Paseo emocional por las calles de Granada
Un libro repasa la historia, leyendas y anécdotas de las calles de la capital
Domingo, 13 de diciembre 2020, 00:59
Cuenta una leyenda que como premio por el valor que demostró en la conquista de Zahara, el sultán entregó al caudillo nazarí Salam Almazur a ... una bella cristiana. Se llamaba María Inestrosa y su corazón pertenecía al alférez Enrique de Saavedra. El enamorado no dejó de buscarla por el Albaicín, donde Almazur tenía su haren. La joven paseaba cada tarde por los jardines del carmen, suspirando por su amor perdido. Cuando Enrique la encontró, le lanzó un ramillete de jazmines y una nota con las instrucciones precisas sobre su rescate. Pero el caudillo les sorprendió y quiso consumar sus relaciones con la joven. María amenazó con lanzarse al aljibe antes de acabar en su cama, pero el valiente cristiano llegó a tiempo de salvar a la chica que dejó caer en el pozo el ramito de flores cuyo néctar endulzó el agua. Los amantes vivieron felices y el lugar donde ocurrió esta historia guarda en su nombre un bonito cuento, María de la Miel.
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El paseo hasta llegar a esta calle del Albaicín es bonito de por sí, pero camine por el Carril de las Tomasas, una calle que se llama así por el convento de Santo Tomás de Villanueva, de las Madres Agustinas Recoletas, a las que todos llaman las Tomasas. Por cierto, en Granada hay varias calles que se llaman 'carril', son vías por las que se accedía a las fincas, en este caso, probablemente a la del monasterio. Deje a un lado el Mirador de San Nicolás y sus privilegiadas vistas, y un poco más adelante, al otro lado, la calle Atarazana Vieja, que recuerda a un antiguo cobertizo que hubo aquí durante siglos donde trabajaban los cordeleros o fabricantes de telas de cáñamo, industria que era popular en el barrio. Pase junto al carmen Max Moreau, que esconde un pequeño jardín precioso para leer en silencio, y ya está en la Cuesta de María de la Miel. Además de disfrutar de uno de los barrios más bonitos del mundo, ha aprendido una lección de historia. Esto fue lo que animó a Francisco González, Mikel Astrain y Juan Antonio Lao a escribir 'Callejero emocional de Granada', un libro que ha surgido de la amistad de los tres autores y de sus paseos por la ciudad, pero también de su amor por la Historia, de hecho se conocieron en las clases de la Licenciatura donde Mikel daba clases de Historia de la Ciencia a los curiosos Paco y Juan Antonio. Tres años han dedicado a estudiar el callejero. 2.102 vías de una ciudad cuya toponimia está salpicada de referencias culturales, tradicionales, sociales o históricas que reflejan cómo ha cambiado Granada a lo largo de los siglos.
Historia viva
«Es un libro vivo» dice Juan Antonio Lao, «hay calles o plazas que han cambiado de nombre según el momento político o cultural que vive la ciudad». Es el caso de Plaza Nueva, por ejemplo, su primer nombre fue este, pero también se llamó Rodríguez Bolívar, nombre de un alcalde de la ciudad, y plaza del General Franco. La huella de la placa con este nombre aún se aprecia en la esquina con Chuchilleros.
Lo cuenta mientras bajamos por la calle Calderería, donde antaño se instaló el gremio de los caldereros hoy es de las teterías, de hecho son muchos los que la nombran así, y llegamos a calle Elvira, esquina que aún se conoce como la del Pilar del Toro, porque aquí se encontraba el abrevadero de este nombre, hoy en Plaza Nueva, donde se la llevó Gallego Burín, enfrente de su casa (nueva lección de historia en un ratito).
Otra curiosidad la cuenta Juan Antonio sobre la calle Rueda Bolas, que alude al juego de los niños que lanzaban sus pelotas desde lo alto de la calle. La primera que llegara abajo, ganaba. A Paco le gusta la evolución del nombre de Puentezuelas. Hasta entrados del siglo XX, puente era del género femenino, 'la puente'. A lo largo del recorrido de esta la calle había una acequia, y para el paso de la ciudad al campo había unas «pequeñas puentes», las puentezuelas que nombran a este rincón. Mikel se queda con el Callejón del Mentidero, donde la tradición cuenta que era el lugar de reunión para charlar y contar los avatares políticos. Pero Paco añade las historias de las calles del Gozo y la Gloria. La primera en la antigua Manigüa, donde había un lupanar. La Gloria, estaba junto a la que se conocía como calle del Infierno porque había un horno (hoy Horno de Oro) que desprendía tanto calor que al salir de la calle se estaba en la gloria. «Antes era la gente daba el nombres a las calles, esas costumbres han pasado al callejero, pero hoy las nuevas calles aluden más a personajes y no es tan romántico, se ha perdido imaginación», explican los autores de este libro que ha ganado el premio Francisco Izquierdo de la Academia de Buenas Letras de Granada, que comentan también lo machista que era el callejero antes del siglo XX y que, en la actualidad se están nombrando más calles con nombre de mujer, la última, a Antonina Rodrigo.
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Emocional
«El callejero granadino tiene una parte emotiva muy importante» explica Juan Antonio Lao que asegura que es emocionante conocer la historia que hay detrás de las calles por las que camina, donde está su casa o donde juegan sus niños. «Queríamos despertar los sentimientos de los lectores, por eso no es un libro de lectura clásica, cada día puedes descubrir una cosa nueva».
Para construirlo, Gonzalez, Astrain y Lao, han partido de las lecturas de autores que han escrito de Granada y de sus gentes. En este 'Callejero emocional' hay referencias a Henríquez de Jorquera, Bermúdez de Pedraza, Juan Velázquez Echevarría, Antonio Joaquín Afán de Rivera, Francisco Villareal, Gómez Moreno y cómo no Julio Belza que marcó la forma de contar este relato cuyo resultado es una recopilación de pequeñas historias que construyen la gran Historia de esta ciudad.
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