Emilio Calatayud, con el bastón de mando, rodeado de los miembros de la Hermandad Gitana. Ramón L. Pérez

Homenaje romaní al juez Calatayud: «Don Emilio es para los gitanos el 'tío Emilio', un hombre de respeto»

La Hermandad Gitana de Andalucía reconoce al magistrado como uno de los suyos y le entrega el bastón de mando

Carlos Morán

Granada

Viernes, 25 de septiembre 2020, 12:36

«Señoría, si Belén Esteban dice 'Yo por mi hija mato' no pasa nada. Pero si lo dice una gitana hay quien se lo toma ... como una amenaza. Por eso los gitanos decimos 'Nosotros morimos por nuestros hijos'», comentaba ayer el tío Vicente Rodríguez, un hombre de respeto, a Emilio Calatayud, titular del Juzgado de Menores 1 de Granada, en del despacho del magistrado. El tío Vicente, que tiene 49 nietos y una forma de hablar enfática, no visitó a Calatayud por ningún pleito. Más bien todo lo contrario. Por canas y antigüedad, el 'súper abuelo' Vicente presidía una delegación de la Hermandad Gitana de Andalucía y la Asociación por los Derechos del Pueblo Gitano que quería honrar la trayectoria profesional y personal del popular jurista, a quien consideran «un defensor de los débiles y de los niños».

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Además de por don Vicente, la embajada estaba compuesta por el tío Saturnino, llegado desde Cantabria para la ocasión; Guillermo Carmona, de Granada, y Antonio Martín, que es calé y también cabo primero de la Guardia Civil en Málaga, una interesante combinación que desmonta uno de los tópicos más manoseados de la cultura española. Con un plantel así era imposible que el singular encuentro fuera aburrido.

A las primeras de cambio, y así como quien no quiere la cosa, la tertulia previa –que se alargó casi dos horas– al homenaje propiamente dicho entró el territorio del coronavirus, algo inevitable por otra parte. Para los gitanos, según explicaron, la pandemia ataca directamente a los fundamentos de su cultura, una forma de ser y de sentir en la que prima el valor de la edad y la experiencia. «Gracias a Dios, mi padre vive. Y el primer plato siempre es para él, señoría. Y ahora lleva mal todo esto de las distancias, etc», reflexiona con pesadumbre el tío Vicente.

Y luego está el temor por la vuelta al colegio de los hijos y las repercusiones legales que puede acarrear la decisión de dejar a los niños en casa para evitar que se contagien y contagien a los mayores. La posibilidad de que las autoridades puedan quitarles a los chiquillos por favorecer el absentismo les espanta. Separar a una familia es para los gitanos una catástrofe, una herejía burocrática.

Llegados a este punto, es cuando el tío Vicente saca a colación el lenguaje casi bélico de Belén Esteban para proclamar que, a diferencia de la llamada 'Princesa del pueblo', los calés, por sus hijos, mueren.

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Tras estas y otras cavilaciones, la delegación acordó espontáneamente que había llegado el momento del homenaje, que, básicamente, consistió en la entrega al juez Calatayud del bastón de mando de los gitanos. Es un gesto aparentemente sencillo pero que encierra un significado muy profundo: ayer, la comunidad romaní reconoció a Calatayud como uno de los suyos. En realidad, según dijeron los responsables de la Hermandad, ya lo era, solamente faltaba que tuviera el sello oficial. «Don Emilio es para nosotros el 'tío Emilio'. Un hombre de respeto. Hay quien ha nacido de un gitano y una gitana, pero no es gitano. Don Emilio sí. Tiene la esencia gitana», afirmó el miembro de la Benemérita Antonio Martín.

Muy emocionado, el decano de los magistrados de Menores de España recordó que en su vida y en la de su padre, el abogado ya fallecido Carlos Calatayud, «siempre han estado los gitanos» y presumió de tener «muchos amigos» calés: «Es un orgullo para mí». A algunos de ellos, siguió rememorando, los condenó a aprender a leer cuando eran niños.

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«Es que usted, señoría, sorprende –reaccionó el tío Vicente–. Con perdón, pero da unas hostias jurídicas sin mano que están muy bien dadas».

Y al tío Emilio se le escapó una carcajada rotunda.

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