La 'isla de los pájaros', un oasis al borde de Málaga
Rincones al descubierto ·
Las aguas del Guadalhorce crean un humedal que se recupera a pesar de estar en plena Costa del Sol, entre Torremolinos y la ciudad, un lugar de peregrinaje para ornitólogos de todo el mundoJUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE
Domingo, 2 de agosto 2020, 23:27
Al caer la tarde una bandada de cormoranes sobrevuela las lagunas de la desembocadura del río Guadalhorce, en el extremo oeste de la ciudad de ... Málaga. Son aves que regresan a sus dormideros protegidos por tarajes y vegetación de ribera. Los flamencos levantan sus picos rosados alertados por las grandes aves negras y vuelven a ocultar sus largos cuellos entre las alas, mientras una pareja de patos malvasía muestra a sus pollos, ya juveniles, las técnicas de zambullida para encontrar alimento entre las plantas sumergidas.
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Las aguas del Guadalhorce se bifurcan en dos cauces antes de llegar al mar y crean una isla de 67 hectáreas, rodeada al este, norte y oeste por el río y, al sur, por el mar. Un espacio catalogado como Paraje Natural que logra sobrevivir y regenerarse a pesar de la intensa influencia humana que padece desde hace décadas. Una vista aérea de la línea litoral del entorno de Málaga muestra como el Parque del Guadalhorce se encuentra encajado entre el casco urbano de la capital y, al oeste, las primeras urbanizaciones del extremo oriental de Torremolinos. Junto a las dunas de Artola en Cabo Pino, pegado a Marbella, es el único espacio natural que queda en la totalidad de la costa occidental malagueña.
Información útil
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Guadalmar Autovía de Málaga a Torremolinos, salida 3 hacia Guadalmar. Llegar hasta el final de la urbanización. Si vas desde Torremolinos, toma la salida al Parador de Golf
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A pie Desde la playa de Sacaba, con la bajamar se puede pasar al interior de la isla
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Sendero Circular de 4 km, con cuatro observatorios
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Fotos Llevar equipo fotográfico, preferiblemente con algún teleobjetivo largo para tomar imágenes de aves y prismáticos de largo alcance
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Crepúsculo Al atardecer, con la luz de la puesta de sol, es el mejor momento para recorrer la desembocadura
No es fácil llegar al interior de la isla del Guadalhorce, pero el esfuerzo tiene recompensa. Desde la carretera-autovía de Torremolinos, la salida hacia Guadalmar nos lleva, a través de la calle que bordea el núcleo urbano hasta el inicio de la pista de tierra que nos deja, en solo unos metros, junto al puente peatonal por el cruzamos el cauce derecho del Guadalhorce. Estamos en el interior del parque, en el inicio de un sendero que promete desvelar los secretos de la 'Isla de los Pájaros' (bautizada así por ornitólogos que frecuentan este paraje), el paisaje cambia por completo.
Desde que atravesamos el puente, la percepción es que nos adentramos en un humedal recuperado por la persistencia de la naturaleza después de que fuese desecado para cultivos, escombrera y una cantera. Tras 700 metros de recorrido, el sonido de ánades reales y el graznido de una garza indican que, tras unos pasos, se abre a la vista la primera de las cinco lagunas que forman este paraje. Se llama de La Castilla. Hay un observatorio que nos permite observar las evoluciones de una especie en peligro de extinción, malvasía cabeciblanca, de pico azul turquesa, que desde hace años se recupera en este espacio. Hay ornitólogos que viajan desde diferentes puntos del mundo solo para ver y fotografiar esta especie.
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Un sistema dunar entre los amarres de Cabo Pino y Marbella
Se llaman las dunas de Artola. Es un espacio catalogado como Monumento Natural de Andalucía. Casi un kilómetro de línea litoral a salvo de la expansión urbanística entre el puerto de Cabo Pino y el inicio de Marbella. Dunas de arenas finísimas con pinares y vegetación costera autóctona que invitan a pasear por las pasarelas de madera que las recorren. Varios senderos que parten de la antigua torre vigía de Los Ladrones. Todo ello frente a una playa especial para el surf. Si tras una jornada de turismo urbano, te apetece una inmersión en la naturaleza: Dunas de Artola.
El sendero ha cambiado su dirección y vemos, al fondo, el azul del mar. Una segunda laguna, la de Río Viejo y un largo estero que se dirige hacia la playa. Hay un mirador en forma de castillete circular que se alza sobre una escollera, lo que nos permite contemplar el vuelo de bandadas de gaviotas y como otras aves, garcetas, garzas y cormoranes, se adentran en el humedal desde la playa. Hay que bajar a la arena, recorrer otros 680 metros para llegar a una senda que se interna en el humedal, al otro extremo de la isla.
La luz de la tarde colorea el paisaje de tonos ocres. El sonido de las aves se incrementa, es la hora de concentrarse y buscar refugio antes de la llegada de la oscuridad. A solo 400 metros, un observatorio nos va a permitir disfrutar de la mejor de las visiones del humedal. Se sitúa sobre la Laguna Grande. Sin ser vistos, contemplamos la llegada de grupos de gaviotas reidoras, con sus cabezas cubiertas de una capucha negra, que se entremezclan con cigüeñitas de largas patas rojas, que buscan alimento entre los limos de la ribera. Los flamencos se reúnen en el centro de la laguna. Al fondo, un grupo de espátulas junto a garcetas y numerosas anátidas. Sobre el humedal vuela un rápido aguilucho lagunero en busca de presas. La luz tiñe de colores rosados y plateados la lámina de agua mientras la voz de la aves no cesa.
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Caminamos, con las últimas luces del crepúsculo, los 600 metros que nos llevan al puente del inicio. Las urbanizaciones de Guadalmar nos devuelven a la realidad, recuerdan que estamos en plena Costa del Sol, pero no pueden anular una tarde en contacto directo con los ecosistemas originales del litoral de Málaga.
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