Ortodoxos en Granada: la luz que viene de Oriente
Un domingo por la mañana en la iglesia de San Bartolomé, ahora rebautizada como de la Intercesión de la Virgen, permite conocer ritos y plegarias llenos de tradición
Jueves, 15 de abril 2021
Son las once de la mañana de un fresco domingo. Desde hace ocho meses, el sacerdote Mikhail Ustimenko preside las celebraciones de la comunidad ortodoxa ... de Granada. Porque son eso, celebraciones. Por más que a muchos católicos acostumbrados a misas de media hora –dicen que si duran más, las distracciones son frecuentes– les pueda parecer raro –a quienes no creen o no practican, ni les cuento–, cada domingo, un grupo de fieles –la inmensa mayoría mujeres, con la cabeza cubierta, como manda la liturgia–, acude a la antigua iglesia de San Bartolomé y participa en misas que duran hora y media. Más incluso si la celebración es seguida por una oración por alguna intención concreta. Y lo que se hace más difícil de entender, toda la celebración se sigue de pie.
Publicidad
Tras la cesión, por 30 años, de la albaicinera iglesia de San Bartolomé –ahora llamada iglesia de la Intercesión de María Santísima– a la Iglesia Ortodoxa Rusa, este templo, cerrado desde 1965, está resurgiendo. Ya no está cerrado, como explica una guía a un grupo de turistas a la entrada del templo, muy próximo a la Calle Pagés, en el Albaicín alto. El proceso de transformación de una iglesia que, para llevar 55 años cerrada, se encuentra en un estado de conservación razonable, está comenzando ya. «Lo primero ha sido tener agua y electricidad», afirma el arcipreste Andrey Kordochkin, superior del párroco Mikhail Ustimenko, a cuyo cuidado se ha encomendado la grey ortodoxa granadina. Para Kordochkin, el Patriarcado de Moscú –la iglesia con la que se ha firmado el acuerdo de cesión–, «recibe un gran presente del Arzobispado de Granada, al permitirnos contar con una sede propia».
En la ceremonia, se guardan las distancias de seguridad necesarias, usando para ello unas alfombras infantiles de goma. Se mantienen en el fondo algunos bancos, por si algún fiel de edad o alguien que acude a conocer la liturgia –son muchos los curiosos– quiere sentarse. Es una oración intensa, larga, pues en el caso de los difuntos se cita a los fallecidos en la comunidad uno por uno. Al terminar, hay tiempo para compartir unos dulces –la hospitalidad es norma– y hablar con Tatiana Portnova y Olga Bunkova sobre la aún corta historia de la comunidad en Granada. «Comenzamos nuestra andadura en 2015, con cultos estables. Diferentes parroquias católicas y congregaciones religiosas nos han estado cediendo espacios, y llegó un momento en que decidimos solicitar al Arzobispado uno propio, que no nos limitara tanto», asegura Tatiana Portnova. «La comunidad ortodoxa en Granada asciende a un centenar de personas, de las cuales medio centenar acude a los cultos con regularidad», dice Olga Bunkova.
El padre Ustimenko está feliz en Granada. No esperaba venir aquí, «pero este era el plan de Dios para mí», comenta. Casado, con tres hijos, no había visitado nunca la capital nazarí, pero desde que llegó ha notado una gran acogida de los granadinos, y de los compañeros de clase de sus hijos, que no hablaban español al llegar, pero poco a poco lo van aprendiendo. «Me enamoré primero de la ciudad, y me estoy enamorando de su gente», afirma con convicción el sacerdote ortodoxo.
Publicidad
Aunque toda la divina liturgia, como llaman ellos a la misa, se oficia en ruso, poco a poco van introduciendo oraciones en griego y en castellano, lo que permite a quien se acerca al templo compartirlas. También tratan de explicar la ceremonia a quien se acerca. «Vivimos en una gran familia, donde todos nos ayudamos de verdad, más allá de las palabras», destaca el padre Ustimenko.
Dos formas diferentes de entender la liturgia
En un tiempo en que la religión no está de moda, acudir a una liturgia ortodoxa es mucho más que un acto de exotismo. Para un católico romano, es una forma distinta de entender una misma fe. Para quien no cree, es de admirar que alguien se mantenga de pie y de rodillas durante horas para alabar a ese Dios en el que cree. Y es que la liturgia ortodoxa es muy rica, y da mucha importancia a los signos, entendiéndolos como la manifestación externa de lo que se siente dentro.
Entre las diferencias que se pueden observar en la liturgia ortodoxa, la primera que llama la atención es que se santiguan 'al revés' que los católicos, es decir, primero se tocan el hombro derecho tras tocarse la frente y el pecho. Las reverencias al altar son frecuentes. Luego, las oraciones son muy alegres, están plagadas de 'aleluyas' y de invocaciones a Cristo y a la Virgen. La propia configuración de la iglesia hace que los actos centrales de la liturgia se celebren de espaldas al público, como se hacía antes del Concilio Vaticano IIen la iglesia romana. La separación física entre altar y fieles es mayor en la liturgia ortodoxa, y el libro sagrado preside esta en el centro. Las mujeres acuden a la celebración con la cabeza cubierta y vestidas con especial decoro.
Es muy importante la presencia de los iconos, que en el culto ortodoxo tienen la categoría de imágenes sagradas, ya que en su origen, la Iglesia Ortodoxa tuvo mucho de reacción contra el movimiento iconoclasta. Por ello, es común encontrar en las iglesias ortodoxas una gran cantidad de imágenes de Cristo y la Virgen –Theotokos, la madre de Dios– repartidas por la zona del iconostasio, originalmente un biombo de tres hojas plagado de imágenes que se cierra en el momento de la consagración para proteger el misterio de la encarnación de Cristo en el pan y el vino. En el caso de la parroquia granadina, los iconos que aparecen en el iconostasio provienen de donaciones de Málaga, Moscú y del Monasterio de las Cuevas de Kiev, uno de los grandes centros del culto ortodoxo.
En las festividades importantes de los santos, como Santa Tatiana, se realizan además oraciones especiales y las personas bautizadas con el nombre del santo o la santa reciben una bendición del sacerdote.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión