Vanessa Sánchez sólo tiene un dispositivo, que deben compartir sus dos pequeños. IDEAL

Un móvil para los deberes de toda la familia

Una de cada cuatro hogares tiene dificultad para seguir el curso. Hay familias con dos o tres niños que se turnan para el portátil o el teléfono. Los ayuntamientos prestan sus impresoras

Javier Morales

Granada

Lunes, 20 de abril 2020, 00:35

Una pizarra de tres metros cabe, desde hace un mes, en las cinco pulgadas de un teléfono móvil. No queda otro remedio para cientos de ... familias de la provincia –una de cada cuatro, según Fampa Alhambra– que no tienen ordenador, deben compartirlo entre los padres que trabajan y varios niños que estudian, carecen de conexión a Internet o no saben utilizar las aplicaciones de aula virtual y se tienen que resignar al Whatsapp para comunicarse con los centros educativos. Estas situaciones, las de la brecha digital de la educación en estado de alarma, se traducen en jornadas de deberes interminables para padres y niños. A su favor, cuentan con la labor 'extra' de los docentes, la complicidad de las direcciones de los centros educativos y la ayuda incluso de los ayuntamientos, que ponen sus impresoras al servicio de los peques.

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La Federación Provincial de Ampas de Granada, Alhambra, hizo una encuesta entre 6.000 familias. El 25% no tiene medios digitales suficientes, en el 30% de los hogares los padres teletrabajan y un 80% de los encuestados tiene dos o más hijos en edad escolar. «En estas familias va a haber un aumento de la brecha social», advierte Rosa Funes, presidenta de Fampa, «pretenden que los niños trabajen las mismas horas, pero no es lo mismo hacerlo en casa».

En Galera, comarca de Huéscar, viven 1.090 vecinos. Vanessa Sánchez, su marido y sus dos pequeños, se organizan el día así. El padre sale a trabajar a las siete de la mañana y vuelve cuando la manecilla de las horas ha dado una vuelta completa. La madre, auxiliar de ayuda a domicilio, echa cinco horas de lunes a viernes y algún sábado. A mediodía llega a casa, hace la comida, y observa en el móvil la ristra de notificaciones que han llegado al grupo de Whatsapp del cole. Los niños, una pequeña de cinco y otro de diez, pasan la mañana con su tía y dedican la tarde a ponerse al día con los deberes de la escuela, el Cristo de la Expiración. Hay Internet en casa, el padre tiene un móvil y la madre otro. Pero el PC «parece que tiene algún virus y no está muy bien».

Así que los peques no tienen con qué seguir la rutina escolar hasta que llega la madre a casa. Después de comer organizan las tareas y se turnan el móvil, cuenta Vanessa. A la falta de material para seguir el día a día de la educación a distancia suman otro problema: ayudar en los deberes. Pone como ejemplo la asignatura de Francés. Por un lado, tiene que apañarse con el móvil para subir la tarea a la plataforma o compartirlos por Whatsapp o correo electrónico. El mismo 'smartphone' tiene que servir como traductor. Y los ejercicios de pronunciación los graban para mandarlos por la aplicación: «Tengo 39 años, no di francés, y eso lo llevo fatal. Para hacer dos fichas de francés puedo estar dos días con el móvil y el traductor». Le preocupa especialmente la situación del niño, que «tiene muy buenas notas, notables y sobresalientes», porque cree que en el próximo curso «va a bajar el rendimiento escolar».

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Imprimir es otro asunto. El alcalde de Galera, José Manuel Guillén, decidió poner a disposición de los vecinos la fotocopiadora del Ayuntamiento. Cada semana, cuando acumulan material, lo pasan al Consistorio para imprimir y que las madres lo recojan. Esta situación, explican las asociaciones consultadas, se da en muchos municipios de la provincia.

«Tanto del Ayuntamiento como de la dirección del 'cole' hemos tenido un cien por cien de apoyo», asegura Encarnación Garrido, desde Píñar. Allí las tareas, cuenta, van tan lentas como la conexión a Internet: «Algunos trabajos no llegan ese día, llegan al día siguiente», ejemplifica.

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Colapsado

En Baúl, María José González se apaña con un ordenador para una niña de segundo de ESO «que lo necesita prácticamente todo el día para hacer sus trabajos». A su otro pequeño, de primer curso de la Secundaria, «le van a dejar un ordenador del centro». El problema, cuenta, viene con la tercera: ocho años. Tiene que apañarse con el móvil, y no es fácil para determinados ejercicios. Además, se empieza a colapsar con tantas aplicaciones: «Se quedan los mensajes en la bandeja de entrada un día». Además, ella trabaja en el campo durante siete horas y su marido va mañana y tarde a una granja porcina: no queda otro remedio que posponer los deberes a la tarde. «Los maestros del colegio rural se están portando muy bien en ese sentido», valora. Pero es «difícil» sobrellevar esta situación: «Los padres somos padres, no somos maestros».

Entretanto, señalan las asociaciones, hay ordenadores portátiles y tablets en los coles e institutos que se podrían estar aprovechando por estas familias. Algunos centros han tomado la iniciativa y han prestado algún ordenador a los alumnos –especialmente de ESOy Bachillerato, estos últimos en un momento crítico para su futuro– que lo necesitan.

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Miguel Navas, maestro de Educación Musical y tutor en Bérchules, asegura que allí todas las familias tienen algún tipo de conexión, pero confirma que faltan ordenadores y tablets. Hay hogares en los que es difícil explicar el uso de las aplicaciones, así que «muchos niños lo hacen con móvil, pasan los deberes por fotografías».

Como explica Rosario Tenorio, en Deifontes hay padres que no saben manejarse con el correo electrónico, por ejemplo. Para muchos, Whatsapp es el 'mal menor' para que prosiga la educación de sus hijos.

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Al otro lado

En el otro extremo de la 'red' encontrarán a sus docentes. Algunos utilizan sus teléfonos personales, sus cuentas de Whatsapp, sus ordenadores, plataformas distintas a las que ofrece la Junta porque éstas, denuncian, no tienen capacidad suficiente. En una encuesta a 153 profesores, el sindicato Ustea comprobó que el 65% tiene una valoración negativa del teletrabajo y el 52,9% cree que el alumnado no dispone de medios mínimos.

Manuela Fernández es una docente que reside en Freila y estos días se apaña con la conexión móvil –no tiene Internet– y su teléfono. «El profesorado está teniendo una sobrecarga de trabajo tremenda, trabajamos mañana, tarde y noche», señala. A la tarea habitual y las dificultades de hacerla a distancia se unen cargas como las de adaptar las programaciones de aula. Y que falta profesorado: «Hay gente que ya había tomado posesión y se quedó en la calle».

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La Junta, que centró su actuación en los primeros días en ayudar a las familias en cuestiones como la alimentación, estudia la forma de hacer llegar dispositivos y conexión.

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