Seis lugares emblemáticos de la capital granadina que aparecen en este reportaje donde afloran esos sonidos que siempre ha ocultado el ruido. JORGE PASTOR

Granada en silencio

La banda sonora de una ciudad sin ruido ·

¿Cómo suena el Paseo de los Tristes, el Mirador de San Nicolás o la plaza Bib Rambla sin el bullicio de los turistas o el trasiego de los vehículos? Ésta es la banda sonora de una ciudad sin ruido

Jorge Pastor

Granada

Domingo, 19 de abril 2020, 01:02

Granada no sólo es una de las ciudades con mayor polución de España. También se sitúa entre las campeonas de la contaminación acústica. En ... Puerta Real, por ejemplo, se superan con creces los setenta decibelios durante el día, por encima de los cincuenta y cinco que, según la Organización Mundial de la Salud, no se deberían de sobrepasar en zonas residenciales. Los motores, las rodaduras, el 'crujido' de los chasis en los baches… todo contribuye. Recogidas, Acera del Darro, Arabial y Severo Ochoa son las calles más estruendosas en horario diurno, mientras que en el nocturno la palma se la llevan Plaza Nueva, Ganivet y Pedro Antonio de Alarcón, donde los gritos y el gentío hacen imposible el descanso con las ventanas abiertas. Aunque la percepción del ruido es subjetiva, los expertos consideran que a partir de los veinticinco decibelios resulta muy complicado concentrarse para conciliar el sueño.

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Así era Granada hasta hace algo más de un mes. Hasta que se decretó la alerta sanitaria por el coronavirus, se paralizó la ciudad más allá de los servicios esenciales, la gente se confinó en los hogares y donde antes había ruido ahora se impone el silencio. Una experiencia sensorial que para unos resulta singular y para otros, inquietante. Una quietud que ha permitido que afloren otros sonidos ocultos. Ahora escuchamos las conversaciones del vecino de enfrente, pero también oímos el golpeo de las gotas de lluvia contra las barandillas, el gorjeo de los pajarillos, el viento o el discurrir de los ríos cauce abajo. ¿Se han preguntado alguna vez cómo sonaría la Carrera del Darro, una de las vías más bellas del mundo, sin el bullicio de los turistas y el continuo trasiego de vehículos? IDEAL ha grabado seis vídeos en otras tantas localizaciones emblemáticas de la capital. Ésta es la banda sonora original de la Granada que lleva cinco semanas en silencio.

Y sonaron las campanas de San Pedro

Paseo de los Tristes

Vídeo. En el Paseo de los Tristes ahora se escucha el discurrir del agua por el cauce del Darro. JORGE PASTOR

Si hay un lugar que aparece como parada obligatoria en las guías turísticas de Granada, ése es sin lugar a dudas el Paseo del Padre Manjón, más conocido por el Paseo de los Tristes -por aquí pasaban los cortejos fúnebres camino del cementerio-. Las vistas de la Alhambra son impresionantes, a lo que se suma el encanto del Darro, cuyo curso bordea la Colina Roja hasta el embovedado de plaza Nueva. El bullicio está presente desde que amanece hasta que anochece. Las terrazas siempre están llenas de gente y la circulación de vehículos hacia los barrios del Albaicín y el Sacromonte es constante a través de la cuesta del Chapiz.

Con la cuarentena ha desaparecido todo ese ruido ambiental. ¿Qué se escucha ahora? Pues fundamentalmente el fluir del agua del río, que baja con bastante caudal tras las últimas lluvias. El gorjeo de los pájaros es continuo. Pero el día que se hizo este reportaje, el martes, la magia la pusieron las campanas de la iglesia de San Pedro, que tocaron sobre las doce y que se oían de forma nítida en todo el Paseo de los Tristes.

La soledad de Neptuno

Plaza Bib-Rambla

Vídeo. El bullicio de Bib Rambla ha dejado paso al silencio. JORGE PASTOR

La plaza Bib Rambla ha sido -y sigue siendo- el centro de la vida social de Granada. Es un lugar de tránsito para los granadinos, punto de encuentro de los grupos de turistas y uno de los espacios de referencia de la hostelería por la alta concentración de cafeterías y restaurantes. La plaza del Carmen, donde se encuentra el Ayuntamiento, y la plaza de las Pasiegas, donde está la Catedral, son prácticamente colindantes. Al igual que algunas calles llenas de comercios como Zacatín y Alhóndiga. En Bib Rambla siempre hay gente. Siempre hay bullicio.

