El semáforo de Gran Capitán, con su botón encendido. J. E. C.
De Graná

El juego de los semáforos de Granada: «espere verde»

Han cambiado el sistema de varios semáforos del centro de la ciudad y es fácil encontrar gente parada en el paso de peatones, esperando como almas en pena

Martes, 7 de enero 2025

La pareja frena en el paso de peatones, en Recogidas. El semáforo está rojo y los coches cruzan arriba y abajo. Hay tanta gente esperando ... al verde que parecen los últimos soldados en llegar al discurso de William Wallace. Aunque si alguien pronunciara una arenga ahora mismo, en vez de «¡libertad!» gritaría «¡a comprar!». El chico acerca la mano y la chica la agarra al instante, como dos imanes encantados. Luego se miran a los ojos y se sonríen y se dan un beso y el tiempo se congela bajo las preciosas luces de Navidad y piensan en el auténtico sentido de la vida, en lo mucho que se quieren, en los retos que les esperan por delante, en ese camino que recorrerán juntos, así, de la mano, y piensan en los regalos, en la cena, en que les pica el tobillo, en que hay un desconchón en la pared, en que acaban de pasar dos Mercedes blancos idénticos seguidos, en que su tía Mercedes va a preparar solomillo a la naranja y miel, y se acuerdan de aquella excursión que hicieron al Valle de Lecrín a recoger naranjas, que estaban deliciosas y había un perro que se llamaba Pancho y entonces pasa otro Mercedes blanco y la pareja mira a todas partes y ve que la marabunta sigue esperando en el paso de peatones y, por fin, exclaman: «¡¿Pero esto no se pone en verde o qué?!».

Publicidad

Ay, qué risa. Les confieso que cuando descubrí lo que pasaba con los semáforos de Granada no he podido resistirme a mirar el espectáculo. Es que es buenísimo. ¿Que qué les pasa? Que los han cambiado. Bueno, han cambiado el sistema de varios semáforos del centro y ahora hay que pulsar el botón para que cambie de color. Ya está, nada más. Una chorrada. Pero a mí –como a tantos otros– me sucedió exactamente igual que a la pareja de Recogidas, solo que en Gran Capitán.

Salíamos de cenar en La Pataleta y nos paramos en el cruce de la plaza. Y eso, allí estuvimos parados una eternidad hasta que empezamos a maldecir. «¡Qué demonios le pasa a esto!», grité (probablemente no dije demonios). Entonces propuse cruzar en rojo, que hasta ser padres era lo que hacíamos siempre (algo muy granadino, por cierto; somos peatones malísimos). Mi hijo, sin embargo, señaló el botón del semáforo que elocuentemente decía «pulse el botón». «Eso no ha funcionado nunca», dije. Y de pronto me percaté de que, en realidad, ese botón no estaba ahí la última vez que vinimos. Por suerte para nosotros, el niño pulsó el botón, se encendió la pantallita y, en unos segundos, el semáforo cambió a verde.

El semáforo de Recogidas, cerca de Camino de Ronda. J. E. C.

Lo de los semáforos en el centro de Granada parece un reto de 'El juego del calamar'. Un reto muy tonto, pero qué risa. A cualquiera que se lo cuentes te acaricia la cabeza mientras susurra con ternura «animalico», pero les prometo que pasa constantemente: gente parada en el cruce esperando a que cambie de color y no cambia porque nadie, absolutamente nadie pulsa el botón. Hagan la prueba. Observen lo que pasa en San Antón, Camino de Ronda, Méndez Núñez... Como no le damos crédito al botón, los pasos de peatones parecen hileras de videntes poseídos, pacientes lobotomizados o almas perdidas recién salidas de la Mae West. Es graciosísimo, digno de un sketch de los Monty Python.

Publicidad

«Los pasos de peatones parecen hileras de videntes poseídos, pacientes lobotomizados o almas perdidas recién salidas de la Mae West»

Tengo unos amigos que descubrieron el pastel cuando vieron que el semáforo de los coches se puso rojo y después, en vez de ponerse verde el de los peatones, se volvió a encender el de los coches. «Se nos quedó una cara de gilipollas... así que cruzamos en rojo». Luego les conté lo del botón y se partieron de risa. A otros amigos les pilló la broma en la esquina de Pedro Antonio con Ancha de Gracia, al salir de El Rinconcillo. El cruce es muy pequeño, no tiene más de tres metros. Pero allí que se quedaron como estatuas porque no se ponía en verde. «Estuvimos charlando un rato allí, como si tal cosa».

Es tan absurdo que me parece maravilloso empezar así 2025, cogidos de la mano mientras esperamos al verde.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad