«Estamos felices en Granada pero no olvido lo que ocurre en mi país»
talento tecnológico ruso en granada ·
Ígor, que lideraba a los 200 ingenieros de T-Systems Rusia, disfruta con su familia de una ciudad donde todo le sorprende para bienEn su ciudad, San Petersburgo, no hay calles tan estrechas, por lo que todas las estampas del Albaycín o el Realejo le fascinan. Le ha ... maravillado La Alhambra, le gusta el ambiente «cosmopolita para ser una ciudad tan pequeña», la «seguridad» que se percibe, el colegio de su hija, los pubs, las buenas instalaciones deportivas para practicar el tenis, las vistas, las tiendas, las tapas, los bares...
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Desde que hace un mes Igor se instaló en Granada, con su mujer y su hija de 15 años, absolutamente todo le está sorprendiendo para bien. Como responsable de T-Systems Rusia, estaba al frente del equipo de 200 experimentados ingenieros que la multinacional tecnológica ha trasladado a España –170 a Granada y el resto a Barcelona– tras el cierre de la oficina de San Petersburgo por la guerra.
Ha cambiado la segunda mayor ciudad de Rusia, con más de cinco millones de habitantes, por Granada, probablemente una de las ciudades más bonitas del mundo pero a la que no ubicaban en el mapa. Tampoco hablan español y a la dificultad de enfrentar el choque cultural se le suma la dureza de haber tenido que dejar su país de forma repentina, como tantos damnificados de una guerra que no respaldan.
180 grados
Y sin embargo, sienten que Granada les está abrazando y que su empresa les está acompañando al máximo para facilitarles este giro vital de 180 grados. En un momento en el que sobrevuela el fantasma de la animadversión internacional a Rusia por culpa de su presidente, Igor admite que tenía miedo de responder cuando los granadinos le preguntaran de dónde viene. «Esperaba una reacción negativa o rara y sin embargo no se está produciendo», comenta.
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«Estoy orgulloso de San Petersburgo, es una gran ciudad y éramos muy felices allí, pero estamos sorprendidos positivamente por todo lo que estamos viviendo desde que hemos llegado. Los granadinos son abiertos y amigables, siempre intentan ayudarte, incluso los que no hablan inglés», valora Igor agradecido.
No lleva ni un mes en Granada y ya ha hecho un nuevo amigo inglés en la parada del autobús escolar donde deja a su hija. En tres días, Zlata, de 15 años, estaba matriculada, sin burocracia ni problemas de comunicación en su colegio bilingüe, donde atendieron a la familia en inglés, e incluso le han puesto ya clases de español de refuerzo. Lo único que no le acaba de convencer es el sol de Andalucía. «Es demasiado, ando siempre buscando sombras. En Petesburgo tenemos 120 días de sol al año», cuenta Igor, entre las risas cómplices de sus colegas granadinos de la oficina.
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Seguridad
En la capital de La Alhambra todo va bien, aunque la procesión personal va por dentro: «Definitivamente, todo está siendo positivo. Mi familia está segura que es lo importante y se que mi hija encontrará amigos, se está integrando muy rápido, en unas semanas tendrá vida social. Estaría totalmente feliz si pudiera olvidar por un momento lo que está pasando en la frontera de mi país», resume el ingeniero, que no puede desconectar de las noticias de la guerra.
Su madre y su suegra siguen en San Petersburgo –el reto en los próximos meses será traérselas– también han dejado allí amigos y en otro orden de preocupaciones está, por ejemplo, qué va a pasar con sus propiedades, con un país en el que se ha hundido la economía y el mercado inmobiliario por la fuga masiva de ciudadanos.
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Alemania en el radar
Para su compañera Ana de la oficina de San Petersburgo el aterrizaje en Granada también está siendo cómodo, ha encontrado un apartamento que le encanta, en una urbanización con gimnasio y piscina y percibe una ciudad bonita y acogedora. En su caso, además, le encanta el sol. «Si tuviera que decir lo menos positivo son los problema de comunicación porque no todo el mundo habla inglés», cuenta la ingeniera, que se unirá pronto con su marido en Granada.
«Yo estaba planeando moverme a Europa, tenía a Alemania en el radar, por lo que para mi ha sido relativamente más fácil el cambio», cuenta Ana, que está disfrutando de Granada y sus alrededores. «Me apetece conocerlo absolutamente todo»
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En los próximos meses la preocupación de ambos es poder traerse a la familia y ambos se plantean una estancia en Granada a largo plazo. «Para aspirar al pasaporte español necesitas aquí vivir diez años y nos queremos quedar», dice Igor. «Yo también quiero ser ciudadana de Europa», concluye Anna.
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