El famoso playmobil de Puentezuelas regresa por Navidad (y no lo hará solo)
Así lo adelanta en exclusiva Blas Molina, dueño de este soldado romano y propietario de Lycka
María Dolores Martínez
Lunes, 27 de octubre 2025, 09:55
El famoso playmobil de la calle Puentezuelas, un soldado romano de 1.80 metros que vivía en el balcón de la tienda de juguetes y ... regalos Lycka, regresa por Navidad. Y no lo hará sólo. Así lo adelanta en exclusiva su dueño, Blas Molina, propietario de este establecimiento granadino y padre de la criatura. Eso sí, no suelta prenda sobre quién será el acompañante o la acompañante de este muñeco tan querido en Granada que, de momento, se encuentra a buen recaudo. Saltó a la fama en agosto de 2019 cuando una noche «lo secuestraron» para sorpresa de todos. Y no digamos de su dueño, que denunció los hechos a la Policía Nacional y apeló a la colaboración ciudadana y a los captores para encontrarlo pronto. Y así fue, porque a los tres días tras una gran repercusión mediática fueron ellos mismos quienes soltaron a su rehén en persona y pidieron disculpas por el atrevimiento. Parece ser que les pasó factura una noche de fiesta y aquello les dio alas para trepar hasta el primer piso y lanzarse a la conquista del romano como si de una emboscada se tratara. Con nocturnidad y alevosía.
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Blas lo había comprado con su primer sueldo sin tener idea todavía de que tendría una juguetería y aunque le costó 500 euros su valor va más allá de lo puramente económico. Acabó convirtiéndose en la imagen de su tienda y en el vecino más simpático de todo el barrio porque siempre es de agradecer que a uno lo saluden siempre. En el fondo, «nunca dejamos de ser niños», reconoce el propio Blas. Por eso, su tienda Lycka es mágica e invita a mantener la ilusión de cuando eramos pequeños. Algún que otro adulto, sin ir más lejos, les compra con la excusa de que lo hace para su hijo, sobrino o amigo menudo.
Blas y su esposa, Ana Colina, la abrieron en febrero de 2013, un año muy complicado por estar «en plena crisis». Blas se había quedado sin trabajo dentro de la industria farmacéutica y Ana, que era sanitaria, tampoco tenía empleo. Quisieron cambiar radicalmente de vida, se envalentonaron y apostaron por el diseño y el color para traer «cosas que alegraran un poco el ambiente que había en aquella época. Aunque seguimos manteniendo la misma esencia la línea de productos ha cambiado mucho». La tienda se llama Lycka porque significa suerte en sueco, la que querían transmitir a todos cuantos entraran en su negocio. «Nos dimos cuenta de que muchos de los proveedores eran suecos y por ello buscamos una palabra que nos gustara y que significara algo especial». Y suerte han dado y suerte han tenido porque ya llevan trece años y han visto cerrar muchos negocios «que considerábamos mucho más fuertes que el nuestro y consolidados, con gente que había salido de situaciones peores. «Nos consideramos unos afortunados por la experiencia vivida y porque podemos levantar la persiana cada día».
Comenzaron con una sección de camisetas del diseñador sevillano, residente en Gijón, Pintachan. «Es magnífico y, de hecho, fue el que diseñó el logo de Lycka. Transmite la sonrisa y la alegría de la pareja que montaba ilusionada el negocio. Los colores también van en esa línea». Junto a las camisetas, vendieron también en sus comienzos regalos para adultos y manualidades. «A raíz de que algunos diseñadores comenzaron a hacer juguetes y de que empezaron a cerrar jugueterías, vimos la oportunidad de seguir creciendo por ahí». Se especializaron más en esa categoría sin olvidar el regalo para niño, joven y adulto. «Hay que estar adaptándose continuamente y si hoy estamos abiertos fue también porque en su momento estuvimos vendiendo mascarillas y pudimos aguantar el alquiler gracias a nuestro casero. Estamos tremendamente agradecidos también a todos los granadinos que nos quisieron, apoyaron y nos pidieron online».
La tienda, como ha quedado dicho, es un sitio mágico para cualquier niño y adulto con termos, juegos de mesa, juguetes, manualidades peluches, puzzles, mochilas, complementos para los peques, papelería, tapers para las meriendas…Una preciosidad de negocio, en el que el matrimonio cuenta con la gran ayuda de su compañera Patricia Porta. Han sido pioneros en productos que luego han sido tendencia como los Sonny Angel, «llevamos vendiéndolos trece años, los Gugus y los propios peluches ingleses de Jellycat». Hay líneas de productos por las que han apostado que luego han sido un éxito, como ha ocurrido también con los libros. «Sin ser una librería, nos los van demandado y les hacemos espacio».
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Blas hace hincapié en varias cuestiones muy importantes. «Todos nuestros niños siempre son los más listos y lo que les compramos siempre ses le queda muy chico para su edad. Invito a todos a que reflexionemos, y más ahora con el tema digital, porque todo va muy deprisa para ellos. Tenemos que respetar las edades de los niños y que jueguen con juguetes orientados a cada una».
Dentro de esa pelea inevitable para quitarles las pantallas, «le estamos poniendo una para que coma o se entretengan cuando están ocupados los padres». Por eso hay que darles tiempo de calidad y juegos que sean prácticos. «El niño quiere un juego, pero también quiere que estés con él». Lo recalca también cuando habla de los cuentos, «cuando se es pequeñito se necesita a alguien que nos lo lea. Por eso hay que aprovechar ese rato para estar con el niño. Se trata de crear vínculos con esos juguetes y regalos que hacemos a los peques».
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