Alumnos de un centro de Gor, uno de los colegios rurales de la provincia de Granada. Javier Martín

La escuela rural de Granada resiste a la despoblación

Los 37 colegios rurales de Granada sobreviven a la despoblación y la caída de la natalidad con solo 159 alumnos menos que hace cinco años

Domingo, 12 de octubre 2025

El colegio siempre ha sido el corazón del pueblo, donde el aprendizaje y los valores crean vínculos, donde los vecinos hacen comunidad. De ahí que ... se diga que un pueblo sin colegio es un pueblo muerto. Las familias lo defienden a capa y espada, conscientes de que la formación es fundamental para el desarrollo de los territorios más pequeños, cuya falta de recursos a menudo empuja a emigrar a las ciudades. La lucha por que este bien común no desaparezca es diaria, también en la provincia de Granada.

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Parecía que iba a desaparecer, pero la escuela rural de Gor sigue en pie. Hace un par de años, en este pequeño pueblo de la comarca de Guadix había ocho niños matriculados. De primero de Educación Infantil a sexto de Primaria, tenían entre 3 y 12 años y estaban todos en la misma clase. Con menos de 15 alumnos no se diferencian niveles. Así funciona en zonas despobladas como esta, donde las opciones laborales son mínimas y hay un censo muy envejecido.

«Cuando yo llegué, hace 14 años, había 75 alumnos. Los jóvenes ya no tienen hijos o se van a los núcleos urbanos. Aquí solo se puede trabajar en la residencia de mayores, en dos supermercados o en algún barecillo. De verdad creíamos que lo iban a cerrar», admite el director, José Antonio García. Pero no ha sido así. En solo dos años, el colegio público rural Tres Fuentes ha pasado de tener 8 alumnos en un aula a 29 en tres. La primera, Infantil; la segunda, primero y segundo de Primaria, y la tercera, tercero, cuarto, quinto y sexto de Primaria.

Según el director, si la escuela ha 'resucitado' ha sido, en parte, por la promoción que los alcaldes están haciendo de la zona. Las familias también lo creen. «Hemos pasado de ser un pueblito de nada a estar en la lista de 'Pueblos mágicos'. Es un atractivo para extranjeros. Ha venido gente de otros países con sus hijos y hay una mezcla de culturas muy interesante. Gracias a eso, ahora hay inglés y educación física, que antes nuestros niños no tenían», celebran Rocío y Eli, madres de Javi y Víctor, dos alumnos del centro.

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Aunque el CPR Tres Fuentes también ofrece aulas en Gorafe y Hernán Valle con 13 y 19 alumnos, respectivamente, su sede está en Gor, donde hoy trabajan 14 docentes. «En este sentido no nos podemos quejar. Además de tutores, hay especialistas en matemáticas y música, entre otras materias, que se desplazan a las otras localidades a dar clase. También tenemos un pedagogo terapeuta para los niños con necesidades educativas especiales compartido con Guadix. Solo está hasta las once de la mañana, pero es mejor que nada», concluye García. Aún quedan retos pendientes.

Retos pendientes

El colegio de Gor se mantiene a la espera de renovar algunos espacios, pero el mantenimiento en pueblos tan pequeños depende de los consistorios y no siempre tienen los recursos que hacen falta. También pelea para ampliar las plazas del comedor. Hoy, no tiene capacidad para dar respuesta a todas las familias que hacen uso del transporte escolar, que «sería lo ideal». Además, la mayoría vive en anejos, así que «es una de las pocas opciones de interacción social de muchos niños con otros de su edad».

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Granada es la provincia andaluza con más escuelas rurales (37), principalmente en las comarcas de Loja, Alpujarra y Guadix. Contra todo pronóstico, parecen resistir a la caída de la natalidad y a la despoblación. Hoy hay solo 159 matriculados menos que cinco años atrás, segun la delegación de Educación. Este curso, el sistema educativo ha perdido 2.000 alumnos en todo el territorio. Demanda hay, aunque también múltiples realidades.

En otros pueblos, igual hay un maestro para toda Primaria y hay que juntar muchos cursos en una clase. «No se pueden seguir las mismas reglas en una ciudad o un pueblo grande que en el medio rural». Fampa Alhambra insiste en que haya una especialidad. «Lo mismo se enseña a leer que matemáticas y a muchos niños de edades diferentes a la vez. Hay que estar preparado para eso si queremos que la enseñanza sea de calidad», advierte la presidenta, Rosa Funes.

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Por sus peculiaridades nació la Red Andaluza de Innovación y Colaboración Educativa Rural que preside María Jesús Cano. «A veces, eel director coge el teléfono, organiza los equipos, hace fotocopias y recibe paquetes, y los desplazamientos dificultan que el profesorado se consolide, lo que hace imposible implantar un proyecto educativo acorde con las necesidades del alumnado», añade. Como docente, las dudas atacan, «pero a ocho alumnos les puedes prestar más atención que a 20».

Cano también es directora del CPR Las Atalayas de Puerto Lope, en Moclín, que en los dos últimos años ha registrado «bastantes» matrículas nuevas de familias que «buscaban una educación más cercana». «La integración es mucho más completa por la cercanía y por los vínculos que se establecen entre alumnado de diferentes edades», defiende. Sabe que su centro sigue abierto porque hay nuevas generaciones. Según ella, «una vez que se debilita, entra en decadencia». La escuela es el corazón de los pueblos y, hoy, sigue latiendo.

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