La falla de Granada que explica la creación de los continentes

Allí, a seiscientos kilómetros de profundidad, se han producido los sismos de mayor magnitud jamás registrados en España. El último, de 6,8, en 2010. Nadie se enteró porque se localizó tan hondo que las ondas sísmicas no se apreciaron por las personas, pero sí por los instrumentos. Y es que en la vertical de Nigüelas, en las entrañas de la Tierra, se produce la fricción de las placas tectónicas europea y africana. Ese contacto es muy 'cortante' entre las Azores y Gibraltar -la transformante- y mucho más difuso al Este de Gibraltar, en el Mediterráneo occidental. Este 'choque' fue el origen, hace unos cuarenta millones de años, tanto de Sierra Nevada como del resto de cadenas montañosas que rodean el Mediterráneo desde la Bética hasta los Alpes.

Por todo ello y porque estamos ante un accidente geológico de enorme interés científico y divulgativo, la Consejería de Medio Ambiente y el Ayuntamiento de Nigüelas han creado una comisión que establecerá todas las medidas que garantizarán la conservación, mantenimiento y gestión de este Monumento Natural -así está catalogado oficialmente- que ocupa una superficie de 7,6 hectáreas de propiedad pública en el término de Nigüelas.

«Esta zona es un libro abierto para entender la conformación de un territorio tan singular como el de Granada y por qué se producen tantos terremotos», explica Ana Crespo-Blanc, catedrática del Departamento de Geodinámica de la UGR que también desarrolla una importante labor de pedagogía más allá de las aulas universitarias a través de iniciativas como los Geolodías -rutas de interés geológico abiertas a la ciudadanía-. La de 2015, por ejemplo, se realizó precisamente en este punto.

IDEAL acompañó recientemente a Ana Crespo-Blanc en una visita de campo para conocer todas las singularidades de la Falla de Nigüelas, «que separa Sierra Nevada de la depresión de Dúrcal Padul y cuya formación está estrechamente ligada a la parte más alta de la Cordillera Bética». «Su trazado y el de otras fallas de la misma familia -comenta Ana Crespo-Blanc- puede seguirse a lo largo de unos quince kilómetros y se puede apreciar perfectamente desde la Autovía de la Costa». No tiene más que fijarse en las faldas de la montaña y adivinará una línea de árboles que la circunda. Ahí es.

También se observa perfectamente en el margen izquierdo de la carretera de acceso al paraje de la Razuela, donde encontramos un gran bloque marmóreo de dolomías de veinticinco metros de altura, de color gris claro, inclinado hacia el Suroeste, sobre el mismo pueblo de Nigüelas. Sus habitantes siempre han tenido muy presente esta ladera. Tanto es así, comenta Ana Crespo-Blanc a manera de anécdota, que «antiguamente los niños de Nigüelas se tiraban por ahí como si fuera un tobogán».

El interés de la Falla de Nigüelas es múltiple. Por una parte, porque son más que patentes las estrías y fisuras marcadas en la roca provocadas por ese movimiento de 0,8 milímetros al año desde hace dos millones de años -las mediciones geológicas comparando las edades de los sedimentos de la depresión de Dúrcal Padul reducen la cifra a 0,3 milímetros- . Se considera una falla 'reciente' a tenor de las colosales magnitudes que se manejan en el 'tiempo geológico'. Las dolomías se han ido rompiendo en trozos diminutos con el movimiento de la falla. Los áridos permiten la aparición de una industria extractiva en forma de minas a cielo abierto. Pero Nigüelas siempre ha aparecido también en los mapas como el lugar donde se han producido los terremotos donde se libera más fuerza. Eso sí a niveles abisales. A seiscientos cincuenta kilómetros de profundidad -en este punto conviene recordar que el radio de la Tierra son 6.500 kilómetros-. Allí hubo uno en 1954 de 7,8 grados y más recientemente, hace doce años, de 6,2 grados a seiscientos kilómetros.

La pregunta es ¿será en Nigüelas donde se produzca el 'big one' en Granada? Y la respuesta, según Ana Crespo-Blanc, es que «no», pese a esa creencia inferida por esas potentes y profundas sacudidas de 7,8 y 6,2 en los últimos sesenta años. «No se puede indicar una localización con exactitud», dice Crespo. Lo que sí se sabe es que en 1884, cuando aún no existía la tecnología para baremar los terremotos, hubo uno en la Falla de Alhama de Granada cuya magnitud se estima en 6,5 por los destrozos de intensidad diez en una escala de una a doce. Fue devastador al coincidir, además, con que fue un 25 de diciembre por la noche y todas las familias se encontraban dentro de sus casas celebrando la navidad. En Granada, donde hay entre veinte y treinta fallas activas, hay un diez por ciento de probabilidad de que en los próximos cincuenta años haya un terremoto destructivo con una aceleración horizontal de 0,23 g (aceleración terrestre) para un periodo de retorno de 475 años. Esa aceleración es el indicador que usan los ingenieros de obra civil y los arquitectos para proyectar construcciones resistentes.

Las fallas, junto con los pliegues, son las estructuras más comunes de deformación de las rocas. La de Nigüelas, que se desnivela hacia el suroeste y separa los sedimentos recientes de la cuenca de Dúrcal Padul de las dolomías de Sierra Nevada, es un magnífico ejemplo que merece una visita y que necesita ser protegido como patrimonio geológico.