«Intenté quitarle el cuchillo por la hoja. Dolía mucho. Después, me apuñaló en la mano»

El hijo menor de Ana, de 20 años, intervino para intentar salvar a su madre de una muerte segura y también resultó herido

Laura Velasco

Granada

Sábado, 4 de octubre 2025

Prefiere mantenerse en el anonimato, pero en Cúllar Vega algunos lo conocen como el héroe del pueblo. Es el chico de 20 años que intervino ... para salvar a su madre de una muerte segura. Su padre estaba apuñalándola y él, sin pensarlo, fue a agarrar el cuchillo para impedir que siguiera, por lo que resultó herido. Las cicatrices le recuerdan lo que no podría olvidar aunque quisiera: que el pasado 17 de mayo casi se queda huérfano.

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Aquella mañana se había levantado para estudiar antes. Estaba concentrado, pero escuchó gritos. Cuando llegó a la cocina, no lo podía creer. Su madre estaba en el suelo y su padre la agarraba del pelo. «Mi reacción fue empujarla para quitarla de en medio, hasta que vi que él tenía un cuchillo agarrado. Como no podía cogerlo del mango, lo hice por la hoja. Dolía mucho. Después, me apuñaló en la mano», rememora. «A ella ya la había agredido en el cuello, pero no lo sabía. Lo que yo vi es que le empezó a dar con el cuchillo en la espalda. Después, se lo clavó él mismo en el cuello y se fue a la terraza mientras decía: me voy a tirar, me voy a tirar…».

Trató de evitarlo. Su padre le empujó y le sacó el hombro. Él insistió. Lo agarró de la camiseta y se rompió. «Ya no tenía fuerzas por las heridas. No pude evitarlo», admite. Vio cómo se tiraba al patio, una imagen que le persigue. Sin embargo, no tenía tiempo para detenerse. Su prioridad era mamá. «Los vecinos ya estaban con ella, taponándole las heridas. Fui al baño a por toallas, por ayudar. La Guardia Civil y los médicos se portaron muy bien. Me dieron un abrazo», recuerda.

El reencuentro

Una vez en el hospital, fue operado de los tendones de la muñeca. No fue hasta por la tarde cuando pudo reencontrarse con su madre. «Ese momento sí fue muy feliz», admite. Lo acompañaba su hermano, de 26 años, el último componente de la familia. Cuando se produjo la agresión, este se encontraba en el supermercado en el que trabaja. Su jefa le dijo que saliera, que algo había pasado. Automáticamente dedujo que sería grave: «Creía que la había matado».

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En el hospital le informaron de todo. Arropó a los suyos y juntos lloraron la pena. Entre medias, tuvo que darle autorización a la Guardia Civil para que entrase en la casa y los acompañó. «Estaba todo ensangrentado. El perro ladraba y daba vueltas. Recuerdo la imagen del cuchillo tirado en el suelo». Mientras pronuncia estas palabras, no puede contener las lágrimas. «Mi padre llevaba tiempo sin estar pendiente de nosotros, era como si no existiéramos. Un buen padre jamás le haría daño ni a sus hijos ni a la madre de sus hijos», sentencia. Ha sido un verano durísimo, pero con la ayuda de los psicólogos y su entorno, los dos hermanos, poco a poco, se encuentran mejor.

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