Manuel Carrasco: «Lo sabe el mundo y cualquiera, la Alhambra es la primera de las siete maravillas»
El artista onubense emocionó al público con su canción compuesta para Granada en su primer concierto de este fin de semana
Ya lo advirtió él mismo al comenzar la canción. A veces, las palabras sobran. Ocurre con Granada, la ciudad que enamora a todo el que ... la pisa, y con ciertos momentos de la vida, que se clavan en la memoria. Las miles de almas que este viernes disfrutaron del concierto de Manuel Carrasco guardarán para siempre, con cariño, esa noche de mayo. El onubense regaló más de dos horas de emoción a su ejército de fieles, que gritaron a todo pulmón los temas de antes y de ahora -y este sábado actuará de nuevo en el mismo lugar-. Tanto se entregaron que en algunos, como en 'Y ahora' (una canción de hace casi dos décadas), fue el público el que cantó la mayor parte; él se quedó sin palabras. A cambio, tenía preparada una sorpresa. «Granada, tú me has cantado a mí así, voy a intentar susurrarte algo yo».
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De esta forma presentaba lo que ya se ha convertido en un himno para esta tierra, una dedicatoria musical en la que menciona al Albaicín y al Paseo de los Tristes, pero también el Darro o la Torre de la Vela. Es uno de los sellos de identidad del onubense; en su día le compuso una canción a todas las ciudades de Andalucía, y procura susurrárselas cada vez que las visita con su gira. Esta vez no iba a ser menos. Después de una hora de show, tocaba ponerse íntimo. «Granada, las palabras sobran. No hace falta que lo diga, lo sabe el mundo y cualquiera, que la Alhambra es la primera de las siete maravillas. Y en ti, Federico, Carlos Cano y Morente. En ti el embrujo tras la historia que se siente».
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El público trató de guardar silencio y degustar los piropos hacia la ciudad más bonita del mundo. Algunos optaron por cerrar los ojos y masticarla en su mente, mientras que otros no pudieron evitar sacar el móvil y grabar la escena. «En ti, el Paseo de los Tristes y el rumor del río Darro susurrándote al pasar. En ti, una zambra en una cueva y en la Torre de la Vela un suspiro que se va, que se va detrás de ti». Carrasco seguía con su cometido, acompañado únicamente de su guitarra, más que suficiente.
«Granada nunca tuvo dueño, nunca se dejó conquistar. ¿Quién no la ha visto atardeciendo, con un quejío flamenco, bailando en San Nicolás? Y vuelven los vecinos con sus flores, a rescatar pasiones y costumbres, y me voy con mis niños de la mano, por cada barrio el día de las cruces. Granada, Granada en el Albaicín, que las vistas más bonitas en tus ojos yo las vi». El silencio solo se rompió por el sentido aplauso de la Plaza de Toros. Para terminar, citó los míticos versos del 'Romance sonámbulo' de Lorca. «Ay verde, verde que te quiero verde. Ay verde viento, verde rama. El campo sobre la mar y el caballo en la montaña». Y así, de granadinas maneras, dio por concluidos tres minutos de puro sentimiento.
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