Daniel junto a varios alumnos del curso de ayudante de camarero. Pepe Marín

La hostelería de Granada, una puerta a la integración

El sumiller Daniel Castro también se dedica a la docencia y ofrece formación para inmigrantes y personas en riesgo de exclusión social

Alberto Flores

Granada

Jueves, 4 de diciembre 2025, 23:55

Encontrar un trabajo con un sueldo y unas condiciones dignas es una misión cada vez más complicada. De hecho, en muchas ocasiones de nada sirve ... tener formación universitaria y experiencia. Por lo que cuando hablamos de inmigrantes y personas en riesgo de exclusión social la situación se vuelve todavía peor. Porque al hecho de que les resulta todavía más complicado encontrar empleo, se suma que la mayoría viven prácticamente al día.

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Pero, afortunadamente para estas personas, existen asociaciones y talleres que buscan abrirles una ventana a la esperanza. Y, en ese sentido, la hostelería surge en este momento como una gran vía para encontrar una forma de ganarse la vida dignamente. Una muestra de ello son las formaciones que ofrece el sumiller Daniel Castro, que desde hace 15 años compatibiliza sus trabajos para la hostelería con la docencia a través de su empresa Vesthos.

Tras pasar varios meses en Sancho Original y haber estado anteriormente en el restaurante María de la O, Daniel ahora se está tomando un periodo de reflexión para afrontar nuevos proyectos gastronómicos. Pero mientras tanto no para. De hecho, todo lo contrario. Sin ir más lejos desde finales de octubre está inmerso en un proyecto que busca ayudar a personas en riesgo de exclusión social, la mayoría de ellas inmigrantes, a formarse para trabajar en la hostelería.

«Llevo dedicándome a esto mucho tiempo y es una actividad que suelo compatibilizar con otro trabajos. Ofrezco formaciones el colaboración con ONGs y empresas para formar a ayudantes de cocina, de sala y camareras de piso», explica el sumiller a IDEAL. Y el motivo por el que lo hace no es otro que por que le gusta: «Es algo que me llena, darle una oportunidad a estos chavales me encanta».

Este proyecto en el que está inmerso desde octubre lo ha preparado de la mano de Hoteles Barceló y consiste en ofrecer un curso de ayudante de camarero. «Es un proyecto en el que vamos de la mano de Hoteles Barceló, que nos ceden sus instalaciones y nosotros preparamos a la gente para que trabaje con ellos», detalla. Generalmente en estos talleres los perfiles de alumnos son bastante heterogéneos y «te puedes encontrar todo tipo de gente». Sin embargo, en este caso la mayoría de personas a las que ha formado son subsaharianos. «El principal problema ha sido que muchos no tenían una base mínima de castellano, pero así son los retos. Al final se trata de ayudar a los demás y hacer una pequeña aportación a la sociedad desde donde se pueda».

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«Estos proyectos suelen ayudar a personas en riesgo de exclusión, que es un concepto muy amplio. En este caso la mayoría son inmigrantes, aunque también encuentras a parados de larga duración o gente que ha buscado asilo político», detalla Daniel, que asegura que son personas que han pasado muchas dificultades y que eso hace que lleguen «con mucha alegría y ganas de aprender». «Estas criaturas se recorren medio África para montarse en una patera y llegar aquí para ganarse la vida, así que creo que es importante ayudarlas».

Buscando una oportunidad

Una de las personas a las que Daniel ha formado como ayudante de camarero en este curso es Milca Sam, una joven de 27 años procedente de Guinea Ecuatorial. Lleva en Granada desde 2020 y desde que llegó tuvo claro que debía formarse para encontrar una manera de ganarse la vida. «Al final buscas aprender una habilidad que pueda serte útil. Sabía que la hostelería en Granada tiene mucho mercado laboral, así que no lo dudé y me apunté a la formación cuando la asistente social me contó esta posibilidad», explica Milca a IDEAL.

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Pepe Marín

Según detalla Milca, la formación se compone de cinco semanas de teoría y un mes de prácticas, tiempo suficiente para aprender el oficio de ayudante de camarero. «La verdad es que ha sido una gran experiencia. Dani es un gran profesional y un buen profesor, nos ha explicado todo muy bien y no ha sido fácil, porque había muchos compañeros que no hablaban español». Sin embargo, pese a ese hándicap, asegura que el sumiller consiguió hacer que todos estén «cómodos» y realicen sin problemas el curso.

«Ya vamos a terminar y la verdad es que ha sido un curso bastante bueno porque lo que hemos dado en la teoría luego se ha visto en la práctica», reconoce. Milca se apuntó a esta formación e busca de «más oportunidades laborales» que le permitieran «ganar más dinero», algo que le resultará más sencillo una vez finalice la formación. «Es una oportunidad para buscar una forma de ganarse la vida a través de la hostelería. La verdad es que con estas iniciativas se te abre el mundo y tienen un gran valor», reconoce.

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La satisfacción de ayudar

Después de tantos años dedicándose a la formación, Daniel ya cuentan con muchísimos alumnos trabajando en multitud de bares y restaurantes de la ciudad. «Muchos de mis alumnos no solo han continuado en la hostelería, sino que tienen puestos de responsabilidad en Granada. Hay otros que se quedan en el camino, pero esto es como todo».

Con su parte de la formación ya terminada, el sumiller cuenta que todavía le queda una segunda parte que afrontar: «Los que se puedan quedar trabajando lo harán y los que no pues tendrán la opción de seguir promocionando sus currículos con nuevos talleres de este tipo». Y es que el objetivo de todo esto no es otro que el de brindarles más oportunidades a personas que no acostumbran a recibirlas y que realmente lo necesitan.

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«Al final me quedo con el agradecimiento que encuentro en ellos. Muchos alumnos me dicen que esto es algo que les ha cambiado la vida y es una situación que te emociona. Ver como encuentran un futuro o cómo te dicen que están buscando trabajo y se han encontrado con que el encargado del establecimiento también lo formé yo… Es algo muy bonito y que me hace sentir pleno», finaliza Daniel, que ofrece su correo electrónico, info@vesthos.com, como vía de contacto para cualquier persona que se encuentre en una situación difícil y quiera información sobre este tipo de cursos que ofrece el sumiller.

Milca durante sus prácticas como ayudante de camarero. Pepe Marín

Una solución para la crisis hostelera de la ciudad

Además de considerar este tipo de iniciativas para ayudar a personas en riesgo de exclusión social como algo totalmente necesario, Daniel Castro también considera que estos cursos no solo sirven para «dar una oportunidad», sino que también deben considerarse como «invertir en capital humano». «Al final todo se revierte y la gente que se forma termina trabajando, pagando impuestos y consumiendo, por lo que todos ganamos». Sin embargo, queda mucho por hacer en este sentido, empezando por hacer que el acceso a estos cursos sea más sencillo para las personas que verdaderamente lo necesitan. «Creo que es importante que se faciliten y agilicen las cosas. Y, sobre todo, que muchas veces las empresas tomen conciencia de este tipo de situaciones y decidan dar una oportunidad», argumenta Daniel. De hecho, para el sumiller sería una gran opción para responder a la crisis de personal que existe en la hostelería en la actualidad: «Si seguimos así vamos a tener que hacer uso de máquinas de vending. Ya hoy para muchos locales la realidad es tener un robot porque no hay gente para trabajar», finaliza.

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