Recuerdos de un cumpleaños millennial: los parques infantiles de Granada, 20 años después
Tres piscinas de bolas fueron lugar de encuentro de los niños de toda una generación. Todas cerraron, pero hay un local que mantiene el vínculo con la infancia
Los cumpleaños allí eran un ensayo de la juerga adulta. Un entrenamiento social previo a las fiestas light -esas tardes de Fanta y reguetón- y ... el botellódromo. En la Granada de los primeros 'millennials', la última generación que rebobinó cassettes con boli BIC, los aniversarios olían a calcetín empapado. Sabían a medianoche de chorizo. A Champín. Incluían el trámite -siempre incómodo para el protagonista- del 'cumpleaños feliz' y la vela apagada cuando las tartas todavía tenían sabor: no se estilaba la fondant. Y culminaban con un soplido de secador en el pelo. En las piscinas de bolas de Vid Boys el Monky Diver o el Happy Swing dio el estirón toda una saga de granadinos.
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Los tres mencionados ya no existen. El único vínculo con la infancia lo mantiene el local que acogió al Happy Swing, reconvertido en tienda de juguetes, en uno de los pocos supermercados de la ilusión que quedan en la ciudad -eso es otra historia-. El de Camino de Ronda quedó desmantelado. Y capítulo aparte merece el Vid Boys.
Cine, hamburguesa y Vid Boys eran la santísima Trinidad del niño en el centro comercial Neptuno. En aquella sala recreativa cabía todo. Uno podía apalear topos en el 'Whac-A-Mole', volverse loco con los discos de air hockey, esquivar a los dinosaurios de Jurassic Park y, para terminar, algo de relax: hoyo en uno en el minigolf. Pero las estrellas eran el laberinto y la piscina de bolas, bajo la mirada de aquella ardilla -¿Tina?-.
Si aquello fue una juerga -al menos un ensayo-, el local es hoy la imagen de la resaca. Muebles abandonados, bolas de colores desperdigadas, suciedad o colchonetas en las que no volverá a saltar ningún niño. Todo ello se puede ver desde el pasillo del centro comercial, un recinto que aguarda su reforma integral para recuperar el pulso. Su rastro virtual se pierde en 2013, cuando se publicó la última foto en el muro de Facebook de Vid Boys.
No es que los parques de bolas hayan desaparecido: hay más, más grandes, más modernos, diseminados por el área metropolitana. Pero en la capital no queda ninguno de los clásicos. Quienes jugaban allí ya están a otras juergas, pero no borran de su memoria el sabor de las mediasnoches, la ropa empapada después de horas de escondite en el laberinto, o aquel secador que ponía punto y final a la tarde. Valga este experimento en Twitter:
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