«Fernando murió arreglando su casa, que era lo que más le gustaba»
La mala suerte se cebó el pasado lunes con este vecino de Bérchules, muy querido, que perdió la vida cuando le cayó encima un muro
No importa cuántos planes tengamos para mañana, esta noche o incluso los próximos diez minutos. Esta incierta vida puede truncarlos todos en cuestión de un ... segundo. Fernando Roque, vecino del municipio alpujarreño de Bérchules, estaba en el sótano de su casa el pasado lunes por la tarde reorganizando sus enseres. De repente, un muro de la vivienda le cayó encima y murió en el acto. Así de rápido y cruel. Lo encontró uno de sus amigos, con el que había quedado para hacer una excursión al día siguiente junto a otros compañeros. Nadie llegó a hacer la ruta. Hoy todos lloran a Fernando.
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Él y la mayor parte de su familia emigraron a Palma de Mallorca hace muchos años, pero jamás han perdido la relación con el pueblo. Él era el que más enamorado estaba de su lugar de origen, desde que se jubiló iba cada vez más. Pasaba largas temporadas en su casa del pueblo. Tenía 70 años, pero todos coinciden en que aparentaba, por lo menos, diez menos.
El alcalde del municipio, Ismael Padilla, recuerda la felicidad que irradiaba cuando, por ejemplo, colocaba un azulejo en la puerta de su domicilio, Casa Roque. Pasó en ella la pandemia y la amplió con un garaje y una terraza. Y allí, en el lugar que le daba paz, perdió la vida. «Estaba ordenando, sacando cosas antiguas, incluso le pidió a unos vecinos un carro de mano para moverlas. En la puerta encontramos varias de ellas, otras no le dio tiempo a sacarlas. El muro cedió. Falleció arreglando su casa, que era lo que más le gustaba», lamenta el regidor.
Ismael cuenta que participaba en todas las procesiones -era muy devoto- y demás fiestas, siempre integrado con los vecinos. Era habitual que le dedicara palabras cariñosas a aquellos con los que se cruzaba y siempre estaba dispuesto a colaborar. «Era una persona entrañable que nunca ponía una mala cara. Cuando llegaba de Mallorca, lo primero que hacía era salir a la calle para avisar de que ya estaba aquí», señala.
Su otra pasión era la música. Le encantaba cantar y tocar el órgano y la guitarra, instrumentos que tenía en casa. Cuando había fiestas, allá que iba con ellos. «Todas las tardes ensayaba y alegraba a sus vecinos», insiste Ismael Padilla. Tras el trágico suceso, la familia ha tenido que desplazarse desde Mallorca a Granada en un duro viaje. El alcalde se ha hecho cargo de las gestiones y de las pertenencias de Fernando hasta que han llegado sus seres queridos.
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Alguien muy especial
Sus allegados le despidieron este miércoles. Aún no se creen que Fernando, con el que estaban riendo hace unos días, ya no esté. Antonio González fue el amigo que le encontró. Habían quedado para el día siguiente y le extrañaba que no respondiera, así que fue a buscarlo. «Fue muy duro», admite. Le va a echar muchísimo de menos. «Era más que un amigo, alguien muy especial. Una buena persona», explica a duras penas.
Manolo Sánchez también iba a ir con Fernando de ruta al día siguiente. Cuando recuerda el momento en el que se enteró de lo ocurrido, rompe a llorar. «Tenía su ilusión de estar en el pueblo y arreglar su casa, ya le quedaba poco. Era un amigo de toda la vida, tuvimos vidas paralelas porque ambos nos fuimos de Bérchules y después volvimos», indica entre lágrimas. Lo que más le duele es que haya sucedido en su propia casa. «Fue mala suerte, le pilló el muro por veinte centímetros», lamenta. Hoy todos lloran a Fernando, el vecino que irradiaba felicidad y al que nunca olvidarán.
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