Las niñas de Granada que despertaron de la pesadilla del cáncer
Cada año, aparecen en la provincia de Granada 35 casos nuevos de menores afectados por esta enfermedad
Lunes, 21 de octubre 2019, 01:47
Andrea y Anabel lograron despertarse de la pesadilla. Y vencieron a su terrorífico monstruo. Tuvieron miedo, pero no pudo con ellas. Eran más fuertes ... que eso. Ahora, ríen, mucho y con ganas. Se lo merecen, han sido valientes y luchadoras. Y ahora pueden decir orgullosas que nunca les volverá a atemorizar a esa palabra que a tantos acongoja pero que ellas lograron derrocar cuando apenas eran unas adolescentes: el cáncer.
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Para Andrea, ese trofeo logrado al que puede llamar pasado tiene el nombre de leucemia. En el caso de Anabel, su enemigo fue un linfoma de Hodgkin. Los nombran con soltura, sin prejuicios, sin remordimientos. Con la soberbia de quien ha dejado atrás lo malo y derrocado al peor de sus enemigos. Una enfermedad que se ha convertido en la primera causa de muerte en los menores en España y que ha dejado en la provincia de Granada 687 casos nuevos entre 1985 y 2015 solo en menores de 15 años, lo que representa una incidencia media de 142 por millón, según el estudio 'Cáncer en la infantil y adolescencia en la provincia de Granada, 1985-2015', creado por el Registro de Cáncer de Granada, la Escuela Andaluza de Salud Pública, el CIBER de Epidemiología y Salud Pública y el Instituto de Investigación Biosanitaria ibs de Granada. La Asociación de Madres y Padres de Niños Oncológicos de Granada Aúpa, asegura que cada año aparecen 35 nuevos diagnósticos de cáncer infantil en la provincia.
La última hora de Granada
La leucemia, los linfomas, los tumores de células nerviosas periféricas y los tumores óseos son los que acumulan la mayoría de los diagnósticos, según el Registro de Cáncer de Granada, que explica que existe una estabilidad de las tasas en los niños y un ascenso en las niñas.
«Yo no lo recuerdo con pena. Es una de las mejores cosas que me ha podido pasar, porque me ha hecho despertarme, darme cuenta de cómo quiero ser y la vida que quiero llevar. Esto me ha hecho más fuerte», relata Anabel. Tenía 17 años cuando su vida dio un vuelco de la noche a la mañana. Le dolía mucho el brazo y le salió un bulto, así que decidió ir al médico a ver qué podía ser. Allí descubrieron que ese bulto le estaba presionando la vena yugular y le estaba haciendo un trombo, así que se lo quitaron y lo analizaron. Y en ese momento fue cuando todo se destapó.«Un día vinieron los médicos y nos dijeron lo que era, que era malo pero que tenía una tasa de supervivencia del 90%. Mis padres si lo pasaron mal, pero yo creo que no fui consciente, porque me lo tomé a broma. Ahora lo pienso y sí que me da más vértigo todo», dice su sonrisa perpetua Anabel.
«Me dijeron que tenía algo por el pulmón, que esto no había remitido, y entonces tuvieron que ponerme otra quimio distinta, ingresarme y hacerme un trasplante. Pero después de todo eso, estoy canela»
anabel
Empezaron a darle quimioterapia y le dijeron que en seis sesiones estaría lista. Le hicieron las pruebas, todo parecía demostrar que al terminar esas sesiones la pesadilla habría acabado. Pero aún era pronto para despertarse: «Me dijeron que tenía algo por el pulmón, que esto no había remitido, y entonces tuvieron que ponerme otra quimio distinta, ingresarme y hacerme un trasplante. Pero después de todo eso, estoy canela».
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Una nueva vida
Cada frase que tanto Andrea como Anabel expresan la rematan con un «pero ya estoy perfecta». Lo quieren dejar claro. A sus familiares, a sus amigos y a ellas mismas. Andrea empezó su andanza por un terreno que ni siquiera conocía a los 15 años de edad. En su caso, la señal de alarma fue el cansancio. Apenas podía andar, le dolían las costillas, estaba muy cansas, se mareaba constantemente y apenas comía. Iba a su centro de salud y siempre le daban la misma respuesta: son los nervios típicos de los exámenes. «Me decían que descansara, que se pasaría, pero no mejoraba. Menos mal que mi madre me llevó al hospital de Motril. Esa misma noche nos derivaron al hospital de Granada y me dijeron que lo que tenía era leucemia». Ahora, dos años después, es una ilusionada alumna de primero de ADE en la UGR. Anabel, por su parte, está terminando un módulo de Educación Infantil y está estudiando Naturoterapia. «Lo bueno que tiene ser tan joven cuando te pasan estas cosas es que no terminas de ser consciente de lo que te pasa. Los que peor lo pasaron fueron mis padres, que al miedo tenían que sumarle el aparentar estar siempre bien para que yo no me preocupara», indica Andrea. Tanto para ella como para Anabel, los ingresos fueron molestos, pero podían entretenerse.
Las pruebas eran molestas, pero las soportaban y la quimio les daba dolor de barriga y a veces nauseas, pero podían con ello. Pero el peor momento de ambas fue cuando tuvieron que raparse el pelo por la quimioterapia. «Fue el único impacto que yo he sentido en todo esto. Ese primer momento fue duro, pero luego me gustaba verme así, incluso me pintaba en la cabeza con dibujos para bromear», dice entre risas Anabel. Lo mismo le pasó a Andrea. Ahora tiene una larga melena rizada, al igual que cuando empezó todo este proceso. La quimio le obligó cortarse el pelo hasta que definitivamente se tuvo que rapar. «Lloré mucho en ese momento. Fue duro. Pero ya todo ha pasado».
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«Nosotros estamos muy orgullosos de cómo se han tomado el proceso y cómo las vemos ahora. Son increíbles», explica Marina, trabajadora social de la Asociación Aúpa, constituida en 2014 para mejorar la calidad de vida del colectivo, ofreciendo soporte y apoyo a las familias. Tal y como explica Juan Antonio Roca, presidente de la asociación, esta asocian nació de la iniciativa de unos padres con niños enfermos de cáncer para ayudar a las familias, que en muchas ocasiones se encuentran desamparadas en esos malos momentos. Por ello, les informan de las ayudas y lo que le supera interesar, les dan facilidades de aparcamientos, clases de yoga y demás actividades e, incluso, tienen un piso para aquellas familias que vienen de fuera para los tratamiento.
La asociación se ha sumado a la campaña mundial de sensibilización del cáncer infantil '¡Enciende la Esperanza!, en la que también participa el hospital Virgen de las Nieves. La iniciativa llamada #PaintGold, se desarrollará durante el mes de septiembre con el objetivo de pintarse dos rayas doradas en la cara o ponerse un lazo dorado para ofrecer apoyo a quienes están pasando por esta situación. «Si me preguntas cómo me siento después de haber sobrevivido al cáncer te digo que soy otra persona, más madura y que valora todo más», dice Andrea. A lo que añade: «Y a la gente le diría que donen más médula y sangre, porque pueden estar regalando vida. Pueden estar salvando a alguien como nos hemos salvado nosotras».
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