La Guardia Civil desmantela una violenta banda criminal de atracadores en Granada
Unos 80 agentes participaron en la operación, desarrollada ayer en cuatro puntos de la provincia; el clan robaba tanto a camioneros como en negocios
La calma de la noche, esa que no deja escapar ni siquiera a un lugar tan bullicioso como una comandancia, se rompe a eso de ... las 4.30 horas. Los despachos permanecen con las luces apagadas y los guardias descansan en sus pabellones cuando entran al patio central los primeros vehículos. En poco rato se reúnen allí decenas de agentes. Es el punto de partida de una ruta trazada al milímetro, el colofón final de la operación Ivecania, que ha supuesto meses de trabajo y que, esperan, salga redonda. Aún no lo saben, pero así será. Durante la madrugada de ayer, jueves, 26 de junio, fue desarticulada una violenta banda criminal que se dedicaba a cometer delitos contra el patrimonio y la seguridad colectiva, así como a la tenencia ilícita de armas. Robaban presuntamente tanto la mercancía de camiones como en establecimientos, e incluso llevaron a cabo un secuestro en este contexto.
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La operación, dirigida por la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) de la Comandancia de la Guardia Civil de Granada, derivó ayer en ocho entradas y registros domiciliarios en cuatro puntos de la provincia granadina. Como resultado, detuvieron a siete personas e intervinieron 20.000 euros en efectivo, dos vehículos, 200 plantas de marihuana, 100 cartuchos blindados de 9mm, una moto de agua, una bicicleta eléctrica, dos motos de cross, dos patines eléctricos y múltiples piezas de oro. También hallaron en torno a 50 efectos que habían sido sustraídos previamente, entre los que se encuentran ordenadores, barras de sonido, relojes, hornos y bebidas de importación.
Casi todos los registros se llevaron a cabo de forma simultánea, a las 6.30 horas, en Pinos Puente (tres registros), Atarfe (tres), Cogollos Vega (uno) y Granada capital (uno, en concreto, en Almanjáyar). En esta última ubicación contaron con el apoyo de la Policía Nacional. En total, cerca de 80 agentes del Grupo de Acción Rápida (GAR); la Unidad de Seguridad Ciudadana (Usecic) de Granada, Almería y Jaén; Policía Judicial o el servicio cinológico se desplegaron en las distintas localizaciones.
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Fuentes de la Benemérita precisan que esta violenta organización criminal supuestamente atracaba tanto negocios -por ejemplo, restaurantes- como a camiones en estaciones de servicio -cometieron ocho robos con fuerza de este tipo-, a los que les robaba la carga que portaban. Obtuvieron un beneficio muy elevado, de miles de euros, gracias a los diversos golpes que dieron a lo largo de varios meses. Uno de los días clave fue la noche del apagón, cuando robaron en un grow shop y se llevaron dinero en efectivo y semillas.
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Esa misma noche, la Guardia Civil los pilló in fraganti mientras saqueban el restaurante situado en el área de servicio El Torreón, en Albolote, en la A-92. La Guardia Civil detuvo a cuatro varones pertenecientes a este clan, pero quedaban más por arrestar. Ayer, jueves, cayeron todos los que quedaban, tanto los cabecillas como los que se encontraban en los eslabones inferiores de la cadena.
La preparación
Aunque el operativo ya estaba perfectamente coordinado, antes de partir ayer tocaba analizar los últimos detalles. En la zona del aparcamiento de la Comandancia de la Guardia Civil de Granada, los jefes de los distintos grupos concretaron el plan de acción. Fijaron el punto de encuentro y la hora exacta a la que accederían a las viviendas. Mientras, otros agentes recogieron a los letrados de la administración de justicia (LAJ), necesarios para los registros. A las 6.00 horas salieron hacia las cuatro localizaciones. A y media entraron en la mayoría de domicilios.
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IDEAL acompañó a los agentes en la intervención realizada en Pinos Puente. Accedemos al Cerro, un barrio que duerme plácidamente, a través del cerro del tío del yeso, una zona de campo. Cabe recordar que justo allí se produjo hace un año el primer gran incendio del verano, según pudo saber este periódico, originado por una quema de marihuana que se fue de las manos. Aún queda rastro del color negro en el paisaje.
Tres drones
Los únicos que hay despiertos son los gallos, que cantan incansables. El silencio reina entre las empinadas calles del barrio cuando aparecen los efectivos, caminando a paso firme, en fila india, liderados por uno que porta un escudo balístico. Todos ocultan su rostro detrás del pasamontañas. Tres drones graban la escena desde el aire. Son las 6.38 horas cuando revientan la primera puerta. «¡Guardia Civil ¡Al suelo! ¡Al suelo!». Ninguno de los moradores puede ya escapar.
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El trasiego dentro de la vivienda es evidente, con un desfile de linternas en busca de cualquier elemento de interés. Los propietarios guardan herramientas y varias motos dentro de la casa. En el patio hay un aparato de aire acondicionado y un contenedor del Ayuntamiento de Pinos Puente. Suena el llanto de un niño. «Hay un varón y varios menores», informan desde dentro. «¿Puedo pasar?», pregunta la letrada. «Un momento, que acabemos de asegurar la vivienda», le responden.
Nos dirigimos a un segundo domicilio en Pinos Puente, ubicado en la parte alta, que cuenta con vistas privilegiadas del pueblo. Los agentes conversan entre ellos y realizan llamadas con los otros grupos para establecer los pasos a seguir. La situación aquí está controlada. Siguiente parada: Almanjáyar. A las 7:30 horas ya están allí, en este caso acompañados también por la Policía Nacional, al encontrarse en su demarcación. Agentes de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de este cuerpo prestan su apoyo.
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En los alrededores de la calle Andújar hay muchísima basura tirada por el suelo. Pese a la claridad del día, no hay nadie en la vía pública. Los agentes pasan desapercibidos, a no ser que las miradas los observen a través de las ventanas. Nunca se sabe. Se repite la escena, con gritos que anuncian la llegada de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En la plaza la vigilancia es extrema. Una madre sale con su hija de uno de los portales. Curiosamente, ni siquiera mira a los guardias. Están, quizás, demasiado acostumbrados a verlos por allí.
Un armario abierto
Son las 8:14 horas y los registros prosiguen en las otras dos localidades, Cogollos Vega y Atarfe. Nos dirigimos a esta última, con dos viviendas en el punto de mira. La primera lleva ya casi dos horas invadida por los agentes. A través del balcón puede apreciarse el armario con las puertas abiertas de par en par, señal inequívoca de que ha sido inspeccionado a fondo. Al principio de la calle permanecen de pie varias vecinas charlando, con gesto serio. Intentan divisar qué ocurre, pero el meollo está demasiado lejos.
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Quince minutos después, un vehículo de la Benemérita pone rumbo a la otra casa de Atarfe, ubicada en una zona más bien de campo. Justo enfrente hay caballos y un poni. «Son suyos», confirma un guardia civil. Se refiere a que son propiedad de los dueños de esta vivienda, muy diferente a las anteriores. Mientras que las otras eran más austeras, se nota que esta es infinitamente más lujosa. Desde fuera se aprecia la piscina, las hamacas amontonadas, la barbacoa, el balcón. El terreno es amplísimo. Al parecer, pertenece a uno de los cabecillas.
En el lugar se encuentra también la Policía Local de Atarfe. Conforme van acabando el trabajo, unos y otros se despiden y se marchan. Hay quienes llevan despiertos desde las 2.00 horas. Toca desayunar y hacer balance de una actuación que ha cumplido con el objetivo: desarticular un clan criminal que había robado miles de euros atracando a camioneros y establecimientos.
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