Día del Cáncer Infantil en Granada

Los héroes de la séptima planta

Allí estaba Darío, un auténtico terremoto de cuatro años. Su entrega en la partida era total, corría de un lado a otro buscando la pelota y no paraba de hablar. Una realidad que resultaba inimaginable hace un año, cuando su madre, María Luisa, empezó a notar que tenía dificultades para caminar. «Repetía patrones un poco extraños, tenía moratones en las piernas y cualquier caída le provocaba fisuras en los huesos», compartió.

Los problemas se sucedieron hasta que Darío dejó de poder andar. Una analítica reveló entonces el peor pronóstico: leucemia linfocítica. Después, todo fue «en modo automático». Pasó un mes ingresado en el hospital y luego continuó el protocolo en casa. A día de hoy, sigue los tratamientos con ingresos de uno a cuatro días y ya ha entrado en la fase de mantenimiento, que durará hasta 2025.

«El tratamiento va suavizándose y su cuerpo tiene que responder. No puede ir al colegio, pero los paseos y la bicicleta le han ayudado mucho a recuperar la movilidad. Es un niño muy activo, pero no muy consciente. Vive el momento», aseguró su madre. Nunca pensó que les tocaría pasar por algo así, pero «el pronóstico hoy es bueno». En este sentido, María Luisa agradece que la tasa de éxito en casos como el de Darío sea del 95%.

La felicidad más inocente se apreciaba en la cara del pequeño, sobre todo, cuando vio aparecer al mismísimo Spiderman. «¿Qué pasa, campeón? Venimos a darte toda nuestra fuerza. ¡Dame un abrazo!». El hombre araña no venía solo; le acompañaban otros grandes superhéroes: Batman, Hulk y Capitán América. Los niños no daban crédito. Juntos bajaron a las puertas del Materno, donde Óscar, de 18 años, leyó el manifiesto con el que cada año la asociación Aúpa reivindica la realidad de los niños con cáncer.

Desde hace cinco años, padece leucemia linfocítica aguda. Su diagnóstico llegó tras muchas molestias en la rodilla y después de que lo achacaran al «estirón» de la edad. Además, tiene síndrome de Gilbert -su hígado no procesa bien la bilirrubina-, lo que complica su contexto. Cuando llevaba un año limpio, tuvo una recaída y un infarto en el nervio óptico le hizo perder la visión del ojo izquierdo.

«De repente, todo se corta. Estás desorientado. Y que se caiga el pelo no es lo más relevante. Lo peor es ver que tu hijo no está bien, que tiene náuseas, que necesita ayuda para ir al baño, que no puede llevar una vida como otros chicos de su edad…», explicó su madre, Eunice. Para ella, es «importante» que las familias busquen apoyo, que conozcan otros casos y que, si su hijo es mayor, le muestren que también ellas están mal por ellos.

Óscar se siente bien, arropado por su familia y con ganas de acabar los estudios. Su sueño es formarse en mecánica de coches. Lo único que quiere es una vida «normal», que no es fácil cuando vas al instituto. «Solo pido que haya más concienciación en los colegios, que se visibilice para que cuando haya un caso como el mío en una clase, los compañeros no dejen de lado a esa persona, que lo entiendan y lo acompañen», subrayó el adolescente.

Pacientes como Darío y Óscar son los héroes de la séptima planta. Allí, precisamente, colocaron este miércoles un mural elaborado por alumnos de diversificación curricular del IES Alfonso XI de Alcalá La Real en colaboración con la asociación Arteterapia. También se ofreció un taller de musicoterapia con Aúpa y los niños recibieron regalos y disfrutaron de un menú especial. Todos ellos, pequeños y mayores, presumieron de lazos dorados en sus manos para visibilizar esta realidad en un día tan significativo para ellos.

«La humanización por parte de los sanitarios, que trabajamos con ellos cada día, y de las familias, que los cuidan a todas horas, va bien. Lo que necesitamos es que se invierta más en investigación», reivindicó la supervisora de Oncología Pediátrica del centro, Remedios Lázaro. Según ella, «es la única manera de ganar esta batalla, que se investigue. Los niños y sus familias ya hacen todo lo posible para curarse. Son unos héroes sin capa».