El 30% de los negocios hosteleros cerrará antes de Navidad si no recibe ayudas

El agujero que supuso para ellos el confinamiento, el cierre del ocio nocturno, las limitaciones horarias y la caída en picado del turismo han puesto en jaque a empresas que generan 15.000 empleos directos y 30.000 indirectos en la provincia. Entre 400 –según la Policía Local– y 1.400 asistentes –según los convocantes– salieron a la calle para llamar la atención sobre una situación que consideran «crítica». Creen en una salvación que está en manos de las administraciones. Entregaron a la subdelegada del Gobierno, Inmaculada López Calahorro, y al delegado de la Junta, Pablo García, el manifiesto con sus reivindicaciones.

Entre ellas están la extensión de los ERTEs, la regulación de los alquileres, exoneración de impuestos, moratorias de cinco años en el pago de las hipotecas, prestaciones para autónomos, exenciones en cuotas de suministro y pagos de propiedad intelectual o inversiones en formación. «Granada se empobrece, los políticos no se mueven y queremos que nos defiendan», dijo el presidente de la Federación, Gregorio García. «Somos pequeñas empresas, pero de grandes empresarios y trabajadores, dejen de criminalizarnos y menospreciarnos», apeló a las administraciones durante la protesta.

«Vivimos con preocupación e incertidumbre el desamparo y señalamiento», señaló. Criticó que los cierres y restricciones decretados por la Junta se decidieron sin consenso con el sector: «La hostelería no es un problema, es parte de la solución y amenaza con destruir cientos de empresas». En concreto, el sector del ocio nocturno se ha visto abocado a un cierre total por las restricciones. Defienden que sus establecimientos pueden ayudar a mantener las distancias y otras medidas de seguridad, mientras que las fiestas en pisos y los botellones no tienen ningún control.

García enumeró las ayudas que el sector prestó en lo más profundo de la crisis: desde la cesión de frigoríficos para familias y colectivos necesitados a la puesta a disposición de las autoridades sanitarias de hoteles para trabajadores y enfermos.

Tras las semanas en estado de alarma, la desescalada y un verano sin apenas turismo, los empresarios y trabajadores afrontan ahora la entrada en meses críticos para sus negocios. Lo dijeron ayer: es cuestión de vida o muerte.

De los efectos sobre la economía provincial habló el presidente de la Confederación Granadina de Empresarios (CGE) y la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme), Gerardo Cuerva. Se sumó al «toque de atención» a los gobiernos para que «no dejen a nadie atrás». «Es 22 de septiembre y aún no sabemos qué haremos con nuestros negocios y trabajadores», lamentó.

Desde su puesto como representante a nivel nacional de la pequeña y la mediana empresa –uno de los actores relevantes en las negociaciones con el Gobierno– hará «todo lo posible» por no dejar a nadie atrás. Recordó que el sector representa el 14% del PIB provincial: «Dejar atrás a la hostelería de Granada es dejar atrás a una gran parte de la sociedad».

Asistieron al acto miembros de la corporación municipal, encabezados por el alcalde, Luis Salvador. Tras la pancarta de cabecera y las filas de representantes institucionales, empresarios y trabajadores de los negocios de turismo, hostelería y ocio nocturno compartieron reivindicación. Mostraron sus pancartas porteros de discoteca, guías de la Alhambra, camareros, relaciones públicas o dueños de campings, en una muestra a pequeña escala de un sector heterogéneo, con empresas de todo tipo pero dependientes entre sí.

En mitad de la concentración –que se extendió a lo largo de 200 metros y ocupó todo el ancho de Gran Vía, para cumplir con las distancias de seguridad– un ataúd negro subrayó el drama en el que viven especialmente los autónomos y las pequeñas empresas.

Cristina Martínez y María Tortosa son camareras de RocknRolla y Sonora:«Estamos cerrados en los dos pubs desde finales de agosto. No hemos cobrado ERTE ni nada y tenemos que pagar pisos, luz, agua, y vivimos de eso. Hay gente que se ha ido a casa de sus padres porque no tiene dinero. No podemos seguir». «Hay una dejadez por parte de las administraciones con el sector de la hostelería. Nos acogemos a unas medidas excepcionales del Ayuntamiento, abriendo con licencia de cafetería pero con horario y aforos limitados, pero la apertura por las tardes no compensa», explicó Alfonso de la Osa, dueño del pub Rainbow. «Desde marzo no levantamos cabeza, estamos sin trabajar. Nos pueden ayudar prorrogando las prestaciones», señaló Lucía Vilar, guía turística. Tras ellos, una caravana con una quincena de vehículos de empresas de distribución, también afectadas por las restricciones.