del hombre que viajó a la Alhambra para verla antes de morir: «Estaba exhausto»

La arquitecta granadina Blanca Espigares explica una de las vivencias más especiales en una de sus visitas guiadas a los palacios nazaríes hace cuatro años

Alberto Flores

Granada

Martes, 5 de octubre 2021, 09:57

Los monumentos son mucho más de lo que se puede ver a simple vista. Más que arquitectura e historia. Son lugares que hacen comprender a ... las personas cuáles son sus propias raíces y que generan muchas emociones y arraigo. Algo que la arquitecta granadina Blanca Espigares define como patrimonio emocional. Un concepto que quiso hacer entender de una forma más fácil a través de una de sus visitas guiadas a la Alhambra hace cuatro años. Porque además de arquitecta, también está ligada a las visitas de este tipo y a la divulgación de la arquitectura en Andalucía.

Publicidad

Blanca iba a realizar una visita con una pareja y, tras recogerla, la mujer le explicó que su marido prácticamente no podía caminar. Sin embargo, el hombre no quiso usar una silla de ruedas, ya que quería hacer el recorrido caminando. «Estaba entusiasmado, me hacía muchas preguntas y sonreía como un niño», explica la granadina en el hilo publicado en Twitter en el que cuenta toda la historia. Al hombre le costaba tanto caminar que cada pocos metros tenían que hacer una parada para que se pudiera sentar, pero no quería saber nada de la silla de ruedas.

«Había estado 20 años atrás en la Alhambra y le había enamorado. Así que sabiendo que le quedaba poco organizó todo para venir porque antes de morir tenía que volverla a ver»

Blanca Espigares

Tardaron, según relata, una hora en bajar la calle Real pero se negaba a usar una silla de ruedas. «Quería hacerla andando, quería recordarla así y no sentado». Cuando llegaron al Palacio de Carlos V, el hombre aprovechó para explicarle que se trataba del último viaje de su vida. «Había estado 20 años atrás en la Alhambra y le había enamorado. Así que sabiendo que le quedaba poco organizó todo para venir porque antes de morir tenía que volver a la Alhambra». Para ello voló de Zurich a Málaga y tuvo que pasar cinco días en un hotel para recuperarse del esfuerzo que le supuso el viaje a causa de su delicado estado de salud. Tras su descanso en el hotel, viajó a Granada para estar dos días y hacer coincidir su visita al monumento nazarí con su cumpleaños, que era el 24 de septiembre y el último que él pensaba que viviría.

Tardaron dos horas en poder entrar a los palacios para entrar primero en Arrayanes: «su cara era indescriptible, iba sentándose en cada silla que encontrábamos porque no podía más pero se reía y me abrazaba mientras se le saltaban las lágrimas», cuenta Blanca, que explica que tuvo la misma reacción al asomarse al Salón del Trono. Él contemplaba todo mientras la arquitecta, de rodilla a su lado, le explicaba todo lo que estaba viendo. «Solo consiguió asomarse al Patio de los Leones, ya no podía más, estaba exhausto». Tras ello salieron por la Puerta del Príncipe, mismo lugar por el que habían entrado, y, tras sentarse muchas veces, lograron llegar a la parada de taxis. «Quedaban unos 60 metros hasta el hotel pero tuvo que coger uno porque no podía más». Fue ahí, ya con la visita finalizada, cuando el anciano le dijo que le había hecho sentir «el hombre más feliz del mundo» y que era «el mejor regalo de cumpleaños que jamás había recibido», lo que provocó que ambos se despidieran muy emocionados y entre lágrimas.

Una historia emocionante

«Cada vez que cuento la historia me tiembla la voz y me emociono», cuenta a IDEAL Blanca Espigares, que reconoce que anteriormente había explicado la historia pero no con el nivel de detalle como lo ha hecho a través de su hilo en Twitter. Una serie de publicaciones que ya han alcanzado a cientos de usuarios y que han conseguido emocionar a un gran número de personas. «No podía imaginar algo así, la verdad. Para el puente del Pilar tengo muchas visitas guiadas a la Alhambra que han llegado a partir de esas publicaciones».

Publicidad

«Una de las maldiciones que tengo es que nunca sabré qué es ver la Alhambra por primera vez, pero lo vivo a través de la gente que viene conmigo»

Blanca Espigares

Sobre su experiencia durante la emocionante visita de hace cuatro años, cuenta que le pareció muy hermoso ver como un sitio tan cotidiano para ella emocionaba a una persona hasta tal punto. «Una de las maldiciones que tengo, al igual que muchos granadinos, es que nunca sabré qué es ver la Alhambra por primera vez, pero lo vivo a través de la gente que viene conmigo», relata la arquitecta, que añade que para ella el patrimonio emocional de la Alhambra es inmenso, «posiblemente de los monumentos del mundo que más emociones provoca».

Un monumento que, pese a ello, no siempre es disfrutado o valorado por los propios granadinos. «Esto es algo que sucede mucho, preferimos irnos a conocer lugares lejanos y pensar que como ya fuimos con el colegio es suficiente». Sin embargo, «la Alhambra tiene muchísimas cosas que los granadinos todavía no conocen». «Hay veces que disfrutamos poco de las cosas cotidianas y creo que esa es una de las lecciones de esta historia», una historia que a Blanca le mostró la importancia de disfrutar de las cosas más sencillas porque «deberíamos entender que tenemos suficiente y disfrutar lo que hay aquí».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad