El gas de la risa no tiene gracia
La droga ligada a los botellones que ha sido intervenida este año en Granada capital y Santa Fe
Pilar –no es su verdadero nombre– ha consumido la droga conocida popularmente como gas de la risa. No fue en una fiesta rave o en ... un botellón. Fue en un paritorio de un hospital público de la capital. Su primera hija se resistía a venir al mundo y los sanitarios le administraron óxido nitroso, el nombre oficial de la sustancia, para calmar el dolor que sentía y proporcionarle algo de tranquilidad. De hecho, el compuesto es un anestésico suave, un fármaco que adormece las molestias que pueden causar el alumbramiento de una criatura o la extracción de una muela (también se utiliza en odontología). «A mí no me hizo ningún efecto, la verdad», recuerda Pilar. No notó ningún alivio. Y, por supuesto, tampoco le provocó ninguna carcajada. Siguió llorando y gritando. Pilar no hizo un uso 'recreativo' del medicamento, es decir, que no lo inhaló para divertirse y evadirse. Precisamente esas son las sensaciones que buscan los que aspiran el ácido nitroso para 'colocarse', para drogarse.
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El pasado sábado, sin ir más lejos, la Policía Local de Santa Fe difundió un mensaje en el daba cuenta de que había confiscado una bombona de gas de la risa en un espacio público de la población metropolitana. Al parecer, los agentes de la guardia municipal recibieron avisos de ciudadanos que estaban fastidiados porque había un grupo de jóvenes haciendo un botellón en un parque.
El óxido nitroso se usa en medicina y también como ingrediente para hacer cremas en respostería
Cuando vieron llegar a los patrulleros, los chavales se fueron, pero dejaron el lugar repleto de bolsas, vasos de plástico y botellas. Entre los desperdicios había también una especie de proyectil que contenía óxido nitroso. Los participantes en la reunión callejera mezclaron el alcohol con el gas de risa. No es un hallazgo habitual, ni la Guardia Civil ni la Policía Nacional de la capital han intervenido esta droga en los últimos tiempos, pero el caso de Santa fe es la prueba de que, como ocurre en otras zonas de España, este elemento puede ser un ingrediente más en las juergas al aire libre.
Fuga con las ruedas pinchadas
Lo de Santa Fe no ha sigo un incidente aislado. En marzo de este mismo año, la guardia urbana de la ciudad de Granada requisó cuatro botes de gas de la risa a unos jóvenes que se habían pasado toda la noche de fiesta en la avenida de Fuentenueva.
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Fue un episodio rocambolesco. Ocurrió poco antes del mediodía. Era domingo. Un coche en el que iban varios jóvenes choca contra un bordillo, el conductor pierde el control del vehículo y se lleva por delante una moto aparcada, una señal de tráfico y una papelera tras invadir la acera. El turismo escapa por la calle Santa Bárbara. Luego desciende por Severo Ochoa hasta Méndez Núñez. En la glorieta del Guitarrista Manuel Cano giran hacia la entrada del parking del Hipercor, donde detienen la marcha. Llevaban dos ruedas «reventadas».
Los ocupantes intentan cambiar los neumáticos, pero son sorprendidos por los guardias municipales que les pisaban los talones. Los sospechosos tenían en su poder una mochila con cuatro botellas de óxido nitroso con casi cuatro kilos cada una. Probablemente las habían adquirido en un comercio especializado en abastecer a las pastelerías o restaurantes. Porque el gas de la risa se emplea también, entre otras cosas, en la preparación de cremas o espumas comestibles.
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Evidentemente, no hay peligro en degustar los pasteles que llevan ese componente, pero el óxido nitroso, usado como estupefaciente, no es inofensivo. Según los responsables del Plan Nacional Sobre Drogas, tiene «propiedades anestésicas, analgésicas y disociativas», y es «incoloro, casi inodoro y con un ligero sabor dulce», pero su consumo «puede conllevar graves secuelas» y, en casos extremos, la muerte. El gas de la risa no tiene gracia.
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