Francisco Manzano R. V.
Obituario en Granada

Muere a los 87 años Francisco Manzano, el agricultor, pastor y quesero de la Contraviesa

Durante un tiempo este alpujarreño surtió de requesones a una vendedora establecida en la Plaza de Bib-Rambla de Granada, y de quesos a la población de Bérchules

Martes, 28 de marzo 2023, 13:34

El agricultor, pastor, vinatero y quesero de la Sierra de la Contraviesa, con residencia en el término municipal de Murtas, Francisco Manzano Romera, ha fallecido ... a los 87 años de edad. Hace unos años falleció su mujer, Eloisa, gran trabajadora que le ayudó en muchas tareas. Sus dos hijos, Manuel y Francisco, siempre adoraron a sus progenitores. Francisco nunca pisó una escuela pero se doctoró en la 'universidad' de la vida rural. A Francisco le llamaban en Bérchules el 'Quesero del mulo negro'. A este pueblo acudía andando con su mulo cargado con dos capachas repletas de quesos para venderlos. Francisco nació hace 87 años en el paraje de 'Los Ramblones'. A corta edad comenzó a guardar cabras para ayudar a sus padres Manuel y Gracia y a sus hermanos a sacar el cortijo adelante.

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A la escuela no pudo ir Francisco. En su cortijo había un horno moruno en el que se amasaba cada semana para tener pan tierno y crujiente. Cuando Francisco tenía siete años falleció su madre, y tuvo que hacerse cargo del rancho. Por la mañana cocinaba migas y por la noche hacía puchero. Su abuelo materno, Francisco, le ayudaba. Los domingos se hacía algo especial, por ejemplo arroz o añadiendo algo de pescado. Se solía tomar pimientos muy picantes con las comidas. La huerta de Francisco aportaba tomates, habichuelas, cebollas, pepinos, calabacinos, ajos, frutas… para completar una correcta alimentación.

Francisco aprendió todas las faenas del campo: arar, trillar, recoger almendra e higos, sembrar, injertar… Francisco, a la edad de siete años ya era un adulto en pequeño. Francisco conoció Granada capital a los 12 años de edad. Durante un tiempo estuvo en Granada con uno de sus hermanos que tenía una tienda, porque habían muerto sus progenitores. El viaje lo realizó en el cajón de un camioncillo y tardó muchísimo en llegar porque iba cargado de muchas cosas. Francisco se dedicó a realizar mandados para ayudar a su hermano. Francisco nunca antes había visto una motocicleta ni un tranvía. El servicio militar lo realizó en Ceuta, en Regulares 3. Estuvo 17 meses y 3 días de mili, y nunca le dieron permiso. La mili era una oportunidad en aquellos lejanos tiempos para salir y conocer mundo.

Terminada la mili, Francisco regresó a su cortijo para trabajar en el campo. También trabajó dos años en la construcción, en un pueblo de Tarragona. A la edad de 24 años contrajo matrimonio con Eloisa Rodríguez López, de Murtas, fallecida hace unos años. Y tuvieron dos hijos: Manuel y Francisco. Los animales eran parte del paisaje de los cortijos. Francisco se dedicó al pastoreo de cabras y más delante también de ovejas. En este tiempo residía en el 'Cortijo Salinas' de Murtas. Francisco fabricaba vino y queso. Su familia le ayudaba a ordeñar a mano. En otros tiempos nevaba mucho en Murtas y otras zonas. Se calentaban con leña. Francisco se alumbró durante mucho tiempo con candiles. Todos los años acudía a las fiestas de la Santa Cruz de Murtas. En un molino molían el trigo para tener harina para el pan. En el Arroyo de Mecina Tedel funcionaban varios molinos. Un hermano de la madre de Francisco poseía en ese lugar un molino de pan y una almazara.

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En la casa de Francisco no ha faltado nunca comida. Antiguamente no se solía comer en platos, sino que todo el mundo iba cogiendo lo que había en la sartén o cazuela de barro. Incluso el gazpacho se ponía en una fuente en medio de la mesa y cada uno iba metiendo la cuchara. Los hombres llevaban una navaja en el bolsillo para cortar pan, pinchar un trozo de carne… y para realizar algunas faenas agrícolas. Francisco crío cerdos, pavos, gallinas, conejos, palomas… También mimaba su hortaliza. Su mujer trabajó mucho en todos los menesteres. Ella era la encargada de hacer el queso. Francisco lo cargaba después en capachos para transportarlo en su mulo negro hasta Bérchules para venderlo por la tarde en la plaza del pueblo. En cada viaje vendía 60 kilos de queso. Mucha gente metía el queso en aceite de oliva y duraba en orzas sin pasarle nada más de tres años. Entre la ida a Bérchules y la vuelta precisaba Francisco casi seis horas.

En aquellos tiempos el queso se vendía por arrobas (una arroba son once kilos y medio). Si fuera una arroba de vino serían dieciséis litros. Cuando Francisco llegaba al pueblo de Bérchules la gente que lo veía aparecer decía: «ya esta aquí el tío de mulo negro, ha venido el quesero de Murtas con su mulo negro». Durante un tiempo surtió de requesones a una vendedora de la Plaza de Bib-Rambla de Granada. Los chotos de su rebaño se los vendía a uno de Almegíjar y después los enviaba a Barcelona, desde Almería, porque se los pagaban mejor. Sus hijos se dedican al campo y a la venta de vino ecológico en la bodega 'La Cruz Pintá' de Murtas. A pesar de los grandes avances y de las penalidades sufridas, trabajando de sol a sol y a veces hasta por la noche, Francisco sentía nostalgia de aquella época de su niñez y juventud: «Éramos felices con lo que había, no se conocía otra cosa, no se añoraba otra cosa. Los lazos de parentesco eran antes muy fuertes. Las familias estaban más unidas que ahora», reconocía el entrañable Francisco Manzano Romera. Descanse en paz.

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