El viñetista y activista Pablo Rodríguez sostiene el cartel de su próxima campaña. Pepe Marín

'Occimorons', solidaridad y reivindicación

Su propia historia familiar impulsa al granadino Pablo Rodríguez a poner en marcha varios proyectos en pro de la salud mental

Griselda Romero

Lunes, 1 de noviembre 2021, 23:31

«Sí, hablemos de salud mental. Hablemos de lo que nadie habla, cuestionemos lo que nos dicen y actuemos con responsabilidad emocional». Estas son algunas ... de las frases que el activista granadino 'Occimorons' deja en sus viñetas. El chico se define a sí mismo como un «psicólogo que va al psicólogo», y que cuenta «historietas» para el empoderamiento emocional. Tras más de siete años luchando por esta causa, un par de ellos con gran difusión a través de redes sociales, hoy se encara con ilusionantes proyectos en pro de la salud mental, porque, según expresa, es el momento para salir a la calle y alzar la voz.

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El proyecto 'Occimorons' surgió en cuarentena, cuando el joven se dio cuenta de que el arte podía convertirse en un punto de conexión con su hermana enferma. Juntos dibujaban a ratos, y en un momento, garabateando, les salió un pequeño muñeco que más tarde tomaría el nombre de 'Occi', que viene de occidental. La propia evolución de los dibujos, dieron a luz a 'Moron', que significa idiota en inglés. ¿Un idiota occidental?

'Occi' viene de occidental y 'moron' significa idiota en inglés. ¿Un idiota occidental? Lo que comenzó como una broma se convirtió en una bonita iniciativa

Lo que comenzaba como una broma pronto se convirtió en una bonita iniciativa en pro de la salud mental en forma de viñetas en redes sociales, láminas y bolsas de tela cosidas a mano por el propio viñetista. Los artículos, que tuvieron muy buena acogida, están protagonizados por dos monigotes que, como la figura retórica del oxímoron, son opuestos pero juntos generan un tercer concepto: reflexionan, visibilizan y cuestionan las frases más «idiotas» de los occidentales.

Detrás de estos dos muñecos, está Pablo Rodríguez Coca, un joven granadino de 23 años cuya historia arranca mucho más atrás de lo que incluso él puede llegar a recordar. Siendo todavía pequeño, su hermana Laura fue diagnosticada con una enfermedad que para entonces era desconocida, el síndrome de deleción 22q11, una anomalía cromosómica capaz de derivar en más 240 patologías diferentes como problemas de aprendizaje, físicos, fonatorios, discapacidad intelectual, etc.

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Dibujo de una de sus viñetas reivindicativas. Pepe Marín

A esto se le suma que Laura sufrió desde pequeña acoso escolar. Había compañeros que la discriminaban por su enfermedad y profesores que no supieron atenderla.

El acoso escolar es algo presente en muchos casos del colectivo 22q11, lo que puede generar consecuencias trascendentales en la vida de los niños o incluso desarrollar problemas de salud graves. En el caso de Laura, agravó su enfermedad de forma notable; desencadenó en ella una fobia social que la llevó incluso a dejar de hablar o comer y que aún persiste, con fuertes crisis de ansiedad y agresividad.

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Queja

«Convivir con esto en casa es muy complicado y nadie nos ha ayudado», admite Pablo, para lanzar una queja a las instituciones sanitarias. Insta a que se atienda mejor la salud mental para que exista un sistema de respiro familiar. «Las residencias públicas tienen una larga lista de espera y lo privado tiene precios desorbitados», explica con indignación.

El joven reconoce haber crecido en el desconocimiento, viviendo de cerca el sufrimiento de su familia pero sin llegar a comprender lo que sucedía. No fue hasta los 17 años cuando comenzó a acercarse a la Asociación Síndrome 22q11, de la que su familia era parte, a asistir a los encuentros, a conocer familias en su misma situación y a comprender de verdad el sentido de esta lucha. Decidió entonces estudiar Psicología para tener una base profesional que combina con el sentido comunitario y activista de la asociación, y le convierten en quien es hoy.

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Inspirado por su propia historia, decidió embarcarse en un proyecto llamado 'Hermanos', que aún sigue en marcha, por el que trata de reunir a los hermanos de personas con el síndrome 22q11, que muchas veces están invisibilizados, no comprenden, rechazan o no saben gestionar su situación familiar.

También durante el confinamiento de los primeros meses de la pandemia inició una campaña en redes a través de un vídeo llamada '#Yodoylacaraporlasaludmental' y que se sumó a otros movimientos como #StopSuicidios o #MásPlazasPIR.

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Hoy trabaja en su nuevo proyecto: 'La salud mental sale a la calle', para expresar que es momento para el cambio. En su marco se prevén manifestaciones este curso y ha creado camisetas reivindicativas, en las que habla de la lucha para que la salud mental deje de ser un privilegio y pase a ser un derecho, así como de la necesidad de romper con los estigmas y la problemática del suicido como primera causa de muerte entre los jóvenes.

Solidaridad

«De esta reivindicación quise también sacar un gesto de solidaridad», explica Pablo, que destinará parte de los beneficios de este proyecto a la Asociación síndrome 22q11, para una campaña llamada 'Tenemos que hablar de acoso escolar', para la concienciación, prevención e intervención ante el acoso escolar en niños, niñas y jóvenes con 22q11. «Quería poner mi granito de arena en alguna asociación ¿y qué mejor que una que conozco bien para que se trate un problema que yo mismo he vivido de cerca?», afirma.

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Pablo mira con esperanza el futuro, cree en las nuevas generaciones que apuestan por la salud mental, pero insiste en que la lucha es urgente y los cambios se necesitan ya. Para sí mismo, no espera más que poder seguir con el activismo y acercar a la gente esta psicología crítica, «de calle».

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