IDEAL

Navidad flamenca en Sacromonte

El ambiente navideño durante las fiestas de este barrio de la capital resaltaba por su gran calidad humana pese a las dificultades que pasaban los habitantes de las cuevas

JOSÉ MENDOZA

Jueves, 26 de diciembre 2019, 00:35

Generación tras generación, durante casi un siglo, trabajaron en las zambras, desde 1850 hasta las inundaciones de 1963. A partir de ese momento, el Sacromonte ... quedó deshabitado y sus moradores tuvieron que abandonarlo. Hoy solo quedan unas cuatro o cinco cuevas con espectáculos, muy frecuentadas por los turistas, y decenas de protestas vecinales para mejorar la calidad de vida del barrio de la capital.

Publicidad

Sin embargo, estas cuevas fueron el escenario hace muchos años de la Navidad sacromontana, «cultura e historia de Granada», como recuerda una de las caras más conocidas del flamenco granadino, Curro Albaicín.

«Las familias se unían mucho. Lo poco que tenían se repartía, porque eran días donde se comía más de lo normal o cosas que no se comía en los días normales. No solíamos comer esas cosas durante los otros días del año. Lo poco que teníamos se repartía entre todos. Estábamos una o dos semanas antes cantando y una o dos después. Toda la navidad cantando y bailando», señala el cantaor. «Dentro de nuestra pobreza, éramos felices».

Las familias de las diferentes cuevas del Sacromonte se reunían en los días previos para preparar las celebraciones, en donde se unían «tanto la familia sanguínea como los vecinos, porque en el barrio éramos como una gran familia». Se encendían hogueras y recorrían de puerta en puerta un Sacromonte donde todo el mundo se conocía .

Portaban con ellos unas angarillas cargadas de jamón, de mantecados, de aguardiente, entre otros alimentos navideños, y con ellas obsequiaban los que quisieran comer o beber, mientras cantaban sus canciones típicas de la festividad. «Se cantaban los villancicos tradicionales y los villancicos gitanos, payos y profanos. Porque la gente se cree que los villancicos solo hablan de Dios y de la misa, pero también de cosas cotidianas, de celos, desenfadados, alegres, picantes y temas familiares y de cosas de la vida cotidiana. Pueden parecer raros, pero los hacíamos nosotros. Eran nuestros».

Publicidad

El almuerzo tradicional de Nochebuena era el potaje de garbanzos con acelgas, similar al que se come durante la Cuaresma, y de segundo un bacalao con tomate. El día de Navidad la comida era especial, a base de pavo o de pollo. Todo esto acompañado por botijos de vino blanco, dulces de Pascua, chocolates y aguardiente, en una celebración que en todo momento estaba acompañada por cante y baile. «Era una fiesta de casi 15 días. No todos los días, pero como se cantaban los villancicos que no se cantaban todo el año , pues en cualquier sitio empezamos a cantar. Era un barrio alegre. Nosotros vivíamos del flamenco, era nuestra vida de por sí, pero además somos flamencos, nos gusta cantar y bailar a todas horas. Somos muy alegres», explica Curro Albaicín.

El 24 de diciembre, la fiesta se interrumpía para acudir a la celebración religiosa. «Se iba a la del Ave María, en el Sacromonte, donde habíamos aprendido todos a leer y escribir. Allí se hacía la misa del gallo. Cuando cerraron esa iglesia, subíamos a Salvador. Íbamos cantando hasta la iglesia y volvíamos igual».

Publicidad

Todas esta tradición desapareció tras las inundaciones en 1963, cuando las lluvias provocaron el derrumbe de muchas de las cuevas. «Nos separaron. Nos fuimos a barrios diferentes. Algunos mantuvieron parte de las tradiciones. Se siguen haciendo algunas de estas cosas, pero ya no es lo mismo. En el Sacromonte ya no queda nadie, es una Navidad diferente».

Por ello y desde hace años, Curro Albaicín trabaja para evitar que estas memorias caigan en el olvido, pues aunque «ha quedado para los restos», es cultura que «no se puede ni se debe olvidar».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad