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ROSA SOTO

La grieta urbanística del Albaicín

El mal estado de casas abandonadas configura una 'ruta de las ruinas' por el barrio Patrimonio de la Humanidad | Vecinos alertan de muros y tejados «que se caen a trozos», pero al ser propiedades privadas el Ayuntamiento sólo actúa en casos de emergencia

Viernes, 14 de diciembre 2018, 20:16

El ajimez, ese pequeño balcón de madera y con celosías que corona el convento de Santa Inés, situado en la cuesta homónima que sube ... hacia el Albaicín, presenta riesgo de desprendimiento por el mal estado de las vigas que lo sostienen. Numerosas asociaciones locales y vecinos del barrio dieron la voz de alarma el pasado 7 de diciembre a través de Twitter e informaron del peligro que representa para los viandantes la posible caída de maderas y cascotes. Este es sólo un ejemplo de los numerosos edificios en ruinas del barrio.

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El Albaicín se mueve entre dos aguas. Es Patrimonio de la Humanidad por innumerables razones, como la belleza intrínseca de los cármenes que llenan el barrio de vegetación y jardines, los miradores y sus vistas, y por su historia. En el otro extremo están los problemas que traen de cabeza a los vecinos: demasiados turistas, falta de limpieza en algunas zonas, edificios okupados y, la última queja, casas abandonadas y en ruinas. Algunos de estos edificios tienen muros y tejados en tan mal estado que presentan riesgo de derrumbamiento y ponen en peligro la integridad física de los viandantes, pero que también suponen una molestia para los vecinos que se enfrentan a la insalubridad de las basuras que se acumulan en su interior.

Así lo explican algunos afectados a IDEAL, cansados de no recibir respuesta por parte de los dueños de estos inmuebles «que se caen a trozos» y que tienen la responsabilidad de rehabilitarlos para evitar que se convierta en un problema público. Al ser propiedades privadas, el Ayuntamiento sólo puede actuar en caso de emergencia; es decir, si el edificio está en tal grado de degradación que es preferible derrumbarlo de forma controlada para evitar accidentes y cargar la factura al propietario por el servicio subsidiario. El mal estado de conservación de numerosas casas abandonadas permite crear una 'ruta de las ruinas' del barrio que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad en diciembre de 1994. Lejos de representar una atracción turística, este itinerario conduce por calles marcadas por el abandono de alguna de las antiguas casas de la zona. Según los datos facilitados por Conservación, más de la mitad tienen 50 años.

Casas sin dueño

Germán Madinabeitia es uno de los afectados por el mal estado del edificio que está justo delante de su vivienda. El inmueble en cuestión está situado entre la cuesta del Chapiz y la calle Veredilla de San Agustín, número 1 (fotografía 6). A simple vista se ve un muro en mal estado que va empeorando a medida que se sube la cuesta, pero el principal problema está justo al otro lado. La pared que da a la calle Veredilla de San Agustín presenta varios huecos por la caída de cascotes tras el derrumbamiento del tejado. Madinabeitia vive justo enfrente y alerta de que algún día caerán los ladrillos encima de alguien. Sin embargo, en este caso, su preocupación recae en la toxicidad de los materiales con los que se construyó el tejado, ya que asegura que por la antigüedad del edificio y las características del tejado, éste está compuesto de amianto, un fibrocemento que se prohibió en España en 2002 porque el contacto prolongado puede provocar enfermedades como el cáncer de pulmón y el mesolelioma, un tumor maligno raro. «Cada vez que hay un derrumbe se produce una nube de polvo tóxico», detalla.

La finca, de 689 metros cuadrados, está en ruinas y el mismo registro del Catastro lo indica. Parte del techo y paredes se han derrumbado dentro de la parcela, que contiene algunas mantas y restos de ropa de okupas ocasionales. Con el paso del tiempo han crecido árboles en su interior. Otro vecino de este inmueble, que prefiere permanecer en el anonimato, indica que el servicio mínimo de limpieza y quita de rastrojos lo hace de forma subsidiaria el Ayuntamiento cada verano y atribuye la titularidad de la parcela al Banco Popular, absorbido por el Banco Santander, según le indicaron los trabajadores que quitaban las malas hierbas en julio.

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Madinabeitia duda de que la entidad bancaria conozca el estado real del inmueble y recuerda que el año pasado los Bomberos precintaron la calle por la caída de algunos ladrillos de la pared, pero con el tiempo la cinta desapareció y la gente volvió a pasar junto a la tapia, que con el viento fuerte se tambalea. «Hemos avisado en los últimos 10 años varias veces a la policía local, pero no se instruye ninguna acción al respecto», explica.

