Pablo Dorador observa Granada desde el cruce de Recogidas. Ramón L. Pérez

Los faros de la ciudad

Quiosqueros ·

Cuatro veteranos vendedores de prensa por los que han pasado las portadas de IDEAL de las últimas décadas reivindican su 'función social'

Domingo, 29 de mayo 2022, 00:41

A las cinco de la mañana Bartolomé salta de la cama, a veces incluso antes de esa hora. Al principio necesitaba despertador, pero después de ... 40 años este vendedor de prensa está acostumbrado a madrugar y abre los ojos como un reloj. Lo primero que hace es poner la radio para enterarse de las últimas noticias. «Me gusta saber qué voy a vender ese día», dice convencido. Y mientras sigue la actualidad se asea, desayuna algo y se va en busca de su quiosco, en Plaza Nueva, una rutina en la que lleva ya 40 años.

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Justo en ese momento, alrededor de las seis de la mañana, decenas de 'faros urbanos' como el suyo se se iluminan en calles y plazas, en esquinas, en tiendas y librerías de una ciudad que bulle ya con miles de vecinos que se encaminan a sus oficinas, negocios y quehaceres. Muchos de ellos se acercarán antes al quiosco para llevarse la prensa del día, los que prefieren disponer de su IDEAL en 'propiedad' sin hacer cola en la barra del bar o en la oficina. «Podría decirse que todo lo que ha sucedido en Granada en los últimos cuarenta años ha pasado por mis manos».

Esta tradición a Bartolomé le viene de familia porque ya su suegro Chalo se inició como vendedor de prensa en 1932, justo cuando nació IDEAL. De él aprendió mucho y el resto se lo han dado años de experiencia en los que ha conocido etapas diferentes en el devenir de su profesión y de la propia prensa. «Ahora pasamos un mal momento y la pandemia no ha ayudado mucho, y quizás sea un momento para que se tenga en cuenta desde las instituciones granadinas la «función social» del vendedor de prensa y de los propios quioscos. «Se nos ha perseguido porque molestábamos en la calle y mientras para las terrazas han sido todo ventajas».

Las llaves de la casa

Y esa utilidad se traduce en la confianza que genera su presencia en su zona para vecinos que les dejan las llaves de sus casas, el perro del que va al banco y hasta los niños pequeños si la madre tiene que hacer una gestión rápida. Incluso ejerce de 'psicólogo' con los ancianos de una residencia cercana que se acercan cada día por su quiosco en busca de un rato de charla y confidencias. «Gracias por estar ahí», le dijo un cliente cuando abandonaba el quiosco y él se emociona al recordarlo.

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Ángel, en el quiosco de Caleta. R. L. P.

Comparte con sus compañeros sensaciones, quejas y recuerdos. Es el caso de Ángel Ramón Fernández, Ceci o Pablo Dorador. De las etapas que ellos han vivido de estos 90 años de IDEAL mantienen en la memoria portadas que no habrían querido ver ni leer, como el asesinato de Luis Portero por los terroristas de ETA o el intento de golpe de Estado en 23F, pero hay otras que recuerdan desde la emoción, como los ascensos del Granada o el Mundial de España.

Ángel, que tiene su quiosco en la Caleta, empezó ayudando a su abuelo Antonio cuando tenía 15 años, una institución en la profesión que comenzó vendiendo periódicos en una pequeña banqueta al descubierto, tiempos en los que voceaban las noticias más destacadas para atraer a los clientes, aunque asegura que entonces no era necesario porque todo el mundo «compartía» la necesidad de tener en sus manos un ejemplar y saber qué ocurría en la ciudad o en el mundo. «Yo tenía que tener los diarios derechos y mirando hacia la calle porque la gente, antes de comprar, leían las portadas; piense que he llegado a vender más de mil ejemplares de IDEAL al día. Me llamaba mucho la atención el respeto que se tenía por mi profesión y por lo que significa un periódico, y un ejemplo es que si tenía que ausentarme para ir al lavabo los clientes llegabas elegían su diario, que entonces costaba 18 pesetas, y dejaban el dinero, incluso cogían el cambio y a mi siempre me cuadraron las cuentas».

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Cuarta generación

Ángel, de la cuarta generación familiar de vendedores, es otro histórico en el gremio y como Bartolomé no duda un momento al destacar el 'papel' de servidor público de su trabajo que acaba de confesor porque muchos necesitan hablar con alguien y desahogarse y un puesto de prensa inspira confianza, tanto que además de que la gente «les cuenta sus cosas», le encargan el butano, le piden que le recojan un paquete o algo que parece imposible: que el cajero de un banco cercano acuda a él para que le de cambio. Cree que se aprende más en la calle que estudiando y asegura que solo con ver la cara de una persona, sus ojos, sabe qué tiene que decirle y cómo lleva el día, «aunque en un quiosco no hay que tener ideología ni juzgar a nadie por su apariencia».

Bartolomé, en Plaza Nueva, con IDEALy la prensa mundial. R. L. P.

Ceci, que lleva un tiempo cubriendo la ausencia por enfermedad de María del Rosario López en la librería La Inmaculada, de la que es titular desde hace más de veinte años, se une al sentimiento de sus colegas de que a los puestos de venta de prensa se les ha tratado como un negocio puro y duro sin tener cuenta otras funciones que sí han visto en países como Francia, donde se considera estos establecimientos 'bien de interés social'. «En ciudades como Granada se cobra por ocupación de vía pública y se nos ha retirado hasta la venta del bonobús. El Ayuntamiento no ayuda; parece que no es consciente de la crisis que sufrimos».

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Desde su quiosco entre Recogidas y Camino de Ronda, Pablo Dorador va más lejos y habla de los tiempos en los que la gente «necesitaba el periódico, formaba parte de la imagen de la ciudad». Así ha sido a lo largo de los 90 años que cumple IDEAL hasta que las tecnologías y las modas han llevado a los jóvenes por otros caminos menos enriquecedores. «Los jóvenes apenas si se acercan a los quioscos, son de poco leer en papel y yo creo que de poco leer en general».

Ceci, en la librería. R. L. P.

Pablo es de los más madrugadores: se levanta a las 4.30 de la mañana para preparar en el quiosco la entrega de suscriptores y se mantiene desde las 6 a las 21 horas cada día del año como una «satisfactoria obligación» con sus clientes, sean o no los mismos. Ha conocido a varias generaciones que desde abuelos a hijos y nietos han confiado en él tanto que ha tenido las llaves de medio barrio y los padres le pedían que le vigilase a la niña cuando esperase de noche el autobús.

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Bartolomé, María Rosario, Pablo y Ángel son solo cuatro ejemplos de los muchos vendedores de prensa que despiertan Granada cada día y, desde los primeros claros hasta el ocaso, son auténticos faros en la ciudad que han alumbrado la vida en estos primeros 90 años de IDEAL.

–¿Puedo hacer una portada?, –pregunta Pablo–. Claro –lo animo.–

–Pues abriría con la llegada del tren a Motril y la llegada del Metro a todos los pueblos del cinturón...

Son buenos. Ojalá él y sus colegas puedan entregárselos abriendo a toda página a sus clientes de los próximos años.

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