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Desde que se declaró el estado de alarma, el 14 de marzo, el tránsito de viandantes por Bib Rambla se ha reducido exponencialmente. El silencio sólo lo rompen vecinos que hablan por teléfono desde los balcones -ahora se escucha todo- y el gorjeo de los pajarillos en los tilos, unos árboles que lucen un verde espectacular en plena primavera. También se percibe perfectamente el tañido de las campanas de todos los templos cercanos. El día que se hizo este reportaje no manaba agua de la Fuente de los Gigantones, coronada por el dios Neptuno y la paloma que siempre hay sobre su cabeza.

El fluido del río y el cuacuar de los patos

Carrera del Darro

Vídeo. Impresiona observar la Carrera del Darro totalmente vacía. JORGE PASTOR

La Carrera del Darro, flanqueada a un lado por palacios del siglo XVI y al otro por la colina de Alhambra, es una de las calles más bellas del mundo -al menos así aparece en numerosas guías-. Tiene un encanto único y es foco de atracción de miles y miles de turistas, que la recorren de punta a cabo buscando el Albaicín o el Sacromonte y buscando también las vistas al monumento nazarí desde el Paseo de los Tristes. La circulación de vehículos de transporte público, autobuses y taxis, también es continua.

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Ahora todo ese bullicio ha desaparecido. Ahora se escucha básicamente el río y el trinar de los pajarillos procedente de los árboles que emergen del cauce. También el cuacuar de la familia de patos que vive a la altura del puente Espinosa. Sí 'sobreviven' algunos de los sonidos de la cotidianidad. Como el del carrito del cartero por el asfalto empedrado. El estallido de la primavera también ha convertido la Carrera del Darro en un deleite para el sentido de la vista -todo está verde- y del olfato -por la floración-

El mirador en el que nadie mira

San Nicolás

Vídeo. El banco de la plaza de San Nicolás, uno de los más solicitados de Granada, huérfano. JORGE PASTOR

Ningún turista se va de Granada sin subir al mirador de San Nicolás, sentarse en el poyete con las piernas colgando y hacer unas cuantas fotos del bellísimo paisaje que hay enfrente: el conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife con Sierra Nevada al fondo. Un espectáculo que normalmente está amenizado por los rumberos que tocan a cambio de algunas monedas. En esta plaza hay gente todo el día. No es para menos.

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Ahora no hay nadie. Tan sólo algunos vecinos que vienen de la compra o pasean el perro. También hay una vigilancia constante por parte de las fuerzas del orden. El silencio se impone. Se escuchan pájaros, alguna motosierra talando árboles y el giro de la grúa de alguna obra cercana. Una sensación extraña.

El arrullo de las palomas

Plaza de los Carvajales

Vídeo. En la plaza de los Carvajales, en el Albaicín, sólo se escucha el arrullo de las palomas que buscan comida. JORGE PASTOR

La plaza de los Carvajales, en el Albaicín, alberga uno de esos miradores 'desconocidos' para el gran turismo, que sigue recto por la plaza Cruz Verde camino de San Nicolás. Pero siempre hay gente. Jóvenes normalmente que se reúnen para charlar y tomar unos litros -so riesgo de ser multados porque está prohibido beber en la vía pública-, y también es habitual que haya alguien tocando la guitarra.

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Todo ese paisanaje ha desaparecido por completo. Una ausencia que ha acabado con la algarabía. Ahora se escuchan los arrullos de las palomas, que deambulan de un lado para otra buscando comida. El estanque central, que devuelve reflejos mágicos de la Torre de la Vela, está sin agua. La visión de la Alhambra es espectacular.

Un lugar para soñar

Bosque de la Alhambra

Vídeo. Sin rastro de gente en la Puerta de las Granadas. JORGE PASTOR

La cuesta de Gomérez es otro de los grandes ejes turísticos de Granada. Es el camino más corto, a pie, desde plaza Nueva hasta la Alhambra -también conduce al Carmen de los Mártires y al hotel Alhambra Palace-. No pasan coches, sólo taxis que van a los hoteles y el trenecillo que transporta a los visitantes, pero el trasiego de viandantes es constante.

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Por los arcos de la Puerta de las Granadas no pasa nadie. El bosque de la Alhambra es un auténtico deleite para los oídos. El sonido del agua por las regueras del paseo de coches es maravilloso. Los reflejos de los rayos solares en el caudal son hipnóticos. El gorgorito de los cárabos y autillos, en las esbeltas copas de los almeces, invita a cerrar los ojos, volar y soñar. Volar como los pájaros y soñar con que, más pronto que tarde, algún día volverá la bendita normalidad.

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