Una granadina en Jerusalén: «He sentido las bombas caer a sólo cinco kilómetros de mí»
Lucía López, consultora de la UNRWA, estaba en la capital cuando estalló el conflicto y asegura que los ataques «van para largo»
Sonidos de sirenas, preocupación en el ambiente y estruendos por el estallido de los misiles han sido la realidad de estos últimos días para Lucía ... López, la granadina trabajadora de la UNRWA que se encontraba en la parte de Este de Jerusalén cuando el conflicto estalló. Llegó el viernes a la ciudad con el objetivo de desplazarse después hasta Gaza y evaluar así diversos proyectos de la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), pero el inicio de los ataques de Hamás y la posterior respuesta de Israel suspendieron la actividad.
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«Jerusalén vive desde el sábado a media asta. Muchas tiendas están cerradas y la población permanece en sus casas.
Aunque Lucía ha estado varias veces en el territorio e incluso vivió una de las últimas escaladas de tensiones en 2012 en Hebrón (Cisjordania), afirma que esta vez «la situación es peor» y que todo apunta a que los ataques «van para largo». «Todo el mundo habla de lo mismo, el conflicto se va a recrudecer», expresa. Alojada en un hotel en la parte Oriental de Jerusalén -zona que Palestina reclama como su capital- dice que las sirenas sonaban hasta cinco veces en un día y que los peores momentos los vivió el lunes por la noche. «Al principio, los estallidos se escuchaban a una cierta distancia, pero el lunes la situación empeoró. He sentido las bombas caer a sólo cinco kilómetros de mí. Sabía que los misiles de Hamás no llegarían a donde yo estaba por ser zona palestina. El verdadero infierno se está viviendo en la zona israelí y Gaza», insiste. La actividad es casi nula también en el zoco de Jerusalén, ubicado en la Ciudad Vieja, donde confluyen los templos sagrados de las tres religiones monoteístas y en el que la tensión es extrema entre palestinos e israelíes.
Tras dos vuelos cancelados en el aeropuerto de Tel Aviv, Lucía pudo salir ayer del país través de Jordania por la gestión que hizo la UNRWA. «Han sido días de mucha incertidumbre y mucho caos», señala y también explica la deficiente función del consulado español, con quien no pudo contactar hasta dos días después del inicio de los ataques.
Sensación en el ambiente
Preocupación y «sensación de luto nacional» es lo que Lucía percibe en el ambiente. Aunque expresa que muchos habitantes lo viven como algo relativamente normal, asegura que las conversaciones en las pocas cafeterías que quedan abiertas en la ciudad se centran en que de nada sirve «derramar más sangre» ni acabar con la vida de más cristianos, judíos y musulmanes porque nada de ello va solucionar su disputa. «Hay enfrentamientos en cada check point y en las fronteras de cada ciudad», concluye.
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