El arriero alpujarreño asesinado sin culpa por no querer dejar solo a su hermano en la cárcel
Francisco Fernández Castro y su hermano Narciso, nacidos en Trevélez, fueron fusilados por el bando nacional, en el paraje del Padre Eterno de Carataunas, a pesar de no haber cometido crímenes ni actos vandálicos
Francisco Fernández Castro nació en Trevélez el día 18 de julio de 1914. Le quitaron la vida a los 33 años de edad, en el ... paraje del Padre Eterno (término de Carataunas), coincidiendo con el mismo día y mes de su nacimiento, el festivo 18 de julio de 1947, según el catedrático, investigador y escritor Juan González Blasco. Francisco Fernández Castro era arriero, como su padre. En sus mulos transportaba productos de Trevélez, como habichuelas, quesos y patatas, que vendía o intercambiaba por los pueblos de La Alpujarra. En Órgiva era una persona muy conocida, cargando siempre sus mulos de pellejos o cantaras con aceite de oliva para vender de vuelta en su pueblo de Trevélez.
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Cuando estalló la Guerra Civil, Francisco Fernández vino de Bérchules a por su esposa e hijo, que sólo tenía siete días. Pero las tropas rojas o republicanas, que entraron primero en Trevélez, se llevaron a todos los hombres y entre ellos a Francisco, regresando después a su pueblo sin problema alguno. En 1947 unos veterinarios fueron a vacunar unas ovejas, al lugar o loma llamada 'Culo Perro', acompañados de la Guardia Civil. En este sitio se encontraban los ricos o pudientes de Trevélez que habían organizado una comida. De repente salieron los guerrilleros con las caras tapadas y mataron a un guardia civil e hirieron de gravedad a otro.
Entonces, como no encontraron a los asesinos, a las doce de la noche de aquel día, tocaron a la puerta de Francisco Fernández Castro, que estaba ya dormido y se lo llevaron al cuartel de la Guardia Civil de Trevélez. También detuvieron a su hermano en el Marquesado que estaba vendiendo una carga de queso. El cabo de la Benemérita, que era muy amigo suyo le dijo: «Vete y te traes al pastor que está en casa de Pepe Romero». Era sólo una frase para que huyera y así salvarle la vida, tal vez conociendo la suerte de lo que le iba a ocurrir a él y a su hermano Narciso, así como a los dos hermanos Manzano, también de Trevélez. Francisco le comentó a su esposa, diciendo: «¿Pero cómo me voy a ir, si mi hermano está detenido?».
Francisco Fernández no tenía miedo, no había hecho nada, no tenía antecedentes ni problemas con nadie, estaba considerado como un hombre muy formal, especialmente en Órgiva. Regresó a la cárcel, para no dejar a su hermano solo. Fue su perdición. Murió en la zona del Padre Eterno, junto a su hermano Narciso y los hermanos Manzano, siendo conducidos en bestias al cementerio de Órgiva, donde fueron reconocidos por personas del pueblo. Sus restos fueron introducidos en una fosa común. Un amigo de Órgiva, cuando iba a ser sepultado, echó una manta como muestra de pena, cariño y amistad.
Francisco Fernández dejó cinco hijos huérfanos, el mayor tenía 18 años y la más pequeña nació 5 días después de su asesinato. Murió por no dejar a su hermano solo. En 2013 fue homenajeado a título póstumo por la Asociación Cultural José García Moreno Ciudad de Órgiva. Un hijo de Francisco llamado como él recogió la Medalla Honorífica de Plata y el Diploma Acreditativo de manos de Andrés Rave, Francisco Jesús Rodríguez y Juan González.
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