Una oración de católicos, protestantes, evangelistas y ortodoxos de Granada por la paz en Ucrania

La imagen de los cuatro ministros de las distintas confesiones con las manos entrelazadas entre el grupo de escolares que gritaban «No a la guerra» resultaba cuando menos esperanzador.

Entre todos ellos, como una más, doña Pilar, directora del centro escolar, la persona que en su día, cuando llegó a este colegio, decidió que sus colores oficiales, los que lucen en los uniformes y en la ropa deportiva fueran calcados a los de la bandera de Ucrania.

En efecto, los rezos por la paz y contra la guerra en Ucrania se combinaron ayer al mediodía con el color azul cielo del país del Este y el amarillo de sus campos de trigo. «Es una casualidad que ahora, tantos años después, esta oración interreligiosa por Ucrania tenga como telón de fondo nuestros colores institucionales, que son los de su patria», explicaba doña Pilar.

«Nunca pensé en esta tremenda casualidad, pero ahora estamos todos contentos», añadió. Explicaba a continuación que, al igual que la bandera de Ucrania, «nuestro colegio también es un pequeño trocito de cielo». Y, en su mensaje de esperanza, «como también somos un espacio de paz, queremos que llegue a toda Ucrania y se termine la guerra».

No se podía haber elegido mejor escenario para que los escolares sacaran los colores a la guerra. El patio también es de color azul cielo y el amarillo rebota por todos lados. Entre tanto simbolismo, el sacerdote de la Iglesia Ortodoxa de Rusia, el ucraniano Mihail Ustimenco, asistido por su traductora, explicó al grupo de alumnos:«Tenemos que compartir la alegría y el dolor. Solo así podremos sobrevivir». Su traductora compartió que el ministro está muy afectado. «Le ha superado la guerra completamente y solo quiere hablar de paz».

El secretario de la Iglesia Evangélica Española, Israel Flores, también se dirigió a los escolares:«La paz se construye con estos gestos de hoy. Tenemos en consecuencia que encontrarnos más unos a otros. Para así reconocernos unos a otros como hombres y mujeres de buena voluntad».

Tras las palabras contra la guerra y por la paz de la pastora de la Iglesia Protestante de San Pablo, Eva Domínguez, fue el turno del arzobispo de Granada, Javier Martínez. «Es un gozo estar entre vosotros», empezó. «Son muy importantes estos encuentros con la mano tendida».

Tras recordar el relato de un sacerdote de un país del Este que fue torturado, al que puso como ejemplo por su capacidad de perdonar, explicó que «los cristianos solo conocemos dos tipos de personas. Nuestros hermanos y los hermanos que todavía no conocemos».

Y añadió: «Por eso queremos que los hermanos rusos y ucranianos hagan la paz».