David Messi y David Paris, este domingo en la pizzería. E imágenes de cómo quedó la Bella Ciao tras la explosión. J. E. C. y R. L. P.

Granada canta por el incendio de la Bella Ciao: «Ha sido una ola de cariño»

Una fuga de gas reventó su pizzería, pero lejos de lamentarse, David Messi y David Paris se sienten afortunados porque no hay heridos y por el apoyo que están recibiendo en la calle y en Internet

Domingo, 11 de julio 2021, 14:20

David está de pie, en la acera, mirando la fachada de la pizzería Bella Ciao. No parpadea. Solo rompe la quietud para llevarse el cigarrillo ... a la boca y darle una tímida calada. Si hubiera estado ahí la madrugada del sábado, la onda expansiva le hubiera aplastado contra la fachada del colegio Virgen de Gracia. «Por suerte no había nadie», se repite una y otra vez. Son las once de la mañana del domingo y suenan las campanas de la iglesia. Él no quita los ojos de la lona de plástico que cubre la entrada. Todavía huele a quemado. Cada 'gong' trae una imagen: Bérgamo, la pandemia, su padre, los niños saliendo del colegio para ver si habían puesto pizza gratis en la barra, la canción... Después de las campanas todavía se escucha el BUM.

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¡BUM! «¡¿Qué ha pasado?!». El reloj de la mesita de noche marcaba las 5.17 horas. Justo en ese momento, Enrique y Fátima se despertaron con la misma frase en la boca. Corrieron a los dormitorios de los niños y luego se asomaron a la calle Vicente Zarzo. «La pizzería, joder. La Bella Ciao», dijeron. Tres minutos más tarde, a las 5.20, David abrió los ojos, agarró el corazón para responder al teléfono y de repente estaba subido en el coche. «No recuerdo el trayecto, no sé cómo llegué. Sólo pensaba en los vecinos. En la familia del primero, una madre soltera con niños. Pensaba en ellos y repetía que no les haya pasado nada, por Dios, que no les haya pasado nada». Al bajarse del coche, los bomberos le dijeron que la del primero estaba de viaje, en Murcia, y David respiró. Luego le dijeron que no había heridos. Y David respiró otra vez. Entonces fue cuando miró la puerta y se quedó allí, de piedra.

«Sólo pensaba en la familia del primero, una madre soltera con niños. Me repetía que no les haya pasado nada, por Dios, que no les haya pasado nada»

Parece que fue una fuga de gas, pero siguen esperando el informe definitivo de la policía científica. Sea como sea, la Bella Ciao explotó y la persiana y el cristal del local salieron disparados. «No había coches delante, menos mal. Solo estaba esa moto –señala David, en la acera de enfrente–, que se libró por poco». También había cámaras de seguridad, pero todavía no han podido acceder a ellas porque el interior es una tragedia. «Sabemos que la señal de la cámara dejó de funcionar a las 5.17». David, pasando la mano por el plástico de la puerta, resopla: «Si fuera por mí, estaría sacando escombros. Pero no nos dejan, por el seguro».

Por la esquina de Plaza de Gracia aparece otro David, el de la coleta. «Es mi socio, esto es de los dos», dice el primer David. «¿Sabes? El día antes de la explosión la pizzería cumplió 14 años».

David Paris y David Messi, este domingo en la pizzería. J. E. C.

Messi y Paris

El primer David se llama David Messi, «como el futbolista». El segundo, David Paris, «como la ciudad». Llegaron a España hace 16 años, son amigos de toda la vida y ambos se criaron juntos en Brembate di Sopra, un pueblo de Bérgamo. «Fue una de las localidades más afectadas por la covid –dice Messi–. Seguro que has visto las imágenes de los camiones saliendo de los hospitales. Mi padre fue en uno de ellos. Murió el 30 de marzo de 2020. Él y mucha más gente, aquello fue la zona cero». Durante la pandemia, la Bella Ciao solo cerró durante el primer mes. Desde entonces no han cerrado ni un solo día. «Y tampoco íbamos a cerrar este verano».

«Hemos venido a echar un vistazo», dice Paris. «Ayer fue un shock –sigue–. Necesitábamos verla otra vez, con el fuego apagado, más tranquilos, para absorber lo ocurrido y tomar fuerzas, a ver si mañana podemos ponernos manos a la obra». Justo en ese momento, un vecino se les acerca y les pregunta «¿qué pasó?». Tras charlar un rato, el tipo se marcha deseándoles mucha suerte y diciéndoles que aquí, en el barrio, todos les quieren mucho. «Más allá del disgusto –apunta Paris–, la sorpresa agradable ha sido el cariño que nos han dado los vecinos y los clientes. Nos ha animado muchísimo». «Ha sido una explosión de cariño –continúa Messi–. Es muy emotivo, los vecinos acercándose, dándonos apoyo, buenas palabras... No esperábamos tantísimo cariño. Y en las redes sociales... qué bonito, cientos de mensajes».

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«Creo que durante estos años los vecinos se han encariñado un poquito de nosotros. Y nosotros de ellos»

La entrada de la Bella Ciao, el sábado por la mañana.

Mensajes como estos: «¡Fuerza Bella Ciao! ¡Se puede quemar un lugar pero no se puede quemar ni vuestra increíble habilidad ni vuestro espíritu!». «Mucho ánimo y mucho amor, familia. Espero que pronto estéis llenando de vida y sabor ese local como solo vosotros sabéis». «Ánimo, os queremos mucho, espero que podáis volver pronto». «Lo importante es que estáis bien, ahora a volver a hacer vuestros sueños una realidad». Paris, orgulloso, añade: «Creo que durante estos años los vecinos se han encariñado un poquito de nosotros. Y nosotros de ellos».

Messi rompe la quietud, menea el cuerpo y da una palmada. «¿Mala suerte? Mala suerte es la gente que muere, la que no tiene para comer. Nosotros hemos tenido suerte, hemos estado trabajando toda la pandemia mientras que otros no podían. Eso sí que daba pena, era una ruina verlos cerrados. Ahora a trabajar, que es lo que siempre hemos hecho, con la esperanza de que pronto se pueda restaurar esto y ponerlo más bonito y más moderno. Ya que se ha venido abajo todo, pues empezaremos de cero. Tenemos tanto cariño a esta pizzería que lo único que queremos es volver a abrir».

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«¿Mala suerte? Mala suerte es la gente que muere, la que no tiene para comer. Nosotros hemos tenido suerte»

¿Y el nombre? «Es por la canción, el himno, que tiene mucho valor para nosotros –responde Paris–. Nos ha traído mucha suerte y estamos orgullosos de la Bella Ciao». De fondo, en Vicente Zarzo, la melodía se cuela por los balcones con un leve tarareo. «Una mañana me desperté y encontré el invasor», empieza la letra. «Esta será –termina– la flor de la resistencia, o bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao».

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