Profesionales charlan con una usuaria ingresada en la Unidad de Hospitalización de Salud Mental para niños y adolescentes. Ramón L. Pérez

Granada estrena una Unidad de Hospitalización de Salud Mental para menores

Las seis camas, ubicadas en el Materno, están ya ocupadas; el hospital califica de «hito» la consecución de este nuevo recurso

Laura Velasco

Granada

Martes, 10 de octubre 2023, 23:47

Granada ha dado un importante paso en la protección de la salud mental, estrenando su primera Unidad de Hospitalización para niños y adolescentes en el ... Hospital Materno Infantil. Cuenta con seis camas que ya están ocupadas en su totalidad y una decena de profesionales prestando servicio. La unidad, que funciona desde hace dos semanas, es la tercera que se abre en Andalucía, después de Almería y Jaén.

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Francisco Díaz Atienza, psiquiatra y coordinador de la unidad, califica como «hito» su puesta en marcha, ya que va a permitir una mejor atención a estos usuarios, en situación de especial vulnerabilidad. Hasta ahora, aquellos que necesitan ser ingresados -por riesgo de suicidio, por ejemplo- tenían que hacerlo en otras plantas. Los menores de 16 años eran normalmente hospitalizados en el área de Pediatría. De esa edad en adelante, en la Unidad de Salud Mental de adultos. Los profesionales intentaban ubicarlos en espacios diferenciados, pero no siempre era posible.

Con el recurso recién estrenado, que ha contado con una inversión de 300.000 euros, estos menores de edad (la mayoría adolescentes) pasan a estar en una unidad específica. El personal, de nueva contratación, está formado por enfermeros y auxiliares -siete al sumar ambos-, una psicóloga, un psiquiatra y un monitor -este último aún no ha sido contratado-. También contará con el apoyo de los trabajadores de la Unidad de Salud Mental Infantil, que funciona desde hace años en el mismo hospital a través de las Consultas Externas y el Hospital de Día para pacientes complejos. «Con la Unidad de Hospitalización cubrimos la cartera de servicios», apunta Francisco Díaz.

Los ingresos de menores de edad en esta área son «frecuentes», aunque la intención es siempre que las estancias sean lo más cortas posible para que después sean derivados a atención comunitaria. «Antes mandábamos a casa a chicos con ideas autolesivas y con este recurso podremos tenerlo días en observación para arreglar los conflictos actuales y tener más seguridad de cara al paciente», recalca Díaz.

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En el hospital ya están notando esa mejora de la atención. Están felices, «en una nube» por poder prestar mejor servicio. «Es un alivio tremendo y supone un hito para los usuarios y sus familias, que son los que se van a beneficiar», admite el coordinador.

Profesionales de la Unidad de Hospitalización de Salud Mental infanto-juvenil. Ramón L. Pérez

Detección precoz

Francisco Díaz Atienza insiste en que las patologías graves de adultos empiezan a emerger en la infancia y la adolescencia, como los primeros brotes psicóticos, alteraciones del estado de ánimo o las conductas autolesivas. Por ello, la detección precoz y la intervención temprana son esenciales.

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Los niños de entre 6 y 11 años suelen presentar trastornos de conducta, como déficit de atención e hiperactividad (TDAH). A partir de los 12 años, las patologías más comunes son trastornos psicóticos, afectivos, de conducta o alimentarios. «Los adolescentes son los que más ingresos requieren», cuenta el psiquiatra.

Prevención en el centro educativo

Para detectar posibles trastornos mentales, el entorno familiar es clave. Fuera de él, el centro educativo, en el que tantas horas pasan los chicos, también lo es. Con la pandemia se incorporó la figura del enfermero/a escolar, 400 para toda Andalucía, con el fin de ayudar en el control sanitario, pero una vez que la situación epidemiológica mejoró estas profesionales han cambiado sus tareas.

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Así, estos profesionales han realizado un curso online para detectar casos de depresión y prevenir suicidios entre los estudiantes. No será el último: la idea es ampliar esta formación a otros ámbitos, como posibles trastornos de conducta alimentaria, del espectro autista, alteraciones de conducta o adicciones -como al teléfono móvil-, entre otros. El fin es identificar pronto los casos y orientarlos o, si es necesario, derivarlos al sistema sanitario.

La persona encargada de formar a esos profesionales ha sido Miguel Guerrero, psicólogo clínico perteneciente a la Unidad de Prevención e Intervención Intensiva en Conducta Suicida de Andalucía. Aunque valora positivamente esta iniciativa, considera que «un curso básico de pocas horas, formato online y a 200 personas (dos ediciones de 400) no es suficiente para garantizar las competencias necesarias para abordar la conducta suicida». «Se requieren medidas de evaluación continua para validar la adquisición de competencias de las enfermeras, un grupo de trabajo de expertos que apoye y ayude a este colectivo en el desarrollo de sus tareas, fomentar un espacio de coordinación con la red de salud mental y, sobre todo, evaluar la efectividad de esta medida», explica.

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A su juicio, estas acciones no suponen una mejora si no se «evalúan» después, algo «fundamental» en materia de salud pública. «La administración es muy propensa a publicar acciones, presentarlas e iniciarlas, pero después es muy poco dada a realizar informes de resultados», apostilla Miguel.

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