El delegado episcopal, Alfonso Marín; el arzobispo de Granada, José María Gil Tamayo y la directora de Cáritas Diocesana de Granada, Luisa María Maeso, en la presentación de la memoria anual de Cáritas. Javier F. Barrera

Iglesia Católica

Granada, tierra de pobres al cuadrado

La memoria anual de Cáritas revela que las personas desfavorecidas tienen cada vez menos recursos tras años de crisis inflacionista

Miércoles, 19 de junio 2024, 14:02

«Hemos tenido casos en los que se ha llegado a pagar hasta cuatrocientos euros mensuales por el alquiler de una habitación sin derecho a ... cocina». «La mayoría de las familias atendidas se encuentran en el dilema continuo de pagar el alquiler y los consumos o comprar comida. Y abonan primero los gastos de vivienda porque es más fácil acceder a ayudas para comer que para pagar el alquiler».

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«La situación de bonanza económica no se traduce a las clases más desfavorecidas. El acceso al empleo ya no garantiza en España la inserción social. Según datos de la Encuesta de Población Activa, Granada cerró 2023 con la mayor tasa de paro del país (21,6%), sin contar Ceuta y Melilla».

Esta es la fotografía que presenta la memoria anual de Cáritas de Granada, la tierra de los pobres al cuadrado, «donde los pobres son cada vez más pobres tras años de crisis inflacionista», explica el arzobispo de Granada, José María Gil Tamayo, junto al delegado episcopal, Alfonso Marín, y la directora de Cáritas Diocesana, Luisa María Maeso.

En su crudeza más transparente, la presentación de la memoria anual de Cáritas respecto a 2023 se ha convertido este miércoles en un sonoro agradecimiento a todo el espectro que participa en Cáritas y en un llamamiento -ahora que la campaña de la Renta sigue su curso-, a señalar la 'x' para ayudar a la Iglesia en sus quehaceres caritativos.

Respecto a la galaxia Cáritas en Granada, está compuesta por 92 parroquias dispersas en una red de ayuda por toda la provincia, 1.100 voluntarios de Cáritas, 2.300 socios, 1.900 donantes y 200 instituciones colaboradoras, más las ayudas de las administraciones del Estado, que desgraciadamente merman de año en año, expusieron.

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«Los números lloran»

Las cifras económicas son elocuentes respecto al trasiego del pasado año. «Muchas veces los números en vez de cantar lloran», describió en un ejercicio de estilo el arzobispo de Granada, periodista de formación y corazón.

Así, Cáritas Diocesana invirtió 6,2 millones de euros en el año 2023 para ayudar a 7.488 personas. Se constata de esta forma que se incrementa el número de personas que acudieron a esta institución a buscar ayuda.

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De igual modo, un 30% de las personas atendidas en 2022 han seguido requiriendo el apoyo de Cáritas para cubrir sus necesidades más básicas, y un 40% son nuevos casos de afectados por el encarecimiento del coste de la vida, explicaron.

Las ayudas de emergencia, dado el contexto actual en Granada, están encabezadas por las demandas de alimentación. También hay que contar con los gastos de vivienda, «que asfixian a las familias más vulnerables». Se aprecia asimismo que cada vez más personas comparten hogar para hacer frente a los gastos.

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El círculo de la pobreza

Cáritas comparte que las situaciones de necesidad y privación aumentan especialmente para los hogares con presencia de niños y niñas (49%), lo que afecta a las condiciones de vida de esos menores y predispone a un mayor riesgo de pobreza o exclusión en la vida adulta. Cáritas trata por todas las maneras de romper ese círculo.

«Trabajamos de manera integral con todos los miembros de la familia, realizando un seguimiento y apoyo educativo específico a menores y jóvenes para la prevención del absentismo escolar». La idea es frenar la herencia generacional de pobreza.

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Elena Mesa Paniagua. Javier F. Barrera

«Quiero un trabajo digno, no ayudas»

Elena Mesa Paniagua, granadina de 40 años de edad y madre de tres hijos, dos de ellos menores, es una de las beneficiarias de las ayudas de Cáritas. Trabajaba de limpiadora en una residencia, y ahora está en paro. «Se terminó el contrato y salí. Me llamaron dos o tres veces, pero ahora estoy en paro».

Entonces acudió a la asistenta social para ver cómo le podían ayudar. Le derivó a Cáritas. «Me ofrecieron ayuda para pagar recibos de luz y de agua si asistía a unas charlas cada viernes. Asistí y al final de cada mes te pagan 150 euros. Y en eso estoy ahora, a la espera de un trabajillo».

Pero no quiere un trabajillo cualquiera. «Solo quiero un trabajo en condiciones, estoy harta de trabajar por cuatro duros porque yo valgo para trabajar y valgo por mi formación. Solo quiero un trabajo digno, no quiero ayudas».

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