1. Vivienda en mal estado en la calle Panaderos, que genera humedades a los vecinos. / 2. ivienda entre la cuesta del Chapiz y la calle Veredilla de San Agustín. Tiene parte del tejado y la fachada derruida. / 3. Parte posterior del edificio en ruinas y abandonado, situado entre las calles Elvira y Serrano, donde vende lotería José. ROSA SOTO

Manuel es otro vecino que vive junto a una casa vacía que le da problemas de humedad. Este granadino vive en la calle Panaderos y recuerda que la vivienda del número 12 la compraron unas personas hace años para hacer apartamentos turísticos que debían estar listos sobre el año 2006. «Empezaron la obra, pero la pararon al poco tiempo y así sigue hasta ahora. Los materiales se han echado a perder y tras recibir un aviso por parte del Ayuntamiento arreglaron un par de desperfectos, pero sigue sin techo, las vigas están en mal estado, la fachada con lona para evitar que caigan cascotes y a mí me entra humedad porque su pared no está protegida», relata.

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Radiografía del barrio

Estos son sólo dos ejemplos de las diversas casas en mal estado que se distribuyen a lo largo del barrio, pero hay bastantes más. La presidenta de la asociación de vecinos Albaicín, Lola Boloix, hace una radiografía de «una pequeña parte» de todos los edificios en mal estado y enumera algunos de los más vistosos del vecindario.

Empieza desde el Albaicín bajo. Pasada la Puerta de Elvira, en los números 138 y 140 de la calle homónima se planta un edificio que parece «la mansión encantada» por el aspecto que tiene. José es el único que queda en el inmueble. Vende lotería en un local en los bajos. «Esto no se cae, resiste, llevará 50 años así», explica. El estado ruinoso llevó a los demás inquilinos a abandonar los pisos y, según José, los dueños están todavía barajando las opciones para sacar el máximo partido al inmueble porque «la reforma no es barata», pero la opción de construir apartamentos turísticos parece ser la favorita. Visto desde atrás, desde la calle Serrano (fotografía 1), se observan ventanas y paredes tapiadas, un tejado sostenido por vigas de madera un tanto carcomidas y una malla que evita que caigan cascotes al solar posterior.

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Subiendo por la cuesta Alhabaca y girando hacia la derecha hasta llegar al mirador de la Lona hay una casa que hace esquina con el tejado parcialmente derrumbado y la pintura de la fachada se cae a trozos. A la izquierda, cruzando el callejón del Ladrón del Agua (fotografía 5), los ladrillos de los escalones están tan deteriorados que hay varios socavones. Si se sigue esta callejuela hasta pasar el Palacio Dar-Al-Horra y llegar a la plaza del convento de Santa Isabel la Real, el visitante se encontrará de frente otra casa tapiada y con pintadas en la fachada (fotografía 2).

La ruta sigue hasta llegar a la calle Babole después de pasear por la calle Tiña. En el número 1 resiste una vivienda con el tejado derrumbado y con maleza en la fachada (fotografía 4). Las puertas están atacadas con cadenas y la ventana permanece abierta y rota, por la que se ve un sofá cubierto por los escombros del techo.

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Abandono

Marga Marín es también miembro de la asociación de vecinos del barrio y explica que muchos de los abandonos de estas casas se producen cuando los herederos no se ponen de acuerdo y entran en litigio o no pueden mantenerlas por el elevado coste de reformar y rehabilitar un inmueble tan antiguo. A todo ello suma «el papeleo» y el tiempo que se tarda en conseguir la licencia de obras. Esta vecina explica que el proceso puede llegar a alargarse hasta cinco años y durante este periodo de tiempo las casas sufren problemas de okupación y degradación que puede derivar en el derrumbe parcial o total del inmueble. A ello suma problemas de salubridad asociados al abandono como el crecimiento de vegetación y la aparición de plagas de ratas y cucarachas.

Marín recuerda que todos los propietarios están obligados a pasar una inspección técnica de la vivienda cada 10 años. Un arquitecto revisa el inmueble y emite el informe correspondiente y si no cumple con las garantías adecuadas se denuncia la situación a Urbanismo. El Ayuntamiento contactará mediante carta certificada con el dueño para que atienda la citación y tome medidas para evitar la ruina del edificio. Si no actúa y el caso es crítico, el Consistorio demolerá el inmueble y pasará la factura al propietario, «aunque si no se logró contactar con él en un primer momento, es difícil que logren recuperar el dinero invertido en la demolición», apunta Marín.

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