El arriero granadino de 97 años que fue estraperlista de la posguerra en la Alpujarra
Evaristo Ruiz convirtió su profesión heredada de sus antepasados en una forma de economía doméstica para sobrevivir al hambre y la escasez
Uno de los estraperlistas de La Alpujarra fue Evaristo Ruiz Martín. Esta excelente persona nació el día 5 de mayo de 1928 en el pueblo ... alpujarreño-almeriense de Darrícal. Su padre se llamaba Juan Ruiz Baños, y su madre, María Martín Martín. Eran siete hermanos, cinco varones y dos mujeres. Ya solo quedan en este mundo Evaristo y un hermano. El estallido de la Guerra Civil provocó la vida educativa y por lo tanto no pudo ir a la escuela. Evaristo empezó a trabajar en el campo «desde pequeñito, como los demás niños porque la vida era muy sacrificada. Mi pueblo de Lucainena era muy pobre y la vega igual entre tajos y lastra. No era buen terreno laborable. Se criaba mucho esparto. Yo me libré de hacer el servicio militar por ser varias veces excluido por temporal. Cuando cumplí 35 años contraje matrimonio con Soledad Navas Gómez, de Las Norias de El Ejido, fallecida el año pasado, y tuvimos una hija, María Soledad y un hijo, Evaristo», ha indicado.
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Evaristo Ruiz trabajo de arriero en la época del estraperlo, de 1940 y 1950, caracterizada por la escasez, el racionamiento de productos y la aparición del mercado negro (el propio estraperlo) de bienes básicos como alimentos, que permitió la supervivencia de miles de familias y el enriquecimiento de algunos adeptos al régimen. «Yo tenía dos borricos y desde Darrícal trasponía a veces a Trevélez para comprar habichuelas y revenderlas en otras partes. A veces vendía en Trevélez y otros pueblos uvas de Berja. Recuerdo que en Trevélez había dos posadas. Yo conozco esta parte de La Alpujarra muy bien. Antes no había carretera por estos pagos. Todo eran caminos de herradura muy sufridos. Durante mucho tiempo viajé a Trevélez, Juviles, Bérchules. Mecina Bombarón, Mairena, Válor y otros pueblos para ganarme lo vida. Nunca me paró la Guardia Civil. Yo siempre iba solo. Años después me marché a trabajar con pico y pala en la construcción, en Éibar, Bilbao», ha rememorado.
Evaristo Ruiz después de estar en Bilbao se fue a trabajar a El Ejido, a Las Norias. En este lugar, en 1970, se sacó el carnet de conducir. «Compré un camión para dar portes de la vega al mercado y así estuve 15 años. Y ya con el camión me llegó la jubilación. A un servidor le ha encantado el mundo de los arrieros, porque mi abuelo y mi padre se dedicaron toda su vida a la arriería. Ahora vengo de vacaciones a Trevélez porque se está muy fresquito y porque tengo aquí en Trevélez dos sobrinos que tienen un estupendo secadero de jamones conocido como 'Jamones Ruiz Baños', cercano al célebre 'Restaurante Piedra Ventana' y al Río Grande de Trevélez'. Yo, mientras tenga salud seguiré viniendo a Trevélez desde la zona de Almería porque me encanta. Yo, a pesar de tener 97 años, como de todo. No he fumado nunca y beber un vasito de vino de buena calidad, sí lo he hecho», reconoce.
Según Ruiz Martín «La Alpujarra ha cambiado mucho. Antes Trevélez y otros lugares carecían de carretera y otros servicios. Una vez, a mi abuelo, José, que era arriero, lo asaltaron cuando se dirigía con sus tres borricos al Marquesado para comprar cebada. Y en el Puerto de la Ragua le salieron dos bandoleros con una pistola y le robaron el dinero y lo maniataron. Eso pasó en el denominado 'Barranquillo del Robo'. Menos más que unas personas de una venta cercana le prestaron auxilio. Mi abuelo estaba tirado en el suelo. Era un día de lluvia y frío. Pues bien, pasaron unos días de declaraciones y la Guardia Civil dio con los malhechores tras realizar Francisco Ruiz en Ferreira un reconocimiento. Hubo un juicio y viajes y al final le devolvieron el dinero. Antiguamente la vida de arriero era muy sufrida. Se producían muchos asaltos. Los arrieros eran considerados honrados y valientes. Su oficio era muy duro por terrenos inhóspitos o con inclemencias climáticas extremas. Muchos se separaban de su familia durante días. Todos, entre ellos mi familia y yo, forjamos nuevas amistades y un fuente sentido del compañerismo», terminó diciendo Evaristo Ruiz.
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