Bruno Abarca, teletrabajado en su piso de Madrid. IDEAL

Un granadino, contra la pandemia: «¿Y si el COVID-19 arrasa con niños con malnutrición?»

El médico Bruno Abarca, técnico de Salud y Nutrición en Acción contra el Hambre y profesor asociado de la Universidad George Washington, forma parte de uno de los equipos que prepara la estrategia para enfrentar la crisis en países pobres

Miércoles, 1 de abril 2020

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Es técnico de Salud y Nutrición en Acción Contra el Hambre y forma parte del equipo que prepara la estrategia para enfrentar la pandemia en los países donde tienen misiones, como Senegal, Siria, Líbano, Palestina, Colombia o Mauritania, entre otros. «Lo que se viene allí es grave. Y desconocido».

¿Qué pasará en esas zonas?

–Todo el mundo está pendiente de lo que pasa aquí, en Europa, en Estados Unidos, en Asia... pero pocos ojos están puestos en ciertas zonas de Latino América, África y Oriente medio. Pocos ojos porque el marrón allí ya es grande. El coronavirus se sumará a otros problemas estructurales. Por ejemplo, en Congo colean con ébola; en Siria, la guerra civil; en Sudán del sur tienen una tregua débil; en otros sitios no tiene un sistema de salud y sufren una crisis brutal de emigración... a todo eso, suma el COVID-19.

Una Emergencia Humanitaria Compleja, ¿correcto?

–Eso es. Ése es mi tema, lo que yo enseño en la Universidad George Washington, cómo afrontar situaciones en las que se te suman, al menos, un par de problemas: desplazamientos masivos, conflictos, violencia... Aquí se junta todo.

«El coronavirus se sumará a otros problemas estructurales»

¿Afectará el coronavirus igual a los países del sur?

–Hay mucha gente que piensa que en los países del sur a lo mejor no afecta tanto porque son poblaciones más jóvenes, pero es una perspectiva irreal. Esos países tienen muchos más riesgos por otros motivos. Allí la transmisión es mucho más alta porque la gente vive hacinada, con poca distancia social. Y hay más probabilidad de que un caso pase a grave. Imagina esto en un sitio en el que hay malaria, tuberculosis y otras enfermedades infecciosas con las que aún no sabemos cómo va a reaccionar el coronavirus. A lo mejor el COVID-19 es más grave en personas con desnutrición...

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¿Y los niños?

–Acción Contra el Hambre es una de las oenegés más fuerte en malnutrición infantil. Pero faltan datos para saber cómo afectará. En Europa y Estados Unidos afecta a personas mayores con otros problemas, pero, ¿y si el COVID-19 arrasa con niños con malnutrición o malaria? Puede ser una catástrofe.

Malnutrición en África. EFE

¿Hay capacidad de respuesta?

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–Aquí se ve súper difícil aumentar la capacidad de personal sanitario, pero aún así, comparado con Siria, Sudán o Mali, nuestra capacidad es increíblemente enorme. Hablamos de sitios donde el personal sanitario ya ha huido del país, con centro derruidos o con pacientes que no se acercan porque hay francotiradores cerca. Estados Unidos está facilitando la entrada de personal sanitario en su país. Igual que España. Aquí la fuga de cerebros tiene un camino clarísimo: de sur a norte. Para arreglar nuestro problema podemos estar complicando más la solución en otros sitios.

¿Se pueden aplicar en estos países las medidas que se han tomado aquí?

–En Singapur o en Corea del Sur pudieron aplicar medidas de contención. Aquí no. Aquí, en España, hemos pasado directamente a la mitigación: gente en casa, sin coles... para que los casos se vayan produciendo con más retraso y así no sobrecargar al sistema sanitario. Estas medidas son irreales en los países donde trabaja Acción Contra el Hambre. El teletrabajo no se puede plantear en sitios como África Subsahariana, todo lo que es quedarse en casa supone parar la actividad productividad. Y allí dependen de lo que exportan. Si cierran fronteras, no pueden sostener sus vidas. En el Líbano, con un asentamiento de un millón de refugiados sirios y quinientos mil palestinos, en condiciones precarias, viviendo en tiendas de campaña, no puedes aislar a un paciente. Y países como Sudán no pueden competir por mascarillas en un mercado internacional con Estados Unidos o España... Es un escenario muy crudo.

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«Para arreglar nuestro problema podemos estar complicando más la solución en otros sitios»

¿Se puede hacer algo?

–En la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical, plantean que el método podría ser el shielding: crear ya un blindaje a las personas de alto riesgo. Allí no se puede aislar a una persona y la transmisión de antes no la vas a frenar. Que esas personas se queden separadas del resto, que se aparten ya tiendas de campañas, que se reubiquen... Claro que esta medida es horrible porque deja desprotegida al resto de la población.

Refugiados sirios. EFE

¿Puede actuar un equipo sanitario allí, con medidas de seguridad?

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–Si en España conseguir un bote de solución alcohólica es difícil, en estos sitios es imposible. Allí no hay medidas de protección mínimas para el personal sanitario. Hay un montón de incógnitas. Aquí tenemos un sistema de salud fuerte que permite una vigilancia epidemiológica fuerte; en muchos sitios esto no existirá. Cuando llegue la primera muerte registrada por coronavirus a estos países, seguramente ya haya cientos y afecte a miles. Pero no lo sabremos.

¿Cómo se están organizando las oenegés como la tuya?

–Trabajando para responder a todo esto con herramientas y apoyo para las misiones. Priorizando las actividades que salvan vidas (distribución de alimentos o agua) y que no se pueden parar; que podamos seguir haciéndolas aumentando protección y sin ser un factor de contagio. Y otras acciones que no sean fundamentales ahora pasarán a intervenciones esenciales.

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«Las organizaciones internacionales apoyaremos, pero los actores locales juegan un rol enorme»

¿Y allí?

–El rol de las comunidades locales va a ser fundamental, son los que realmente van a poder movilizar cosas. Las organizaciones internacionales apoyaremos, pero los actores locales juegan un rol enorme. Es una de las lecciones aprendidas de pandemias anteriores. En Inglaterra se han seleccionado agentes comunitarios de salud para que transmitan mensajes en sus zonas y blinden a las personas con más riesgo. Se sabe que la comunicación vertical no llega a la gente, no se toma en serio.

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